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miércoles, 9 de diciembre de 2015

Las Hayas del Monte Alduide

Traemos a ustedes este interesante texto inspirado por el ya próximo proceso electoral, mismo que ha sido dado a conocer en las páginas de Gara:


Pablo A. Nabarro | Militante de la izquierda abertzale

Aún conservo en un lugar preferente de la cocina de casa la carátula del calendario que este periódico publicó para el año 2013 que no era otra que una reproducción de la obra emblemática de Picasso reflejada en los hayedos del monte Alduide. Confieso cierta fascinación por esa imagen pues, desde que tuve conocimiento de su existencia me pareció una idea genial, original y por el contexto en que se circunscribía –la denuncia de la agresión medioambiental que suponía el proyecto de Magnesitas de talar miles de hayas de ese monte–, la consideré como un bello ejercicio de «imaginación dialéctica».

Hoy, afortunadamente, ya sabemos que ese expolio no se va a llevar a cabo, lo que le da más valor si cabe al Gernika de Zilbeti, convertido en un símbolo de una pequeña victoria. A día de hoy todavía no he visitado ese lugar, lo que no ha impedido que haya realizado muchos paseos imaginarios por esos lares y encontrarme entre sus hayas con una serie de dibujos dispersos aparentemente inconexos, unos más reconocibles que otros, y que sólo desde un determinado lugar la obra adquiere su total dimensión y unidad.

Estamos ante una especie de ilusión óptica que algunos denominan anamorfosis. Esta no es sino una más de las distintas formas y estilos de cómo ejercer el arte de la pintura y, aunque antiguo y poco conocido, ha recobrado cierta relevancia sobre todo en el arte urbano. Uno de sus representantes es el artista inglés Julian Beever, conocido curiosamente como el Picasso del pavimento. Define está técnica como «otra manera de ver la realidad o de expresar emociones con un estilo muy particular» para añadir «que sea entendida desde un ángulo específico».

Podríamos deducir que la realidad depende de dónde te sitúes o, lo que es lo mismo, y así se lo decía a mi amigo Txema Matanzas en una de nuestras comunicaciones epistolares: «nada es verdad, ni nada es mentira. Todo depende del lado del locutorio desde donde se mira».

Pero el Gernika de Zilbeti también me seduce como metáfora política pues identifico el proyecto de la izquierda abertzale como un gran lienzo inacabado donde las imágenes de rostros humanos de toda condición de edad, género, credo y pensamiento se entremezclan con utopías, tácticas, estrategias, organigramas, propuestas sectoriales y organizativas, enmiendas, votaciones, debates… Un collage que al igual que el Gernika de los bosques de Alduide se proyecta y se difumina por toda la geografía de Euskal Herria, de manera que al recorrer nuestras ciudades y sus barrios, nuestros pueblos, nuestros centros de trabajo, nuestros centros escolares y universitarios… nos encontramos retazos de ese collage materializados en cientos de iniciativas dispersas, aparentemente inconexas unas de otras, unas más reconocibles que otras, de más calado que otras… y detrás de todas ellas rostros humanos, la mayoría de ellos anónimos y otros más reconocibles pero unas y otros componentes de ese collage, del lienzo.

Al igual que en Zilbeti también hay un lugar privilegiado, un ángulo adecuado, que obviamente no es físico, que da unidad y totalidad a esa universalidad. Ese «espacio» no puede ser otro que la perspectiva histórica. Como también lo es la actitud personal y colectiva de ser capaces, en un determinado momento, de situarnos con la suficiente distancia para ver con objetividad lo que aún falta para conformar el lienzo en su totalidad, que no es poco, y darle los retoques necesarios para que su proyección sea lo más nítida y compacta posible. Abian es la oportunidad para este ejercicio.

Reivindicamos una nueva forma de hacer política que no es fácil, lo que nos exige una gran labor pedagógica y un esfuerzo para que la miremos también de forma distinta, rompiendo con estereotipos ya caducos con los que solemos analizar la realidad. Anamorfosis política.

Y reivindicamos una revolución democrática para transformar profundamente Euskal Herria, y esta sólo puede ser entendida como un ejercicio colectivo de imaginación dialéctica, actualizando nuestro pensamiento político y readecuándolo a los nuevos retos que nos depara un mundo convulsionado como nunca con la aparición de nuevos paradigmas, con una izquierda en general desorientada y debilitada y, en nuestro caso, en proceso de transición de la épica de la resistencia del siglo XX a la épica de la República Vasca y el Socialismo del siglo XXI.

Cambios todos ellos que no cabe duda están teniendo también una importante repercusión en nuestro tejido social, cultural y económico.

Se nos abre una era apasionante y el 20-D debe ser el inicio de la cuenta atrás. Un fuerte abrazo a todas las encausadas en el sumario 04/08. Aurrera bolie!






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