Un blog desde la diáspora y para la diáspora

domingo, 10 de abril de 2022

La Bipolaridad de la Ertzaintza

En este blog lo hemos repetido muchas veces, la Ertzaintza es un cuerpo policíaco represivo español. De vasco, apenas la etiqueta en euskera.

El caso de Iñigo Cabacas ha dejado al descubierto que, además de ello, Lakua se siente muy a gusto usándola como brazo ejecutor, mostrando que el PNV se encuentra por completo al servicio de Madrid.

En el décimo aniversario de la muerte de Pitu, les compartimos esta editorial que Naiz ha dedicado al tema:


Una Policía sectaria, represiva y que, para colmo, reclama amor

Han pasado 10 años desde la muerte de Iñigo Cabacas. Es una eternidad y a la vez un suspiro. Quienes ahora tienen veinte años entonces tenían diez. Por lo tanto, algunos de esos jóvenes no sabrán que Iñigo era otro joven al que la Ertzaintza mató de un pelotazo en la cabeza. Estaba celebrando un partido del Athletic. No se sabe quién disparó y solo hubo una condena ridícula, en un juicio tardío e inhumano, y en una sentencia que no se explicaba cómo se había podido investigar tan poco y tan mal. La primera versión oficial incluso negó el pelotazo. Esa gente tan joven no se acuerda, lógicamente, de que el consejero de Interior de entonces era Rodolfo Ares, del PSE. Ni de que el PNV estaba en la oposición y pidió la dimisión del tal Ares. No darán crédito si estos días han escuchado a Manu y Fina, los padres de Cabacas, contar cómo les ha tratado el Gobierno de Urkullu, donde de nuevo el PSE es su socio.

Además de los hechos, es importante explicar el contexto político e institucional a las generaciones más jóvenes. El dispositivo de la Ertzaintza de aquella noche respondía a una estrategia represiva sectaria, dirigida contra un sector de la población. La Ertzaintza estaba enfocada a la contrainsurgencia contra ETA, y según su tesis «todo era ETA». La cultura policial permitía que se disparase material antidisturbios a bocajarro. Los policías llamaban a aquellos jóvenes «ciervos» –según se ha sabido, les siguen llamando así–, y salían a cazarlos. Igual que las policías en general tienen un sesgo racial y de género, los ertzainas miraban a la sociedad vasca con un sesgo ideológico. Solo así se entienden las órdenes que se dieron aquella noche. Solo así se entiende el manto de silencio que se impuso después.

Lo quieren todo, y no puede ser

Como en Euskal Herria no ha habido un proceso de paz canónico, la agenda de la resolución del conflicto ha salido adelante trasquilada. Algunos temas han quedado postergados por culpa del ventajismo. Entre ellos, el del modelo policial. También había otras prioridades, sigue habiéndolas, y es lógico. En estos diez años han muerto cinco presos en prisión. Hay en juego derechos humanos y vidas de esas que antes eran sagradas.

No hay que olvidar que, según el informe oficial del Gobierno de Lakua dirigido por Paco Etxeberria, la Ertzaintza estuvo involucrada en 336 casos de tortura. No ha habido investigación, ni depuración, ni siquiera asunción de responsabilidades por parte de los responsables políticos. Es un escándalo y una inmoralidad.

También hay un cálculo evidente en no dar el debate policial. Esta Ertzaintza dificulta la alternancia democrática, porque en su misión está luchar contra aquellos que, sin embargo, antes o después llegarán a gobernar las instituciones e intentarán cambiar sus políticas, incluidas las de seguridad y libertades. Eso es lo que ve todo el mundo cuando EH Bildu acude al acto del 40 aniversario de la Ertzaintza. El que quiera ver otra cosa, no conoce ni a los unos ni a los otros. O pretende intoxicar.

El caso es que bajo sus actuales siglas, sin cambiar de cultura policial, sin un reconocimiento honesto de las violaciones de derechos humanos que han perpetrado en estas décadas, sin asumir que han colaborado en la supresión de libertades democráticas, la Ertzaintza no puede pretender tener el respeto de una parte importante de la sociedad. Esto es consecuencia de sus decisiones. Son sus dirigentes y mandos quienes han decidido que no se abra un debate serio sobre el modelo policial. Son sus miembros quienes han elegido la impunidad. Han preferido no exponerse, no rendir cuentas. No han querido ni cambiar el nombre ni limpiarlo. Han preferido el confort al honor, esconderse a defenderse. Lo que no pueden entonces es demandar amor.

Para muchas personas, la Ertzaintza sigue siendo el cuerpo policial que ha aporreado a miles de manifestantes que protestaban pacíficamente, que les han disparado, que les han arrestado, que les han torturado. Son el cuerpo que cuando este pueblo estaba trabajando para conseguir la paz, a los pocos meses de la Conferencia de Aiete y de la decisión histórica de ETA, tras un partido de fútbol, mataron de un pelotazo a Iñigo Cabacas porque pensaron que era otro «ciervo» más. Y son la Policía que no ha tenido el valor de asumir su responsabilidad y disculparse ante su familia. Ser policías, ser crueles y querer ser populares no es realista. El caso Cabacas era su oportunidad para establecer su autoridad democrática. No han querido.

 

 

 

°

No hay comentarios.:

Publicar un comentario