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domingo, 15 de noviembre de 2020

Espe y Jokin

Compartimos con ustedes este ejercicio de memoria histórica con un episodio poco conocido pero que retrata en toda su extensión el terrorismo de estado con el que el nacionalismo español ha combatido los sueños de libertad del pueblo vasco.

Aquí lo tienen:


Coordinadora Simón Bolívar

A 40 años de sus asesinatos la Coordinadora Simón Bolívar les dice Presente.

Hoy 14 de noviembre de 2020 se cumplen cuarenta años (40) desde que la pareja eibartarra compuesta por Esperanza Arana y Jokin Etxeberria fueran asesinados en Caracas, Venezuela, en un atentado que como muchos otros en esa época fue reivindicado por el Batallón Vasco Español, el sello que entonces utilizaron los aparatos del Estado español para llevar a cabo la guerra sucia.

Era 1980 y la represión en Euskal Herria estaba desatada contra la izquierda abertzale y contra todo aquel que se oponía a la metamorfosis en la que el franquismo estaba inmerso para homologarse ante Europa y que le permitiera ser integrado al proceso de recomposición capitalista que las élites del continente ya tenían en mente y anunciaban sus primeros pasos en la integración política y económica que hoy en día conocemos y demasiadas veces sufrimos los ciudadanos y los pueblos.

El Estado francés también ponía su granito de arena en la represión contra los vascos irredentos, apoyando a la "renaciente democracia española" y a muchos ciudadanos de Euskal Herria que huían del terror y de la represión del Gobierno de UCD de Adolfo Suárez no les quedó otra que buscar nuevas tierras de asilo en el continente americano. Venezuela, junto a México, fue el destino de muchos de ellos y ellas entonces.

Espe y Jokin no eran refugiados, sino que estaban en Venezuela por razones laborales y empresariales. Jokin trabajaba en una cooperativa radicada en Euskal Herria que buscó entonces ampliar sus mercados a Venezuela y él y su compañera eran sus agentes en el país caribeño. Pero ambos tenían un gran apego por Euskal Herria y no fueron indiferentes a la llegada a ese país de varias decenas de refugiadxs y de sus necesidades para instalarse de manera digna para rehacer sus vidas rotas por la represión en Euskal Herria. Su compromiso con su tierra y sus compatriotas, pero también su seriedad y el respeto que inspiraban hicieron que Jokin fuera elegido prontamente como presidente del Comité de Apoyo a Presos y Refugiados que se había constituido tanto para dar a conocer la realidad y las aspiraciones de Euskal Herria entre la ciudadanía venezolana como para resolver todas las cuestiones relacionadas con la instalación en esa sociedad de los refugiadxs, ocupándose de temas como la consecución de documentos de residencia, o de trabajo y de albergue para los recién llegadxs.

Desde luego, la Embajada española en Caracas no fue indiferente a todas esas actividades y enseguida lanzó a sus perros de presa a investigar cada una de las actividades del Comité además de promover en la prensa venezolana campañas contra los refugiadxs y contra la lucha que en Euskal Herria se venía desarrollando, utilizando todos los resortes que mantenía entre los medios de comunicación del país. Una Embajada española que contaba entre sus activos entonces con Antonio González Pacheco, más conocido como Billy El Niño, pero sobre todo conocido por haber sido un torturador cruel y despiadado.

Pero los vascxs siguieron en su empeño de convertir a Venezuela en una tierra de asilo e incluso mantuvieron reuniones con importantes agentes del Gobierno venezolano para que tuviera a bien recibir en el país a lxs refugiadxs, consiguiendo incluso algunos acuerdos que se convirtieron seguramente en el detonante de los acontecimientos que acabaron con las vidas de Espe y Jokin.

A partir de ahí, el Estado español mató a Espe y a Jokin tres veces. Los mató la primera cuando los tres mercenarios a su servicio, Jean Pierre Cherid, José María Boccardo y Mario Ricci, acompañados seguramente por un cuarto, infiltrado en los entornos de Jokin y Espe y que engañó a la pareja para acceder al apartamento donde residían, situado en una zona residencial de Caracas, ametrallaron a los dos jóvenes vascos hasta matarlos y dejar impresa su huella de odio, destrozando muebles y paredes de la vivienda a tiros, en un acto que fue calificado por los primeros investigadores policiales venezolanos que acudieron al lugar como "una gran sed de venganza".

La segunda vez el Estado español mató a Espe y Jokin cuando en los días posteriores al atentado impulsó una inmunda campaña de desinformación e intoxicación en la prensa venezolana utilizando a medios y periodistas seguramente a sueldo que ensuciaron, o al menos lo intentaron, la imagen de los dos vascos asesinados, en un afán por desfigurar la lucha que se desarrollaba en Euskal Herria por la independencia y el socialismo, y enemistar a la colonia vasca con el Gobierno y la sociedad de Venezuela. Una campaña donde no importaba decir un día una cosa y al día siguiente lo contrario. Donde se presentaba a Jokin como el jefe de ETA en Venezuela, para decir a continuación que ETA los había matado por ser "delatores", donde a la mañana se decía que ambos cobraban el "impuesto revolucionario" a empresarios vascos establecidos en Venezuela, quienes en venganza habían ordenado sus muertes, y a la tarde Espe y Jokin eran las víctimas de ETA por haberse negado a pagar el mismo "impuesto" que la organización armada vasca les había exigido. Una especulación que nadie dudaba era dirigida desde la Embajada española en Caracas donde se conspiraba contra la colonia vasca y los refugiadxs hasta el punto de ordenar asesinarlos.

El Estado español mató por tercera vez a Espe y Jokin al negarles su condición de víctimas del terrorismo, y por lo tanto impediendo a sus familias a ser recompensados con una indemnización, cuando en octubre del año 2000 y en mayo de 2001 el Ministerio del Interior rechazaba la petición y el recurso presentados por los allegados de los dos jóvenes. Rechazo que se justificó además en las mismas mentiras que habían ensuciado la imagen de la pareja tras sus muertes y que en conclusión decía que "el asesinato de referencia es un incidente más que rodea a ETA y a su militancia, cuya autoría y motivación no ha podido ser aclarada".

Tres muertes son muchas muertes para las mismas personas, e incluso podría ser una cuarta muerte, aunque quizá no física pero sí moral, cuando la dirección del Centro Vasco de Caracas de entonces, muy ligada al PNV, en base a la supuesta "neutralidad ideológica que establecían sus estatutos" quisieron impedir que los locales de Eusko Etxea en Caracas fuesen el escenario del funeral y el homenaje que la colonia vasca ofreció a los dos vascos asesinados. Funeral y homenaje que al final sí se celebraron en ese espacio con una gran emotividad gracias a la determinación de muchos miembros de la colonia vasca en Venezuela y donde participaron también numerosos refugiadxs. Un PNV que entonces andaba inmerso en negociaciones en Madrid con el Gobierno Suárez y participaba como un actor de primera mano en aquel Frente por la Paz, que con el lema de rechazo a la violencia "venga de donde venga" , ya anunciaba nuevas leyes antiterroristas, la creación de la Ertzaintza como agente policial que sumar a las labores represivas de la disidencia vasca que acometían de manera salvaje los cuerpos policiales españoles, y sobre todo, en la legitimación de la metamorfosis del régimen que garantizara la supervivencia de las oligarquías que de ninguna manera estaban dispuestas a poner en riesgo los intereses y privilegios de los que habían gozado durante la larga noche del franquismo.

Cuarenta años después, los asesinatos de Espe y Jokin, al igual que la gran mayoría de los cometidos durante la guerra sucia, siguen impunes. Aunque a veces los autores materiales de esos hechos hayan sido juzgados y condenados (y en la mayoría de los casos prontamente indultados), los autores intelectuales, los promotores y facilitadores y los financistas de la guerra sucia siguen sin ser inquietados, justo en un momento donde se dice querer reconocer a todas las víctimas de un periodo de la Historia de Euskal Herria muy doloroso. Pero la desmemoria y el olvido siguen primando en las autoridades de un Estado que sabe que de llegar a conocerse todos los entresijos del aparataje que empleó para acabar con la lucha en Euskal Herria haría que sus más profundas cloacas quedaran al descubierto.

Nuestro recuerdo emocionado en el cuarenta aniversario de sus muertes para dos jóvenes que amaron a su pueblo y lo demostraron siendo solidarios con sus compatriotas refugiadxs a miles de kilómetros de casa, hasta el punto que alguien en un despacho oficial decidió acabar con sus vidas para hacer de ello un ejemplo y que tanto semeja a una venganza contra la solidaridad y la conciencia.

Espe ta Jokin gure gogoan.

Arriba los que luchan ! ! !

La única lucha que se pierde es la que se abandona ! ! !

Sola la lucha nos hará libres ! ! !

La Solidaridad es la Ternura de nuestros pueblos ! ! !

 

 

 

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