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El Athletic se abre al mundo
El club rojiblanco integra con naturalidad a jóvenes de diferentes continentes y crea un tribunal interno para sancionar posibles casos de racismo
J. ORTIZ DE LAZCANO
La paciencia llegó a su límite hace dos meses. Ralph Ndongo, uno de los tres jugadores de la cantera del Athletic que ha nacido en África, se entrenaba en Lezama junto a sus compañeros del cadete A. De repente, uno de los pocos espectadores que presenciaban la sesión comenzó a lanzar improperios racistas al muchacho de 15 años. No fueron ni uno ni dos. Peio Agirreoa, ex portero y ahora entrenador del Basconia de Tercera, se lanzó rápido en busca del cafre, que intentó sin éxito huir. El ex guardameta sigue en forma y le cazó con facilidad. Tras consultarlo con las altas instancias del club, se decidió presentar una denuncia ante la Ertzaintza por racismo. Pocos días después, un juicio rápido colocó al espectador grosero ante Ndongo. El chaval le dio una gran lección. Como el acusado le pidió perdón, decidió retirar la demanda.
La de denunciar a un espectador por racismo fue una iniciativa sin precedentes. Como la que se aplica desde el inicio de la campaña en Lezama. Que los muchachos caigan en eventuales brotes racistas preocupa mucho en el club.
Por eso, antes del inicio de la campaña se entregó a cada técnico de categorías inferiores una orden por escrito en la que se les exige que denuncien inmediatamente cualquier trato despreciativo de este tipo.
El Athletic no quiere vestuarios clasistas y discriminatorios. «Estamos muy atentos a que no haya racismo, como también tenemos encendidas las alarmas por si se producen casos de 'mobbing'. La consigna es clara. Los vestuarios deben ser una piña. Por el momento, la vigilancia y, sobre todo, la excepcional calidad humana de nuestros chavales dan sus frutos. No tenemos ninguna denuncia de entrenadores por comentarios racistas entre los jugadores», explica Koldo Asua, responsable de captación en Lezama.
Tolerancia cero
Para adelantarse a los acontecimientos, el club ha fundado una Comisión de Disciplina en Lezama. La componen el coordinador general, Luis Solar; el citado Koldo Asua y la psicóloga María Ruiz de Oña. Este tribunal pretende a la vez sustraer a los distintos entrenadores las funciones sancionadoras y, sobre todo, unificar criterios.
«Hemos impartido instrucciones claras para que haya tolerancia cero para cualquier atisbo de comportamiento xenófobo o discriminatorio que pudiera producirse en Lezama. Esto afecta no sólo al racismo, sino también al 'mobbing', otro fenómeno ante el que tenemos encendidas todas las alarmas», explica el presidente, Fernando García Macua.
Por suerte, el tribunal permanece inédito todavía, pero entre los pasillos de Lezama ya se ha corrido la voz de que no se puede jugar con él. Un caso tipificado como de extrema gravedad supone la expulsión inmediata del club.
La junta lo tiene claro. Está volcada en la lucha contra todas las clases de violencia. El tribunal contra el racismo y el 'mobbing' de Lezama hay que inscribirlo en el grupo de medidas adoptadas contra los hinchas violentos de los fondos (tres de ellos han sido expulsados, algo que nunca había sucedido).
Se ganan el sitio
La idea de un Athletic multirracial era impensable hace unos años por su propia filosofía. No obstante, un club que ha soportado durante años la injusta acusación de racista ha asumido con naturalidad la paulatina llegada de jugadores de otras etnias, culturas y países, un fenómeno parejo al incremento de la inmigración.
Han aparecido en Lezama y han ido ganándose sitio. En estos momentos, 12 de los 203 jugadores integrados en la estructura del Athletic -incluido Amorebieta- han nacido fuera de Euskadi, Navarra, La Rioja y el País Vasco-francés, zonas consideradas hasta ahora como granero exclusivo al que se podía dirigir el club.
Hay tres africanos (Ralph Ndongo, camerunés del infantil A; Endurance Aigbemwona, nigeriano del infantil A; Binke Diabete, nacido en Mali y en el infantil B), tres europeos (Imanol Schiavella, italiano del juvenil A; Yanis Rahmani, un francés de origen marroquí del infantil B; y Víctor Monteiro, portugués del infantil A), un sudamericano (el colombiano Jhon Alejandro Escobar) y cuatro chicos españoles no vascos (Adrián Casado, vallisoletano del juvenil A; Alejandro Domínguez, de Tarazona, provincia de Zaragoza, del cadete B; Manuel Maguregi, mallorquín del Mallorca B; y Aitor Aparicio, alicantino del juvenil B).
El ascenso de los jugadores de otras regiones en el conjunto del club se aprecia de forma aún más evidente en las categorías de menor edad. El porcentaje de españoles no vascos o futbolistas nacidos fuera de España es cero en los dos primeros filiales. A partir de ahí crece exponencialmente, hasta llegar al 11% de los dos conjuntos infantiles. En cierta medida, este pequeño rincón del Txorierri en el que entrena el Athletic es la muestra de lo que ocurre en muchas otras partes del país.
Cada ángulo de esta historia de asimilación abre perspectivas nunca vistas en la entidad. El hecho de que haya chicos de otros países o cuyos padres sean extranjeros les abre las puertas de otras selecciones. Venezuela ya sondeó sin éxito a Amorebieta. México siguió de cerca la pasada campaña a Javier Iturriaga, ahora en el Lorca (Segunda B). «Si alguno decide jugar con la selección de su club de origen, hay que tomárselo con naturalidad», piden desde la junta.
Asua admite que cae rendido ante la sonrisa angelical de los jugadores, a los que conoce al más mínimo detalle. Una de sus principales misiones es que los niños integrados en la residencia de Derio no se sientan solos y desamparados. Un día lleva al médico a la gran promesa, el pamplonés Iker Muniain, quien podría ser operado para enderezar su tabique nasal, y otro mete en su casa a Binke Diabete, cuya familia, natural de Mali, sigue en Cintruénigo, Ribera navarra, en donde trabaja en el campo.
«El día del primer partido de Liga, ante Osasuna, comí con sus padres en Bilbao. Su gran preocupación eran los estudios del muchacho. Luego íbamos todos al fútbol, pero como era a las ocho de la tarde, para hacer tiempo nos fuimos a mi casa. Mientras charlaba con sus padres en el salón, ofrecí a Binke entrar en una habitación para entretenerse con el ordenador. Después de dos horas de no saber nada de él, entré en el cuarto intrigado. Allí estaba viendo vídeos en You Tube de regates y del Athletic. 'Así aprendo', me explicó». El episodio le hace reivindicar que quien se emplea en ver la realidad en términos de colores y razas se equivoca. Diabete forma parte de una generación de chicos de origen africano que se integra en el club con naturalidad sin pedir excusas por su origen.
En el Athletic están orgullosos. No es un dique de contención para la integración de los inmigrantes. Todo lo contrario. Es una entidad que fomenta la diversidad y la tolerancia. «Nuestro proyecto es absolutamente integrador. La filosofía del Athletic no tiene nada que ver con lo que muchas veces se dice por ahí fuera de exclusión o temas étnicos, sino con nuestra base sociológica. Vienen personas de lugares muy remotos y tienen derecho a integrarse en el Athletic porque son también sociedad vizcaína y vasca», resalta el presidente.
La filosofía
Significativamente, la polémica que más debate ha generado es la de un chico catalán, Enric Saborit, a quien el Athletic intenta fichar porque se dispone a afincarse con su madre en Vitoria y abandonar así el Espanyol.
Macua intenta convencer de que este fichaje no rompe la filosofía. «El Athletic no propicia su llegada a Euskadi, sino que por circunstancias familiares un jugador con antecedentes familiares vascos se traslada a vivir aquí con su familia. Es una decisión vital de su entorno. Es un proceso natural en el seno de la familia y queremos acoger al chaval. Nosotros le queremos fichar. Si él quiere, vendrá aquí». Saborit, ya lo sabe, tiene las puertas abiertas. Porque, como dice Macua, «en nuestro club acogemos a todas aquellas personas que están integradas con naturalidad en nuestra sociedad»..... ... .
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