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viernes, 18 de abril de 2008

Rompiendo El Silencio

Esperando el día en que un miembro de las fuerzas represivas españolas hable acerca de los desmanes y excesos cometidos por Madrid en contra de los vascos, reproduzco aquí una nota acerca de la Palestina ocupada por los asesinos sionistas:

Provocadoras tácticas del Tsahal en los territorios ocupados

Soldados israelís rompen el muro de silencio sobre los abusos en Hebrón

Varios militares denuncian a EL PERIÓDICO los excesos del Ejército y los colonos en la localidad. "Si matas a alguien, solo tienes que decir que llevaba una pistola", afirma un reservista

Ricardo Mir de Francia | Jerusalén

La ciudad palestina de Hebrón, sede de la tumba de los patriarcas bíblicos Abraham, Isaac y Jacob, sagrada para musulmanes y judíos, es como el salvaje oeste. No hay ley, solo impunidad. Todo vale para los 800 colonos judíos y los 500 soldados israelís apostados para protegerlos de los árabes. Coincidiendo con el 40° aniversario de la ocupación israelí, una treintena de militares judíos ha contado sus experiencias en Hebrón a Rompiendo el silencio, una organización de veteranos del Tsahal dedicada a denunciar los abusos en los territorios ocupados. EL PERIÓDICO ha hablado con algunos de ellos.

"Los colonos lo dicen abiertamente. Hebrón es judío y su estrategia es expulsar a los palestinos", explica Idan, que sirvió en Hebrón hace tres años. "A los dos meses", relata, "empecé a preguntarme qué hacía allí protegiendo a una gente que rezuma odio, rechaza las leyes de Israel y destruye sus fundamentos éticos".

Escolares apedreados

En su retina siguen marcadas las tropelías que presenció. Desde niños judíos apedreando a diario a escolares palestinos o arrancando el hiyab de sus madres, a adultos que saquean las tiendas palestinas, destruyen sus casas a martillazos o talan con sierras sus olivares. "Un día intentamos arrestar a un grupo que destruía a golpes una casa palestina", cuenta Idán, estudiante de Políticas. "El Ejército no puede actuar contra los colonos, así que llamamos a la policía. Al llegar, les atacaron con huevos. Nadie fue arrestado. Hay complicidad entre policía y colonos".

Esta suerte de "pogromo", en palabras del periodista israelí Gideon Levy, tiene aparentemente el respaldo de los militares. "Aquí es el gángster el que da las órdenes al sheriff", tercia Yiftá, de 23 años y excomandante de paracaidistas. "La política del Ejército se basa en hacerle la vida imposible a los árabes para que se marchen". Los números son elocuentes. El 40% de los 35.000 palestinos que vivían junto a los colonos en el sector H2 de Hebrón ha abandonado sus casas y comercios, según B'tselem.

Para los soldados, Hebrón es una pesadilla. "Hay mucha presión y te quemas pronto porque haces guardias de hasta 12 horas", confiesa Yiftá. "En mi unidad", dice Idan, "se nos enseñaba a respetar a los árabes aunque en otras prima el criterio de que todos son terroristas". Una de las rutinas consiste en registrar las casas palestinas en busca de armas y explosivos. "Muchas veces se eligen al azar. Por orden del comandante, entras de madrugada, levantas a todo el mundo, incluidos niños y mujeres, les apuntas con el arma y arrasas con el mobiliario", afirma Yiftah. ¿Por qué se destroza el interior? "La idea es que si abusas de ellos, provocas una reacción".

"Ya puedes disparar"

Un ejemplo. "Cuando unos niños te tiran piedras, tu respondes con gas lacrimógeno sabiendo que vendrá después un adulto a tirarte un cóctel molotov; entonces ya puedes disparar a matar y cuanto antes los mates, menos riesgos", asegura Doron, de 23 años.

Como regla, confiesa, los asesinatos se encubren internamente. "Un soldado de mi unidad mató a un palestino de 19 años disparándole con balas de caucho a menos de cinco metros. Pasó días alardeando hasta que lo llamaron a declarar. Entonces dijo que disparó desde los 30 metros reglamentarios; el comandante sabía la verdad, pero no dijo nada". Idan lo explica con otras palabras: "Si matas a alguien, solo tienes que decir que llevaba una pistola".

Otra de las pautas habituales parece ser la arbitrariedad. "En los puestos de control tú decides quien pasa. Si uno te da pena puede pasar, pero si acabas de discutir con tu novia le dejas esperando". "En mi unidad", tercia Doron, "solíamos arrestar a los pastores por acercarse demasiado a la base. Yo les daba agua y les dejaba ir al baño pero luego llegaba otro y les pegaba una paliza".

Para los exmilitares entrevistados, su experiencia en Hebrón acabó siendo traumática. "Yo no maté o torturé a nadie por placer; pero siento que la guerra ha destruido mi inocencia", asegura Idan. En el caso de Yiftá, sus tres años en el Ejército le sirvieron, paradójicamente, para entender a los palestinos. "No comparto los atentados suicidas, pero sí comprendo su derecho a resistir".

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