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viernes, 1 de junio de 2012

Esparza Zabalegi | 'Espa'

Les recomendamos ampliamente este texto que nos han enviado por correo electrónico:

'Espa': algo que se encoge

Jose Mari Esparza Zabalegi | Editor

Los ateos del Dios Fútbol también estábamos atentos a la pantalla al inicio del partido Athletic-Barcelona. Queríamos ver cómo resolvían los españoles la anunciada pitada de la hinchada vascocatalana al Chunta Chunta hispano. Y la verdad sea dicha, nos sorprendieron una vez más. Era previsible lo de los 100.000 watios (muy español, eso de jugar a quién tiene el decibelio más largo) pero nos dejó descolocados lo de podar el himno hasta un tercio, para pasar cuanto antes el mal trago. ¡Qué humillación! Reducir el glorioso Himno Nacional a un mísero Chunta. Digan lo que digan del protocolo, fue algo vergonzante, como exhibir media bandera o levantar el puño con tres dedos ¿A dónde iremos a parar?

Definitivamente, España se encoge. "¡Arrí Espá!", acabarán gritando. Lo del estadio Calderón fue toda una metáfora del imperio español, que lleva cinco siglos menguando. "España o es imperio o se deshace", advirtió en 1939 nuestro paisano falangista Ruiz de Alda. Y allí donde nunca se ponía el Sol, cada día se pone antes. Ya no brilla ni en sus estadios de fútbol.

Una vez más hay que preguntarse, ¿qué es España? Porque, mientras que el navarro Axular, en 1643, ya citó con precisión los siete territorios que componen Euskal Herria, España en la misma sazón era una macedonia de naciones, partes indivisibles (manu militari, claro está) de un territorio que dejaba jirones en cualquier esquina. Hubo una España que hasta 1640 abarcaba a Portugal, (tan parte de Hispania como Castilla) y ese siglo dejaban de ser españoles Rosellón y Haití, como en el siglo siguiente dejaban de serlo Milán, Nápoles, Bélgica, Cerdeña, Sicilia y Luisiana. Curiosamente, el desinfle de España había comenzado aquí, en 1530, cuando tuvieron que abandonar por ingobernable la Baja Navarra.

"Eso era el Antiguo Régimen -podría replicar alguno-, lo que interesa es la España Constitucional, tal y como se entiende el concepto de nación a partir del siglo XIX". Sea pues, y vemos cómo Paraguay y Venezuela rompieron esa nación constitucionalmente española en 1811; Argentina en 1816; Chile en 1818; Florida, Ecuador Colombia y Panamá en 1819; Perú en 1820; en 1821 el actual México, con Texas, Arizona, Colorado, California, Nuevo México, Utah y Nevada; en 1823 Nicaragua, Honduras, Costa Rica, El Salvador y Guatemala; en 1825 Bolivia; en 1828 la Banda Oriental del Uruguay…

Mientras, España pedía guerra: "Una nación, cualquiera que sea su forma de gobierno, está obligada a mantener el buen orden en todas sus provincias, a contener el espíritu de división y escisión, y a emplear todos los medios disponibles para conservar la unidad del Estado". Este, que bien podría ser un editorial actual de El País o ABC acerca de la cuestión vasca, lo publicó El Universal de Madrid el año 1821, acerca de las "provincias españolas de América".

Y así hasta ayer: nuestros abuelos estuvieron en el 98 defendiendo la unidad patria -"hasta el último hombre y hasta la última peseta" dijo Cánovas- en Cuba, Puerto Rico, Guam y Filipinas. Y en 1899 arriaron la bandera rojigualda en las Palaos, las Marianas y las Carolinas, que ya no sabemos ni dónde caen. Y nuestra generación ha visto desgajarse de la inquebrantable unidad de España el Rif en 1956; Guinea Ecuatorial en 1968; Ifni en 1969 y en 1975 el Sáhara. Tenían carnet de ciudadanos españoles; hablaban castellano; estudiaron los mismos libros; coincidimos con ellos en la mili; rezaban como nosotros el Pater Noster; cantaban el Chunta Chunta y el Salve Regina… ¿Por qué se fueron todos? ¿Por qué nadie quería ser español? ¿Y por qué, dato curioso, en ninguno de estos lugares quedó nadie reivindicando la vuelta de la soberanía española?

Se fueron porque hasta los pueblos pobres prefieren la independencia que la sumisión a España. Y ligado a esto, porque España y su modelo de Estado no ha seducido jamás a quienes la han conocido. Porque siempre tuvo un artículo 8 en sus Constituciones para imponer con el Ejército su falsa unidad. Porque esa esencia de España, la Castilla miserable de Machado, ayer dominadora, que envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora, se está quedando sola. Y su trayectoria menguante es irrefrenable porque todos los días sus amos, sus banqueros, sus políticos y sus tertulianos siguen dándonos motivos para huir de ellos como de la peste. Un reino que hiede a naftalina, piramidalmente corrupto desde la Corona, vivero de ladrones, gavilla de pícaros y establo de mílites, que solo saben mentar la fuerza bruta cuando se les habla de decidir democráticamente sobre nuestro forzado matrimonio.

Aunque no lo quieran reconocer, la pitada del Calderón indica el fracaso absoluto de ese proyecto de Reino de España. Y augura también, aunque sea larga la noche, el alba de una futura República vasca y una República catalana. Y de paso, ojalá también de otra República española.





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