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lunes, 23 de marzo de 2009

Las Vergüenzas de la Ertzaintza

Desde este blog le damos una noticia a Juan José Ibarretxe, todavía es usted el lehendakari de la CAV, así que este acto represivo, brutal y arrogante es su responsabilidad y la de su torturador en jefe Javier Balza. Esto convierte a su gobierno en una auténtica vergüenza para el pueblo vasco pues se coloca usted como apologista de quienes desde la impunidad han cometido crímenes de lesa humanidad en contra de los vascos que se oponen al fascismo imperante en el estado español.

He aquí la nota al respecto publicada en Gara:

La Ertzaintza actua por tierra, mar y aire contra el acto de Pasaia

La Policía española fue quien los mató a tiros hace 25 años, pero ayer no tuvo que mandar a la bahía a ninguno de sus agentes. Fue la Ertzaintza quien se encargó de evitar la fotografía del acto de recuerdo a Pedro Mari Isart, Dionisio Aizpuru, José Mari Izura y Rafael Delas. Y lo hizo por tierra, mar y aire. Un pequeño ejército contra familiares y vecinos que sólo reclaman la verdad sobre aquellos hechos.

Ramón SOLA

La primera barricada policial estaba a pie de tierra, en el aparcamiento de entrada a Donibane Pasaia. Un autobús desplazado desde la Txantrea -el barrio de Iruñea del que eran naturales José Mari Izura Pelu y Rafael Delas Txapas- se topó allí con varias furgonetas de la Ertzaintza. Los ertzainas dejaron pasar a los primeros viajeros, pero intervinieron cuando comenzaron a descargarse ttuntturros y cencerros. Una docena de miembros del zanpantzar del barrio fueron retenidos e identificados; sus bolsas, registradas minuciosamente. Las dudas sobre el acto convocado al mediodía de ayer quedaban disipadas: pese a que no había trascendido ninguna nota oficial al respecto, iba a ser vetado, como ya ocurrió con una charla celebrada en la Txantrea hace unos días.

La siguiente señal llegó por el aire. Faltaban todavía unos minutos para las 12.00, hora prevista para el inicio de la manifestación hasta las rocas en que se produjo el ametrallamiento, pero el helicóptero de la Ertzaintza ya expandía su zumbido desde el faro hasta Pasai Antxo y desde Pasai Antxo hasta el faro. Los paseantes que iban hacia Donibane dieron la vuelta.

Pero la mayor sorpresa esperaba en la coqueta plaza de Donibane. Una barcaza con las denominaciones «Policía» a un lado y «Ertzaintza» al otro, y con la inscripción «Departamento de Interior del Gobierno Vasco», recorría la bocana. Muy pocos habían visto antes esa embarcación. Así que la Policía española tampoco tuvo que intervenir por mar. Quedaba claro que la Ertzaintza también se iba a encargar de cerrar esa vía, por si acaso alguien hubiera pensado en llevar algún ramo de flores en barca hasta el lugar en que cayeron abatidos los cuatro militantes de los Comandos Autónomos Anticapitalistas.

La ikurriña de Merino

El mando de la Ertzaintza argumentó que el acto había sido prohibido desde Madrid ayer mismo, pero la exhaustiva preparación del dispositivo delataba la premeditación.

A las 12.00, dos decenas de encapuchados con los peloteros en ristre entraron en la plaza, y los turistas se marcharon con gestos mezcla de miedo y de fastidio. Algunos familiares se acercaron a la Ertzaintza tratando de hacerles ver que sólo querían recordar a sus muertos. Con ellos iban también los dos únicos supervivientes de la matanza: Rosa Jimeno y Joseba Merino, que no soltó en ningún momento una ikurriña con crespón negro.

Intentar negociar con la Ertzaintza se reveló pronto como algo totalmente inútil. El mando impuso una condición imposible: sólo dejarían que cinco familiares se acercaran hasta las rocas con sus ramos de flores si el resto de la gente se retiraba de la plaza. Dicho de otro modo, intentar llegar hasta el lugar podía convertirse en la excusa para que cargaran. Y quien conozca la plaza de Donibane Pasaia ya sabe que no hay muchas opciones de escapar de los golpes. En esta ocasión, ni siquiera arrojándose al mar, donde el barco-fantasma (nadie asomaba a bordo) patrullaba sin parar.

Para entonces, además, la Ertzaintza ya había identificado a un buen número de personas, sobre todo a las desplazadas desde Iruñea, por lo que el chantaje quedaba completo.

La zona en la que la Policía española cerró el paso aquella noche del 18 de marzo de 1984 volvía a quedar vetada, ahora por la Ertzaintza, al mediodía de un 22 de marzo de 2009, 25 años después. Sobre la sangre entonces derramada siguen pintadas las siluetas de los caídos, que hoy amanecerán con ramos de flores, como ha ocurrido cada año. Y en la historia de Euskal Herria continúa pendiente la verdad y la justicia de aquellos hechos, una evidencia imposible de ocultar, aunque sea movilizándose por tierra, mar y aire.

Javier IZURA

Hermano de Jose Mari Izura «Pelu»

«Si el caso está abierto y sin aclarar, ¿por qué no podemos recordarlo?»

Javier Izura es hermano de Pelu, txantreano. La Policía española le hizo 28 orificios en el cuerpo. Murió en el agua, sin llegar siquiera a tierra. Ayer la Ertzaintza también le impidió llegar al lugar, al menos mientras hubiera cámaras delante. Porque hacerle olvidar aquello es imposible.

¿En algún momento tuvieron alguna llamada oficial, una explicación, algo...?

Nada. A ellos los mataron por lo que eran, y a los familiares nos consideran iguales que a ellos. Siempre nos han visto así, muchos antes de que Garzón empezara con el «todo es ETA». La idea de fondo es la misma.

¿Alguna vez ha tenido esperanzas reales que se aclarara lo ocurrido aquella noche?

Cuando se abrió el caso y se empezó a hablar otra vez, siempre piensas que puede pasar, pero es imposible. Ya sabemos la amnesia que tiene esta gente... Y tienen la lección aprendida por cómo salió el tema de Joxean Lasa y Joxi Zabala. Igual llegan hasta el jefe de la brigada que actuó aquella noche, pero nada más. Que esto ocurra con un gobierno del PSOE me parece más incomprensible, porque se supone que ellos también sufrieron el franquismo.

Es otros años no se ha prohibido este acto, y en este caso sí se hace...

Es cierto. Casi todos los años se les ha recordado, tanto aquí en Pasaia como en la Txantrea. Yo he venido aquí muchas veces sin decir a nadie que era hermano de Pelu. Y la gente siempre te cuenta cosas de lo que ocurrió, lo que oyó... Todos dicen que fue una masacre. La gente del pueblo sabe bien que los acribillaron cuando podían detenerlos.

Y la editorial:
Legitimar la violencia de Estado

En todas las culturas, y más concretamente en las que se definen como occidentales, existe el principio comúnmente aceptado del respeto por los muertos y por el dolor de sus familiares, un principio que incluye a todas las personas, sin excluir a los miembros de organizaciones armadas. Recordarlo parece algo obvio e innecesario, pero en Euskal Herria se ha convertido en imprescindible ante intervenciones como la realizada ayer por la Ertzaintza. Hace ya década y media que este cuerpo policial rompió todas las barreras éticas mínimas al cargar contra los familiares de Lasa y Zabala en el cementerio de Tolosa. Desde entonces las actuaciones policiales en actos de recuerdo a fallecidos se han convertido en algo rutinario, pero que en ningún caso puede ser calificado como normal. No lo es, y de hecho no hace falta recordar el escándalo mediático y las actuaciones judiciales que han sucedido a ataques menores a la memoria de otras víctimas.

El caso de Pasaia reúne elementos que hacen especialmente grave y doloroso el veto impuesto ayer. Se trata de una de las mayores matanzas policiales producidas en Euskal Herria, dado que se produjeron cuatro muertes. Ha pasado mucho tiempo, nada menos que 25 años. Nunca ha habido una investigación seria, ni culpables penales, ni responsable político alguno. Y el caso sigue abierto en los tribunales, lo que evidencia que la versión oficial sigue cayéndose por su propio peso.

En una democracia normal, a una policía, y más si se define como vasca, se le exigiría que ayer -y anteayer, y hace 5 años, y hace 25- estuviera en la bahía de Pasaia investigando aquellos hechos, pero la Ertzaintza acudió justo para lo contrario: impedir a familiares y vecinos recordar a sus muertos. Argumentará que actuó así para «deslegitimar la violencia», el lema con el que Patxi López desembarcará en Ajuria Enea pero que ha sido ya el motor del binomio Ibarretxe-Balza. Sin embargo, actuaciones como la de Pasaia no tienen nada que ver con deslegitimar violencia alguna, sino con otra cosa: legitimar la violencia del Estado, que segó cuatro vidas aquella noche del 18 de marzo de 1984.


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