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miércoles, 27 de junio de 2012

San Marcial en Contexto

Allá cuando iniciábamos este blog ya denunciábamos la manipulación histórica que se hace acerca de la Batalla de San Marcial para beneficio de la postura españolista, o sea, que los Alardes se festejan para celebrar el triunfo de las "tropas guipuzcoanas" sobre los "invasores franceses" cuando en realidad esta batalla se dio dentro del contexto del intento de liberar la Nabarra continental por parte de sus auténticos gobernantes.

Pues bien, por correo electrónico nos han enviado los enlaces a este debate virtual acerca del tema, generado por la negativa por parte de los sectores más reaccionarios de la sociedad irunesa ante la iniciativa de equidad de género que pide la participación por igual de mujeres y hombres.

Aquí tienen la misiva que "abre hostilidades" publicada en Noticias de Gipuzkoa:

Elena Etxegoyen Gaztelumendi
Hay quienes siguen empecinados en negar lo evidente, disfrazando de autoridad moral lo que sólo es propaganda política. Digo que el Alarde de San Marcial es plenamente legal, que no es discriminatorio ni atenta contra el derecho a la igualdad ni la dignidad de la mujer, que la sentencia del Tribunal Supremo de 28 de mayo 2008 lo blinda jurídicamente como consecuencia del libre ejercicio de los derechos de asociación, reunión, manifestación, expresión y conciencia. Hablo del Alarde de San Marcial de Irun, el único Alarde, porque el denominado alarde igualitario no es tal, sus organizadores han elegido libremente que sea una manifestación. Diferente, sin duda, extravagante, inaudita y extraordinaria. De un lado, porque casa a regañadientes con los requisitos exigidos por la Ley Orgánica Reguladora del Derecho de Manifestación y Reunión, hasta el punto de que si habláramos de otra cosa y no de los sanmarciales de Irun, apuesto a que dicha solicitud sólo obtendría el no como respuesta. Y de otro, porque se trata de una manifestación financiada con dinero público, todo un despropósito.
Reconozco que la política de subvenciones y distribución de las ayudas públicas es una materia delicada y compleja de gestionar, pero ello no es óbice para exigir que la decisión sobre cuánto, cuándo y a quién responda, para empezar, a la verdad de las cosas y, siempre, a criterios de oportunidad, de necesidad, de conveniencia. Pero hay algunas ocasiones en las que, retorciendo el espíritu de la ley, entran por la puerta de atrás intereses ajenos al interés general, ése al que se deben las políticas y los políticos. Y a los hechos me remito.
El pasado 8 de junio se oficializó el convenio suscrito por la Diputación Foral de Gipuzkoa y la Asociación Alardezaleak, acordándose una aportación de 30.000 euros con destino a (sic) la organización del alarde igualitario de Irun, como forma de reivindicar la participación igualitaria de mujeres y hombres en todos los ámbitos de la vida y a luchar contra la violencia machista hacia las mujeres, ahí es nada. Miles y miles de euros en época de vacas flacas para financiar una manifestación, el capricho de unos pocos, muy pocos.
Tanto que necesitan pagar a foráneos para que desfilen y alardeen el día de la fiesta grande de nuestro pueblo. De ahí la necesidad de sensibilizar al que no comprende, o sea, a casi todos, que somos mayoría quienes no comulgamos con sus ruedas de molino y por ello han de reconducir nuestra desviada orientación sanmarcialera. Como si los y las irundarras fuéramos idiotas y nuestro Ayuntamiento, el que nos representa, una falacia. La bandera de la igualdad, los derechos de la mujer y la lucha contra la violencia machista se convierten nuevamente en la coartada perfecta que determinados colectivos utilizan para arrogarse una representación que nadie le ha otorgado. Porque, hasta donde yo sé, los miembros de Alardezaleak se representan a sí mismos.
Pero no seré yo quien niegue a nadie el derecho a celebrar el ya cercano día de San Marcial como mejor prefiera, sea a pie de calle o desfilando, hombres y mujeres, vestidas ellas de soldado si así lo quieren, aunque no ellos de cantinera, que no pueden. Pero ésa no es mi guerra. La mía es que las reglas de juego, también en el tema de los alardes de Irun y Hondarribia, sean iguales para todos, que la legalidad se cumpla y se haga cumplir, que las resoluciones institucionales se respeten, todas. También la del plenario de Juntas Generales de Gipuzkoa, que sólo un día antes reclamaba respeto y mesura para las dos formas de vivir la fiesta en Irun y que fue aprobada por una amplísima mayoría. La misma que rechazaron expresamente el diputado general, Sr. Garitano, los representantes de Alardezaleak y la directora de Igualdad, Doña Laura Gómez, a la que replico con sus mismas palabras: esto sí que es obsceno y éticamente reprobable.
Es posible que el que dicen alarde igualitario valga 30.000 euros, ellos sabrán. Lo que yo sé es que el respeto y el Alarde de San Marcial no tienen precio.

En Nabarralde hacen ciertas precisiones históricas del asunto:


L. Mª Martínez Garate
Siempre se ha dicho que la Historia la escriben los vencedores. En pocas ocasiones se podrá aplicar con mayor acierto esta sentencia. El problema sucede un poco más tarde cuando los vencidos, que mantienen con dignidad la memoria de su derrota, intentan desmontar la trama urdida por quienes triunfaron, escrita por sus escribanos a sueldo. Se abre el debate y cada parte, en la correspondiente etapa histórica, manifiesta su propia visión y recepción del hecho histórico.
Pues bien, lo dicho en el párrafo anterior tiene un importante excepción en el caso de la llamada “Batalla de San Marcial”, mejor “Batalla del monte Aldabe”, junto a Irún en junio de 1522. En este caso ha sucedido, como es normal, que los vencedores han presentado su modo de ver e interpretar el hecho histórico, pero que, para nuestra desgracia, los vencidos no sólo no han tenido la capacidad crítica de ponerlo en cuestión, sino que lo han aceptado de arriba abajo, y para colmo lo celebran todos los años con una fiesta en la que parece que les va “la vida y el honor”.
El último trabajo de Esarte Muniain tiene el acierto de presentar, en primer lugar, la versión de los vencedores, aceptada sin rechistar por la sociedad en la que se desarrollaron los hechos; para luego plantear las conclusiones a las que él ha llegado tras largos años de investigación y estudio y que quedaron plasmadas fundamentalmente en su obra magna “Navarra, 1512-1530. Conquista, ocupación y sometimiento militar, civil y eclesiástico” (Pamplona-Iruñea 2001).
La versión de los vencedores la ofrece a través de un conspicuo “intelectual orgánico” de los Austrias, de Felipe II, guipuzcoano de origen por más señas: Esteban de Garibay y Zamalloa (Arrasate, 1533 - Madrid 1600). Fue, efectivamente cronista oficial de Felipe II de 1592 a 1594 en que tuvo que cesar toda actividad como consecuencia de un ataque de apoplejía. Garibay en su “Compendio historial…” (Bruselas 1571), realiza perfectamente su tarea de tergiversador de los hechos. Su interpretación responde punto por punto a la narración que desde Fernando “el Católico”, para unos o “el Falsario” para otros, se construyó para justificar la ocupación española del reino de Navarra en 1512.
En esa narración se silencia en todo lo que los hechos permiten la presencia del sujeto político que era Navarra. La invasión es justificada por su connivencia con Francia y por la oposición de ésta al papado por sus intereses en Italia, opuesto a los de los monarcas españoles. Desde el principio de la narración se presenta como una guerra de “España contra Francia” y esta visión se mantiene hasta el final de la conquista. Para fechar este hecho se puede dar la de la capitulación del castillo de Hondarribia a principios de 1524.
En este comentario no quiero entrar a resumir ni la versión oficial española, que sigue a Garibay, ni la versión de los hechos documentados presentada por Esarte y basada en muchos años de estudio e investigación. En ella, Pedro Esarte desmonta, entre otras cosas, la pretensión española de que fue la propia población guipuzcoana de modo voluntario la que se enfrentó a las tropas ocupantes francesas.
Realmente, como era sabido y demuestra Esarte, las supuestas tropas francesas eran en realidad fuerzas al servicio de Navarra en su intento de recuperación de la soberanía del reino arrebatada por Castilla a partir de 1512 y en la que luchaban, además de navarros, gascones, franceses (recordemos que el rey de Francia Francisco I apoyaba esta campaña), lansquenetes alemanes y otros mercenarios. Los historiadores al servicio de España siempre han presentado los hechos como una guerra contra Francia con el objetivo claro de invisibilizar la realidad de Navarra. Para escamotear la conquista y ocupación ocultan su existencia. En sus textos parece que, en aquel momento, Navarra no existía como sujeto político. En el bando contrario, que servía a los intereses españoles, los naturales que participaban, como tantos de otras tierras, eran esbirros y lo hacían de forma mercenaria, como soldados a sueldo, como presenta con claridad este trabajo.
Lo más triste de todo este asunto, como ya he indicado antes, resulta de la aceptación y celebración correspondiente con la que siguen festejando, año tras año en el conocido Alarde de Irun, este hecho tan desgraciado para nuestro país. Es celebrar la ocupación y el sometimiento, es festejar la dominación y minoración. Es borrar de un plumazo la memoria histórica de una conquista que fue letal para el porvenir de Euskal Herria y, por lo mismo, falsear la versión real de la historia de una ocupación cuyas consecuencias están, a día de hoy, más vivas que nunca.




Punto E -
La composición actual del alarde poco tiene que ver con los Alardes históricos, en los que los paisanos acudían con las armas que poseían, fueran o no de fuego.
Tampoco la indumentaria actual tiene mucho que ver con la anterior a 1876. Los paisanos armados anteriores a la disolución de las milicias forales acudían con la indumentaria habitual de cada momento, lejos del tipismo y vistosidad de tipo folklórico que reviste la actual vestimenta de mandos y tropas, propias de la folklorización de las fiestas que tiene lugar en Euskal Herria entre los siglos XIX y XX.
En el Reglamento de armamento foral de Tercios de Gipuzkoa de julio de 1827 se estipula que los sargentos, cabos y soldados "usaran siempre de escarapela encarnada, para que sean más conocidos, y que en los actos de servicio e instrucción, llevarán chaqueta azul con cuello encarnado y los oficiales usarán así mismo de casaca de paño azul, abrochada con botón blanco o divisa encarnada. Nada de ésto puede advertirse en el alarde de Irún.
Diversos elementos -cantineras uniformadas, general, música, recorrido, caballería, artillería, etc.- del actual alarde no existían en los alardes forales y son producto de la sincretización folklórica aludida.
En el trabajo de A. Aramburu, introductor de la reciente interpretación foral de los orígenes del alarde de San Marcial, hallamos, sin embargo, un buen elenco de datos que avalan nuestra exposición:
-pág.126, columno 1ª, párrafo 2º: La palabra "Alarde" se cita para referirse al acompañamiento armado de la procesión, no a la revista de armas. Año 1807.
-pág. 184. "El nuevo alarde de San Marcial". En su segundo párrafo y siguientes insiste en lo mismo. Años 1879-1880.
La fiesta renovada que surge en 1881, llamada "alarde", no tiene por qué rememorar a las milicias forales, ya que se produce con carácter festivo durante el siglo XIX.
-pág. 199. "Breve comentario". Comienza reconociendo que la caballería no figuraba desde 1881; es decir, que la fiesta se modifica desde el año siguiente a su creación. En el último párrafo, de la segunda columna habla de "idénticas reclamaciones de poblaciones en idéntico caso". Luego la artillería no tiene orígen en un hecho exclusivo acaecido en Irún, como pretende Aramburu.
-pág. 200. En junio de 1883, piden corazas a los donostiarras. ¿Para un alarde foral? Ya en el párrafo segundo del "Breve comentario" se presupone que la fiesta de 1882, recien nacida, es "de utilidad y atraimiento para el forastero". Tiene utilidad turística y no una connnotación "foral".
-pág. 211, primera columna, ultimo párrafo. Aramburu justifica la presencia no histórica de compañías hondarribitarras en el alarde de Irún. En el siguiente párrafo, en la segunda columna, había una sección de la Cruz Roja... ¿alarde foral?
-pág. 226. primera columna, último párrafo.Aramburu reconoce el carácter no histórico de los hacheros, banda tamborrada. ¿Admitirían mujeres en ellos?
-pág. 229, último párrafo. Antes de "El alarde de la rebeldía y algo más", reconoce que la uniformidad en el vestir es relativamente reciente.
Otra serie de cambios significativos sufridos por el alarde: en 1980 y 1982 se han creado dos compañías correspondientes a nuevos barrios. En las ordenanzas de 1944 se prohiben los acordeones.
En resumen, la folklorización que cristaliza en 1881 y en el programa de la Comisión de festejos de 1883, muy propia de la Belle Epoque europea que recoge elementos militares y folklóricos diversos, pretende rediseñar una fiesta participativa, alegre, vistosa, no sólo para la propia población sino, como reza el mismo programa, "para el atractivo de los forasteros que concurrieran a esta villa".
Asistimos al nacimiento del Turismo y las villas fronteriza guipuzcoanas tratan de aprovechar el "tirón" de San Sebastían y Biarritz, focos veraniegos por excelencia.
Entre todas las novedades introducidas a lo largo de los años sólo hay una excepción: la participación de las mujeres en igualdad de condiciones con los hombres.
Punto F -
No es cierto que ni "desde siempre" ni desde 1881 se venga efectuando el alarde de San Marcial "de modo ininterrumpido". No es caso de enumerar las suspensiones lejanas del mismo. Baste con citar, la de 1976, al inicio de la agitada transición política, y la de 1997, presente en la memoria de todos.
"Desde siempre" no es un término válido en Historiografía. La rememoración de la batalla de San Marcial se ha efectuado de diversas formas conocidas, innovándose, creándose y añadiéndose elementos diversos a la primitiva procesión en conformidad con la filosofía de cada época.



Esperemos que Elena Etxegoyen aprenda algo de todo esto. Lo dudamos, se le ve el plumero, y es que hay que tomar en cuenta que este último texto vio la luz en Gasteiz en 1997.
 
 
 
 



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