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jueves, 16 de noviembre de 2017

No Banalizar a La Manada

Les compartimos este texto publicado en la página La Pajarera Magazine en el que se aborda la forma en la que se la sociedad está manejando del juicio iniciado en Iruñea en contra de los cinco violadores conocidos popularmente como La Manada, tomando en cuenta la falta de rigor por parte de quienes se supone que están para hacer justicia así como el enfoque generalizado que los consorcios informativos están imprimiendo a la cobertura noticiosa.

Es un texto imprescindible, aquí lo tienen:


María Toca

Lo he leído por ahí y me ha hecho daño. He leído que son jóvenes, alguno hasta guapo ¿cómo van a abusar si no les hace falta? Seguimos sin entender. No es sexo, no es placer. No. Es poder, es ejercer la brutalidad más absoluta sobre alguien que consideran más débil. Es el placer que proporciona la depredación de su furia machuna. Violan, van de putas, humillan, abusan…porque pueden. Si no entendemos eso, nada de lo que hagamos nos hará avanzar. Es la puñetera sociedad patriarcal la que condiciona a pensar que una mujer sola, es presa de ser tocada, manoseada, abusada. Que una mujer con escote es material violable. Que una mujer promiscua es carne de abuso. Que a una mujer libre se la somete y ya está. No es placer. No es sexo, es puro y genuino poder. Nos matan porque pueden. Nos pegan y violan porque hay impunidad. Pueden ustedes despotricar y pedir venganza sobre esos canallas, da igual. Llegarán otros. Mejor luche y trabaje por erradicar el patriarcado y dejen las foticas y los exabruptos. No es venganza, es justicia lo que necesitamos.

No entender que el juego de poder contra el más débil es común al esclavismo, a la prostitución, al abuso, hasta llegar a la violación o al crimen,  juega en favor de ese patriarcado asesino. Perdonen que les diga, pero me suena a pólvora mojada toda esa parafernalia de exabruptos y exhibición de fotos de la manada. Me suena a linchamiento banal, y no es que  no lo merezcan, no. Es que se queda ahí, es que gritamos, exudamos rabia y luego volvemos a tolerar lo intolerable. Y tan tranquilos.

Hace poco en una televisión que pagamos todas, se hablaba de abuso. No comentaré del caso porque con su maestría habitual lo hizo Beatriz Gimeno en estas páginas. El presentador, un sinsorgo  conocido, dijo al terminar, que si a su hija un tipo la tocaba, él, lo  mataba. Y eso no es. No se trata de la defensa de lo “nuestro” “mi hija” “mi hermana es sagrada, tío, si la miras el culo o la tocas, te mato” El patriarcado, el juego de poder de la sociedad, es algo más profundo, más inquietante, subyace dentro de todas/os. Es lo que hace que las víctimas de violencia justifiquen sus actos mientras ellos, se pavonean delante de los amigos, y ninguno ose decirles lo payasos sangrientos que son. Es lo que hace a un juez menospreciar a una víctima de violación por llevar falda corta, o por ser casquivana. O aceptar el seguimiento a la víctima.

Seamos serios por una vez. Castiguemos a la manada, claro que sí, con todo el peso de la ley y de la sociedad, pero avancemos. Es preciso analizar a esta sociedad que le parece lógico que unos tipos cojan a una chica que anda sola y la abusen de forma aberrante, lo cuenten a su grupo y éstos coreen sus fechorías. Porque pasa mucho. Es posible que algunos  de los que me están leyendo, hayan  dicho alguna vez: “La fulanita está follable, es una guarra que se lo hace con todos” cuando la fulanita se lo hace con quien quiere, no con todos. Porque la fulanita tiene una sexualidad libre, lo cual no quiere decir que sea un semáforo en verde para que cualquiera se sirva.  El patriarcado nos considera algo sin entidad. Tenemos valor en tanto que somos posesión de alguien o representamos a alguien. No hace tanto de los delitos de honor. Mancillar a la doncella era ofender a la familia, y ese era el valor del virgo femenino: el honor reposaba en nuestra vagina. Por tanto se nos respetaba porque “éramos” de alguien. No porque simplemente, éramos. Pasear sola por la noche, llevar minifalda, ser abierta, sonreír, bailar, beber, coquetear, se convierte en deporte de riesgo porque se piensa que damos “facilidades” abriendo paso a lo que llega después. Hagamos autoanálisis en vez de berrear al mundo nuestra indignación. Muchos de los que ayer y hoy pasean la fotica de marras y se escandalizan no pasaban la ITV del análisis feminista. Ni por asomo.

Este caso debiera servir para hacer análisis, autochequearnos para insuflar de una puñetera vez conciencia feminista. O cultura feminista. Y dejemos las foticas y los linchamientos que dan juego a las redes pero mucho me temo que lucen como fuegos fatuos sin ninguna consistencia.






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