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domingo, 17 de abril de 2022

Egaña | Aberri Eguna 2022

Hoy se celebra el Aberri Eguna por toda la geografía de Euskal Herria así como en los distintos rincones del mundo con presencia de la diáspora vasca.

Desde su cuenta de Facebook traemos a ustedes el texto que Iñaki Egaña dedica a la ocasión:


Aberri Eguna 2022

Iñaki Egaña

La efectos y ecos pandémicos, la guerra en la cercanía, el auge del nacionalismo reaccionario, los cambios en los hábitos sociales, la degradación de nuestro hábitat, el fin de la historia como valor objetivo y un sinfín de novedades que arrastramos con celeridad cada año que pasa de este vertiginoso siglo XXI, nos están llevando a un cambio de paradigma. La patria vasca que delimitó Sabino Arana en su concepción simbólica a través de aquel primer Aberri Eguna de hace exactamente 90 años, no es la misma que la que manifestamos en este 2022. Ni en su continente, ni en su contenido.

Esperar en los tiempos que corren una respuesta común a una pregunta del porqué celebramos un día patrio como hoy, concitaría numerosas dudas e incertidumbres. Más allá de la reivindicación de la Euskal Errepublika, tengo la impresión de que el sentimiento de pertenencia está más desperdigado que nunca.

Cierto sector del pueblo vasco ha vivido la nacionalidad bajo aquel paraguas que tan certeramente definió José Martí: “El amor, madre, a la patria no es el amor ridículo a la tierra, ni a la yerba que pisan nuestras plantas; Es el odio invencible a quien la oprime, es el rencor eterno a quien la ataca”. Se refería a España y a sus crímenes en Cuba. No le faltaba razón. Hoy, aquel argumento centenario tiene su réplica en la naturaleza política de España, con una constitución en la que su Ejército es el garante de la no aplicación del derecho de autodeterminación.

Un derecho recogido en la Carta de Naciones Unidas, institución a la que Madrid, a pesar de pertenecer tardíamente, pero de pleno derecho desde 1955, se la cisca. Como acaba de suceder con los mandatos del referéndum para el Sahara de Naciones Unidas a los que España niega validez. Hace unos días, precisamente, la página del Ministerio de Exteriores español acaba de borrar la línea fronteriza que separaba Marruecos del Sahara. Como también sucedió en aquel engaño monumental que provocó España en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas cuando aseguró que ETA estaba detrás de los atentados del 11M de 2004. La Resolución 1530, la de la vergüenza.

No estaría demás, tampoco, ese odio a la naturaleza francesa que acaba de elegir para una segunda vuelta a dos miembros de la ultraderecha, como los más votados en la consulta del domingo pasado. Uno, Macrón, perteneciente a la ultraderecha económica, que en su legislatura ha superado incluso las peticiones de la patronal francesa. La otra, Jean Marie Le Pen de la ultraderecha política. Para calibrar la liquidez de nuestras sociedades, recordar que en la legislatura anterior a la de Macron, François Hollande era presidente de Francia, por el PSF. En la consulta del domingo pasado, el PSF obtuvo el 1,9% de los votos emitidos.

Ambos, España y Francia, son productos antaño imperiales y hoy claramente Estado-Nación, proyectos fallidos en el sentido que necesitan de la coerción para mantener su estatus. Como Ucrania con Donbás, como Rusia con Ucrania. El odio, en los picos represivos, explica escenarios coyunturales en la actividad de las naciones periféricas.

Prefiero, sin embargo, en este 2022, volver al “nasci” original, esa comunidad que se define a sí misma por voluntad. A medio de camino entre aquella que alumbraron Sabino Arana, Arturo Campión o Agusti Xaho, fruto del romanticismo alemán con un espacio común (territorio), una lengua (euskara, con las dos impuestas en un escenario de poliglosia) y otros factores no determinantes, aquellos que en sus rasgos conforman a la comunidad. Para unos serán culturales, para otros históricos, para otros en cambio estarán ligados a los valores de las relaciones sociales.

Hemos creado un cuerpo, o vamos camino de ello, de comunidad autoconsciente que en época de Sabino Arana no existía. Al menos en los términos de aceptación social actual. Y el éxito de la 22 edición de Korrika nos ha demostrado los enormes pasos que se han dado desde entonces. Tengo también la impresión, de que nos falta un punto en la autoestima. Y esa falta de autoestima se nota en la relajación de una confrontación nacional que sigue abierta.

La confrontación propone que el sentimiento nacional vasco continúe siendo, al margen de otras características, un proyecto de autodefensa. Porque la crónica cercana y lejana nos demuestran que, universalmente, la única convivencia pacífica ha sido la basada en la cultura. Con muchos reparos, además. El resto ha estado marcado por la conquista y la guerra.

Así, la única salida de supervivencia para los pueblos y naciones es el aval de poseer su propio Estado. En esta idea se encuentra precisamente el postulado del derecho de autodeterminación. Si estamos con la democracia debemos reconocer una premisa convertida en revolucionaria: no se puede ir contra la voluntad de los pueblos.

Este Aberri Eguna 022 coincide con una jornada planetaria, la del Día Internacional del Preso Político. En los últimos años, los gobiernos de Madrid y París han intentado conducir la solidaridad con los casi 200 presos políticos vascos a escenarios reducidos, para evitar la externalización de un debe social. Otra pelea más y tema, asimismo, para la des/conexión nacional.

Hace unos días, frente a la prisión de Lannemezan, se concentraron numerosos solidarios con la causa de Georges Abdallah, un comunista libanés encerrado desde 1984. Comparte escenario con presos vascos y cumplió su castigo ya hace dos décadas. Washington mantiene el veto a su excarcelación. Jakes Esnal y Jon Parot, sufren, asimismo, en las prisiones francesas, una cadena perpetua camuflada. Como otros vascos al sur de la muga.

Más al norte, en la prisión polaca de Rzeszów, el periodista vasco Pablo González, permanece aislado, frente a la indiferencia de muchos de sus colegas que únicamente reaccionan cuando circulan los fondos reservados. Todos ellos, son presos nuestros, de ese “nuestro” nacional que confirma la voluntad emancipadora en un día tan especial como el que reivindica nuestra patria.

 

 

 

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