¿Qué pasa con los seis vascos presos en México?
Ciro Gómez Leyva
Ernesto Alberdi, Jon Artola, Asier Arronategi, Félix García, Asunción Gorrotxategi y José María Urkijo llevan 27 meses en cárceles mexicanas. El estado español, que acusa a estos seis vascos de formar parte de ETA, exige que sean deportados.
A primera vista, las razones del juez Baltasar Garzón parecen irrebatibles. Pero si se revisan los expedientes y las biografías, esas razones palidecen.
El 18 de julio de 2003, las policías de México y España detuvieron a diez presuntos integrantes de ETA, nueve de ellos en nuestro territorio. Cuatro fueron puestos en libertad semanas adelante (los mexicanos Noé Camarillo, Pedro Castro y Pilar Sosa, y el vasco Mikel Arronategi, padre de Asier). Se les acusó de cuatro delitos: asociación ilícita e integración en organización terrorista, allegamiento de fondos con fines terroristas, blanqueo de capitales procedentes de actividades terroristas y falsedad de documentos.
“De acuerdo con el juez Garzón, cada uno de los seis es responsable de cada uno de los cuatro delitos, sin que exista un solo razonamiento del por qué se les imputa todo a todos”, dicen familiares de los presos. “Es inaceptable que no haya una individualización de cada persona. O sea, se da por descontado que todos son culpables de terrorismo y de falsear documentos”.
Ernesto Alberdi fue detenido en la ciudad de Puebla. Llegó a México en 1987. A pesar de que tenía un trabajo fijo, su situación migratoria era ilegal. En los años postreros del franquismo participó en actos a favor de las reivindicaciones de los vascos, por lo que fue apresado varias veces.
Jon Artola fue detenido en Puerto Escondido, en donde trabajaba en una empresa de tableros y chapas. Su situación migratoria era legal. Llegó a México con su esposa en 1992. Ya había pisado la cárcel en el País Vasco. Se le acusó de estar ligado a ETA, pero en su expediente no hay más que el haberse presentado tres veces como candidato del partido Herri Bastasuna al municipio de San Sebastián.
Asier Arronategui fue detenido en Monterrey. Era agente de ventas y es el único de los seis con la nacionalidad mexicana, pues sus hijos nacieron aquí. Estaba a punto de irse a vivir al País Vasco, en donde había estado, con documentos oficiales, meses antes de su detención.
Félix García fue detenido en Cuautitlán Izcalli, en donde trabajaba en una maderera. Su situación migratoria era legal. Estaba, incluso, en los trámites para obtener la nacionalidad mexicana. Tras ser detenido en 1979 y sometido a la ley antiterrorista, la fiscalía pidió 24 años de cárcel para él. El juez lo absolvió por esa causa, pero lo condenó a cuatro años y medio por robo de automóvil.
Asunción Gorrotxategi, esposa de Jon Artola, fue detenida con él en Puerto Escondido. Al igual que su esposo, tenía los papeles migratorios en regla. No trabajaba. En los reportes aparece como ama de casa.
José María Urkijo fue detenido en Cancún. Su situación migratoria era ilegal. Llegó a México en 1989. Fue encarcelado tres veces, entre 1981 y 1989, por estar vinculado a ETA.
“Se trata de gente inocente que vive en México en paz desde hace muchos años”, aseguran los familiares. “Son seis perseguidos políticos, como lo demuestra el hecho de que se hayan enviado desde el estado español documentos que los vinculan al movimiento independentista vasco.
En este sentido, las leyes mexicanas prohíben expresamente la celebración de tratados de extradición de reos políticos”.
Quizá por este último motivo, y a pesar de que México ha deportado a 25 presuntos miembros de ETA (el último, José Miguel Exteandia, el 5 de julio de 2003), la Suprema Corte de Justicia se ha tomado todo el tiempo para elaborar el proyecto de resolución. La sentencia, que se ha dicho podría presentarse en noviembre, marcará un antes y un después en el tema de la inconstitucionalidad de la extradición. Y en este caso, se quiera o no, se trata de seis personas con argumentos sólidos para demostrar que nada tienen que ver con ETA. Seis personas orgullosas de ser abersales (patriotas vascos), pero enemigas desde hace tiempo de los métodos de ETA.
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