Les presentamos el texto que nuestro amigo Iñaki Egaña ha redactado en vísperas de la celebración del Aberri Eguna edición 2025.
Adelante con la lectura:
Aberri Eguna 2.0
Iñaki Egaña
Siguiendo la estela de los irlandeses que poco antes se habían independizado de Gran Bretaña y aprovechando que el PNV conmemoraba el medio siglo de ruptura con el carlismo (la rama dinástica por la que, por unos meses, Zumalakarregi había proclamado la República Federal vasca en la primera guerra y la rama alfonsina a punto estuvo de perder su rey en la emboscada de Lorka, en la segunda), Luis Arana institucionalizó un Aberri Eguna que 93 años después continuamos celebrando en Euskal Herria como nuestro día patrio.
Los 193 estados del planeta aceptados por Naciones Unidas, más varias decenas de pueblos no reconocidos, pregonan el suyo. La mayoría de las naciones descolonizadas celebran la jornada el día de su liberación. En cambio, algunos países colonizadores aclaman sus fastos al contrario, como españa el 12 de octubre, la llegada europea a América, inicio de un genocidio. En las periferias y sin reconocimiento estatal, en Gales el Dewi Sant, en Escocia el St Andrew's Day y en las dos Irlandas conjuntamente el Lá Fhéile Pádraig. Bretaña tiene su jornada patria el Couel Breizh, Korsika el A Festa di a Nazione. En Catalunya, la Diada de l'Onze de Setembre, en Galiza, el Día da Patria Galega…
Nuestro Aberri Eguna ha pasado por múltiples vicisitudes. Desde 1937, criminalizado y celebrado únicamente por los derrotados de la Guerra de España en el exilio, hasta que en 1963, ETA y Enbata, al unísono, se atrevieron con su conmemoración en la localidad lapurtana de Itsasu: “Iragan denborako eta egungo nahiaz, Nazione bat gira. Gure buruaren jabetasun osoa nahi dugu”. Desde el año siguiente, las convocatorias se trasladaron a Hego Euskal Herria, donde fueron sistemáticamente apaleadas por las fuerzas policiales españolas. Hasta que en 1978 llegó de nuevo la permisividad, con aquella recordada en Donostia, cuando tras una pancarta llamando a ejercer el derecho de autodeterminación se colocaron diversos dirigentes de fuerzas luego constitucionalistas, entre ellos Txiki Benegas del PSOE.
La sociedad vasca, el contexto, las condiciones políticas, las creencias, las ideologías y la propia naturaleza propia han cambiado profundamente desde Itsasu, han sufrido un revolcón desde aquella iniciativa de Luis Arana y qué decir desde la República Federal de Zumalakarregi. Si nos retrotraemos a los tiempos de la defensa de Amaiur, quizás ni nos reconociéramos. Aun así, hay tres universos que hacen de nexo: el territorio, el euskara y las ansias de soberanía (acopladas a numerosos episodios levantiscos). También algunos otros colaterales como el arraigo de las tradiciones, muchas de ellas modificadas por los tiempos.
Vivir exclusivamente del pasado tiene sus riesgos evidentes, sus contradicciones y una inseguridad tremenda: el acomodo en la nostalgia. Una nostalgia que en la mayoría de las ocasiones, flirtea con códigos reaccionarios. En la última década la sociedad vasca, cada vez con más interacción con los problemas que aquejan a la humanidad, se ha modificado probablemente más que en los últimos dos siglos. Hoy su naturaleza es más diversa que entonces y la pirámide de edad se ha invertido. No hace falta señalar los códigos que nos abrigan, algunos de ellos a la luz del día, como el ascenso del individualismo promovido por la revolución de Internet o esa migración masiva que llega a Europa huyendo de las consecuencias, precisamente, del viejo colonialismo.
Llega una segunda revolución, más explosiva que la anterior, la de la Inteligencia Artificial (IA) que pondrá patas arriba el mundo laboral y que dirigirá nuestra vida cotidiana más aún hacia objetivos exclusivamente consumistas. No he podido abstraerme a la tentación y me he dirigido a varias de esas aplicaciones de IA para preguntar cómo debería ser el Aberri Eguna del futuro. Y lo he hecho a chatbots de las dos principales potencias en el tema, EEUU y China. Ambos han coincidido en evolucionar hacia una representación más inclusiva y representativa de la sociedad vasca, combinado tradición y modernidad, destacando valores como la unidad, la identidad cultural y el compromiso con los retos globales. Los resultados han sido sorprendentes, especialmente para los ubicados en el territorio de Donald Trump, que apuestan por consolidar la propuesta de Batera, que la presentó hace unos días en el Kursaal donostiarra. Copilot va más allá al señalar que el lema de EHBildu (“Askatasunaren nazioa gara”) “podría ser clave para adaptar la celebración a los desafíos de una sociedad globalizadora y diversa”.
Para la china DeepSeek, “El Aberri Eguna del futuro debería ser una celebración inclusiva, dinámica y adaptada a los nuevos retos”, ofreciendo varios: “reconocer la diversidad dentro de la sociedad vasca (vascoparlantes y no vascoparlantes, personas de origen migrante, nuevas generaciones globalizadas) e integrar visiones transnacionales (diáspora vasca) e intergeneracionales (jóvenes con nuevas formas de entender la identidad)”. El segundo punto: “Más allá del simbolismo histórico, abordar los desafíos actuales: sostenibilidad (Euskal Herria como comunidad innovadora y ecológica), derechos sociales (vivienda, igualdad…) y autogobierno en el contexto europeo. El tercer apartado es nuevamente sorprendente: el euskara como eje, “cultura vasca viva, no folclorizada”, espacios para expresiones artísticas contemporáneas (rap en euskara, diseño open source con símbolos vascos). El cuarto: memoria crítica y reconciliación, “convertir el Aberri Eguna en un día de dialogo, no solo de reafirmación”. Los dos últimos citan una celebración descentralizada en las capitales y en la diáspora. También elevando lo digital, con metaverso y streaming, y “solidaridad y vinculación con otras luchas” y la “justicia global”. “Conclusión: “El Aberri Eguna del futuro debe ser menos estático y más reflexivo: un espacio donde la patria vasca se defina no solo por el pasado, sino por qué tipo de sociedad se quiere construir”.Ahí queda.
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