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sábado, 11 de mayo de 2019

Ha Muerto RuGALcaba

Que se diga que los del PSOE son españoles y mucho españoles antes que socialistas u obreros se debe en gran medida a hombres grises, corruptos y rastreros como Alfredo Pérez Rubalcaba, el terrorista de estado que ha muerto tan tranquilo, sin haber enfrentado nunca la justicia.

Que la tierra lo vomite y el juicio de la historia le sea implacable.

Aquí lo que nos informa Naiz:


El exvicepresidente del Gobierno español y exsecretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, ha fallecido hoy, a los 67 años, a causa del ictus que sufrió este miércoles, según un comunicado del Hospital Puerta de Hierro Madajahonda, donde estaba ingresado.

El exvicepresidente del Gobierno español, exministro y exsecretario general del PSOE Alfredo Pérez Rubalcaba ha fallecido dos días después de sufrir un infarto cerebral. «Nos acaba de dejar nuestro compañero Alfredo Pérez Rubalcaba. Estamos sin palabras y rotos de dolor», ha confirmado el PSOE en su cuenta oficial de Twitter.

La capilla ardiente del político se instalará esta tarde a partir de las 20:30 en el Congreso de los Diputados, del que fue miembro durante más de dos décadas, según ha comunicado Gregorio Martínez, portavoz de la familia.

A la puerta del Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda (Madrid), Martínez ha agradecido, en nombre de su esposa, Pilar Goya, del conjunto de su familia, de sus compañeros de la universidad, de sus alumnos y del conjunto de la familia del PSOE, las muestras de respeto y de afecto que ha tenido a lo largo de los dos últimos días.

Militante del PSOE desde 1974, su actividad en el Ejecutivo comenzó en 1982, cuando, en el primer Gobierno de Felipe González, fue nombrado director del gabinete técnico de la Secretaría de Estado de Universidades e Investigación. En los años siguientes fue ascendiendo en el escalafón del ministerio hasta convertirse en 1992 en ministro de Educación y Ciencia. Desde allí impulsó la LOGSE.

En 1993, en el último Gobierno de Felipe González, fue nombrado ministro de la Presidencia y ejerció de portavoz y defensor del Ejecutivo en los años del GAL.

A lo largo de su carrera política fue diputado por Toledo, Madrid, Cantabria y Cádiz. Cuando el PSOE volvió al Gobierno en 2004, fue portavoz parlamentario hasta 2006, aunque con una influencia en el entorno de Zapatero que superaba sus competencias en el Congreso. Fue portavoz parlamentario en el primer mandato de Zapatero y en 2010 sumó a la cartera de Interior la Vicepresidencia y Portavocía.

Secretario general del PSOE en 2012

Rubalcaba se convirtió en febrero de 2012 en el cuarto secretario general del PSOE –tras González, Almunia y Zapatero– pero con muy poco crédito. Su figura estaba entonces lastrada por la crisis del partido que él mismo contribuyó a crear, por su edad, por su historias, por las filias y fobias que generaba y, sobre todo, por la falta de alternativa que encarnaba.

Todo el aura de Rubalcaba (el maquiavélico, el encantador de serpientes, el ganador...) se perdió por el camino tras años de derrota en derrota. En los 90, González le encomendó poner freno a la sangría que provocaban los escándalos de la corrupción y los GAL: Rubalcaba negó lo innegable, pero el PSOE perdió el Gobierno y él pasó casi al olvido. Resucitó en 2004, con una victoria electoral cuyo mérito se le atribuyó de forma indebida: fueron Aznar, Acebes y compañía quienes se hicieron el harakiri tratando de imputar a ETA el atentado del 11M (Rubalcaba solo señaló lo obvio).

Entre medio apostó –y siempre perdió– por Almunia frente a Borrell, por Bono frente a Zapatero, por Jiménez frente a Gómez en Madrid... Todas las derrotas se le perdonaron, o bien quedaron camufladas en ese aura inquietante apoyada más en conspiraciones de pasillos y novelas periodísticas que en acciones públicas y hechos reales.

«O bombas o votos»

En Rubalcaba, el personaje siempre estuvo por encima del político, la leyenda por encima de la realidad. Un efecto que contaminó también a la opinión pública vasca en 2006, cuando su llegada al Ministerio del Interior fue acogida como una esperanza. Pero Rubalcaba solo contribuyó a pudrir aquel proceso. Y después hizo otra de sus clásicas apuestas fallidas al intentar, por enésima vez, estrangular a la izquierda abertzale con su famoso «o bombas o votos», que en realidad camuflaba otro plan: «Acabaré con las bombas y os dejaré sin votos». Los independentistas supieron leer y desactivar esa estrategia. Rubalcaba perdió la iniciativa y el control de la situación en Euskal Herria, y así es como llegó a las elecciones de 2011 sin poder rentabilizar siquiera el hecho objetivo de que ETA había dejado definitivamente la lucha armada mientras él era ministro del Interior. Y es que Rubalcaba sabía mejor que nadie que no fue protagonista de ese hecho. Quizás por ello, llegó a hacer una «declaración de amor político» (sic) a Patxi López, a quien parecía querer traspasar ese legado.

Visto desde Euskal Herria parecía una broma, pero no era menos gracioso que constatar que el PSOE se encomendó entonces al candidato con el que sufrió la mayor derrota electoral de su historia, ante Mariano Rajoy.






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