Desde el portal en internet de La Voz de Galicia traemos a ustedes este artículo que nos presenta un pasaje de la historia que entendemos es muy poco conocido y que tiene al epicentro la defensa del euskera propuesta desde un lugar por demás inesperado: la Nueva España, lo que hoy en día es México.
Adelante con esta interesante lectura a la que de antemano hemos aplicado la etiqueta Kurlansky:
Pedro Fernández de Castro, un defensor de la lengua vasca
Una obra sobre este idioma fue dedicada al séptimo conde de Lemos en 1607
Manuela Sáez
En 1607, Baltasar de Echave Orio, escritor y reconocido pintor en Nueva España, publicó en México, en la imprenta de Henrrico Martínez, Discursos de la antigüedad de la lengua Cántabra Bascongada, dedicado al gran conde de Lemos. Echave Orio era natural de la villa de Zumaya -Guipúzcoa- y estaba avecindado en la capital mexicana donde ejercía el oficio de oidor (magistrado) en la Real Audiencia de la ciudad. En su dedicatoria, pide a Lemos ampare a la lengua vascongada por ser -según el auto- la primera que se habló en España, como enuncia en la primera hoja de Discursos: «Introduce la misma lengua, en forma [de] una Matrona venerable y anciana, que se quexa, de que siendo ella la primera que se habló en España, y general en toda ella [,] la ayan olvidado sus naturales, y admitido otras Estrangeras».
Pide disculpas por su atrevimiento, pero lo había hecho por ser Lemos descendiente de aquellos antepasados suyos que habían ayudado a los vascos a expulsar de sus tierras a los romanos y esperaba que pudiera la lengua vasca «ampararse y abrigarse devaxo la sombra del antiquísimo y Real escudo de V. E. [vuestra excelencia]». Solicita al conde esa ayuda por ser «columna firmísima y defensor continuo de la nación Bascongada que reconoce las mercedes que siempre de V. E. recive». Continúa la dedicatoria enumerando dos razones por las que había tomado tal decisión: una, por haber nacido Echave en la provincia de Guipúzcoa y la segunda, por encontrarse viviendo en la ciudad de México que era gobernada felizmente con la «generosa mano» del conde, haciendo referencia a su presidencia en el Consejo de Indias; concluye la dedicatoria, suplicándole reciba la solicitud, «con la voluntad que mi deseo merece». El libro se encuentra en la Biblioteca Nacional de España (BNE), consta de veintidós capítulos; en el octavo da razón de montes, ríos, valles y pueblos tanto de Galicia como de otras partes de España. En cuanto a los pueblos y aldeas gallegas que tienen nombres de procedencia cántabros-vascongados, nombra entre otros: Vigo, Santa María de Aguas Santas (a dos leguas de Orense), la villa de Sarria, cabo de Finisterre, Iria (Flavia), Arosa (Villanueva) y Arzúa.
Mecenazgo literario
No dudamos que Echave conocía el gusto literario del conde de Lemos y su amistad y mecenazgo con los escritores de la época: Lope de Vega, Góngora, Cervantes, los hermanos Argensola entre otros y es probable que conociera el interés de don Pedro por otras lenguas: recibió las enseñanzas del latín y griego a través de su maestro Diego García (Rengifo) durante sus estudios en el Colegio de los Jesuitas en Monforte en 1594. También conocía el italiano, como se demuestra por los muchos libros que en este idioma tenía en su biblioteca y durante su estancia en Nápoles ejerciendo de virrey en aquel reino entre 1610 y 1616.
Un diccionario del «peruanismo», un trabajo pionero de gran valor lingüístico publicado en Madrid en 1608
Un hecho significativo que realza el interés por las letras del conde de Lemos fue el pequeño libro que publicó en Madrid en 1608, siendo presidente del Consejo de Indias, Descripción de la governación de los Quixos (BNE, mss. 594), en el que incluye el primer diccionario escrito del «peruanismo», de gran valor lingüístico, que además supone una gran contribución a la lexicografía americana, así como también para la «lingüística española y el común destino cultural hispanoamericano», según expone el lexicógrafo Miguel Ángel Ugarte Chamorro, catedrático de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima, en su trabajo Las Descripciones geográficas de las Indias y un primer Diccionario de Americanismos. Este profesor se sorprendió de que, después de consultar los diccionarios de americanismos de Augusto Marlet, Juan de Arona, Francisco de Santamaría y otros lingüistas, no había encontrado, en ellos ninguna mención al diccionario del conde de Lemos y se propuso dar a conocer el mérito de este por ser el primero que confeccionó un diccionario del peruanismo. Este diccionario se encuentra en la Descripción y, aunque es una obra destinada a una información administrativa, tuvo una gran trascendencia en el mundo literario, realizado por don Pedro Fernández de Castro, «político ilustre», según señala Ugarte. Es de agradecer, para todos los que nos interesamos por la vida y obra del gran conde de Lemos, que un prestigioso lexicógrafo, como fue Ugarte Chamorro, haya querido poner al séptimo conde en un lugar tan importante dentro del mundo literario y de la lengua española y americana.
Estoy realizando un estudio del libro que daré a conocer próximamente, junto a otro trabajo de las obras dedicadas al conde de Lemos por los escritores afincados en el Nuevo Mundo.
Pero ¿quién fue el Conde de Lemos?
Aquí lo que nos informa Wikipedia:
Pedro Fernández de Castro, Andrade y Portugal (Monforte de Lemos, 1576 - Madrid, 1622); VII Conde de Lemos, IV Marqués de Sarria, VI Conde de Villalba, IV Conde de Andrade y Grande de España de primera clase.
Fue hijo de Fernando Ruiz de Castro Andrade y Portugal, VI Conde de Lemos y III Marqués de Sarria, y de su mujer Catalina de Luna Sandoval y Rojas, hija de los Marqueses de Denia, Francisco de Sandoval y Rojas e Isabel de Borja y Castro.
Conocido habitualmente como «El Gran Conde de Lemos», fue Presidente del Consejo de Indias, Virrey de Nápoles, Presidente del Consejo Supremo de Italia —según el conde de Gondomar el cargo “mayor y más útil que daba el Rey en Europa”—, comendador de la Orden de Alcántara, y famoso estadista y diplomático español. También fue embajador extraordinario en Roma y Alguacil Mayor del Reino de Galicia.
Hombre de salud frágil, se refugió en Monforte para recuperarse de sus crisis; destacó por sus cualidades como estadista, como intelectual y mecenas, consolidando la tradición en la familia de los Castro, honrada también por su tío Rodrigo de Castro; se le recuerda también por su lucha en favor de los derechos del Reino de Galicia.
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