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miércoles, 24 de octubre de 2007

Un Churro con Sabor Vasco

En la página de Vascos México se han compartido dos artículos acerca de la famosa churrería "El Moro" del centro de la Ciudad de México. En el primero el autor le arrebata su identidad vasca a los propietarios, seguramente por consigna del director del diario, aquí lo tienen:


Churrería El Moro: Un nuevo resplandor

Lugares con historia. Desde 1935 el lugar ofrece churros con chocolate en el Centro

Claudio Poblete

Con frío o con calor la sola idea de sumergir un crujiente churro, ya sea polvoreado con azúcar o canela, en una espumeante taza de chocolate despierta el antojo de cualquiera.

Esta oferta la mantiene, desde hace 72 años, la churrería El Moro, uno de los lugares más arraigados en el gusto popular de los habitantes de la Ciudad de México.

Su historia comenzó en 1935, cuando Francisco Iriarte llegó a México procedente de España con el fin de establecerse en el oficio panadero y empezar una nueva vida. Fue así como fundó dos panaderías en el centro de la Ciudad.

Posteriormente decidió preparar los famosos churros españoles mismos que con el paso del tiempo desplazaron a la panadería y se convirtieron en un negocio especializado.

Hoy, su nieto, José Javier Iriarte, asegura que el secreto de su éxito ha sido conservar en los maestros churreros la receta original traída de España y aderezada con la dulzura del buen chocolate de tableta mexicano.

"Ya somos tres generaciones las que hemos estado al pendiente de no bajar la calidad, hemos sobrevivido al paso del tiempo y hoy vivimos un resplandor de aquella época gracias a que nuevamente la banqueta del Eje Central esta libre para los paseantes", asegura Iriarte a sólo unos días de que miles de vendedores ambulantes fueran retirados de las inmediaciones.

Sin embargo, aunque durante más de 10 años la clientela tuvo que sortear los puestos para acceder al lugar, Iriarte aseguró que la clientela se mantuvo cautiva al lugar y no dejó de asistir.

También es cierto que gracias a esta acción es que nuevamente los transeúntes y miles de automovilistas pueden apreciar los vitrales del antiguo edificio, en cuyo interior se ofrecen, por módicos precios, un paquete de cuatro churros y algún tipo de chocolate o bien churros individuales a sólo tres pesos.

A la par de los más de 8 mil churros producidos diariamente, El Moro prepara tres clases de chocolate: francés, español y mexicano, por tal motivo la experiencia se disfruta con más o menos espuma, más espeso o menos cargado.

En la actualidad son más de 50 los empleados que laboran en tres turnos, con el fin de atender en cualquier momento del día a todo tipo de personas; amas de casa, trabajadores, oficinistas e incluso artistas y políticos se han dejado seducir por el olor que en ocasiones llega hasta la cercana Torre Latinoamericana.

"Los primeros 20 años de servicio cerrábamos a las 12 de la noche, sin embargo los fines de semana la gente pedía quedarse más tiempo por lo que se decidió abrir las 24 horas "Esa es nuestra filosofía darle al cliente lo que pida", finaliza José Javier Iriarte.

Churrería El Moro
Eje Central Lázaro Cárdenas 42, Col. Centro Histórico, 5512-0896 / 5518-4580.
Servicio las 24 horas del día.

¿Sabías que...?

El Moro fue el nombre que eligió Francisco Iriarte con el fin de recordar el contacto que por siglos tuvieron los españoles con los comerciantes árabes quienes en todo momento distribuían sus productos, entre ellos la fina panadería.


Afortunadamente el segundo deja las cosas en claro y restaura la identidad vasca de los personajes del primer artículo:


De Mitxelkonea a la Churrería "El Moro"

Los Iriarte-Barreneche, elizondarras en México

Alberto Alday


Francisco Iriarte Barreneche nació en la Casa Michelconea (Mitxelkonea) o Casa Canuto del barrio Chocoto (Txokoto) de Elizondo, en el navarro Valle de Baztan el 1 de abril de 1906. Llegaría a la Ciudad de México en 1924, a los 18 años de edad, para trabajar para Braulio Iriarte Goyeneche. "Don Braulio" no era pariente de Francisco Iriarte, pero sus respectivas casas nativas (Martindenea y Mitxelkonea) estaban muy próximas, cruzando la estrecha calle del Sol, después denominada calle de Braulio Iriarte, que recorre todo el barrio Txokoto de Elizondo paralela a la margen derecha del río Baztan.

Mitxelkonea era una casa de labranza detrás de la casa Pirrintenea (hoy bar-restaurante Txokoto), al otro lado de la casa Antxitonea (actualmente bar-restaurante y hotel), entre la citada calle del Sol y el río Baztan. Mitxelkonea era conocida también como Casa Canuto porque el padre de Francisco se llamaba Canuto Iriarte Goñi, de profesión labrador, nacido en Elizondo hacia 1878, casado con Manuela Barreneche Córdova, nacida en Arizkun hacia 1884.

En los años veinte Braulio Iriarte era ya un próspero empresario panadero, harinero, levadurero y cervecero en México y llamó a muchos jóvenes de su originario Valle de Baztan y otras tierras, principalmente como empleados de confianza en su red de panaderías de la Ciudad de México. Uno de estos jóvenes fue Francisco Iriarte Barreneche. Con el tiempo, Francisco se independizó de "don Braulio" y decidió dedicarse a la churrería. En 1935 fundó la churrería en la avenida San Juan de Letrán (desde 1978 llamada Eje Central Lázaro Cárdenas) del Centro Histórico que en los años treinta estaba siendo ampliada para convertirse en la calle principal o "main street", eje norte-sur y comercial por excelencia, de la Ciudad de México.

A Francisco Iriarte Barreneche (Elizondo, 1906) le siguieron en su mismo destino migratorio sus hermanos Santiago, nacido en Mitxelkonea de Elizondo en 1908, José, nacido en 1909, María del Carmen, en 1914, e Ignacio, nacido en 1921.

Santiago Iriarte casó en 1947 con Consuelo Ariztia Echenique, nacida en la casa Elbetegaraia del lugar de Elbete (Valle de Baztan) en 1916. Santiago falleció en México en 1990.

María del Carmen Iriarte casó con Anastasio Salazar en México en 1952. Falleció en Pamplona en 1979.

Ignacio Iriarte contrajo matrimonio en 1950 con Ana María Arotzarena Iribarren nacida en Elizondo en 1930.



Para ser sinceros, después de leer el primer artículo hemos llegado a la conclusión que no es culpa del reportero no haber honrado la identidad vasca de los Iriarte, por ejemplo, entre las opciones de chocolate no hay vasco, y la churrería debe su nombre a un asunto entre españoles y árabes, algo que realmente no tiene mucho que ver con los vascos. Baste decir que fueron los vascos los primeros en usar chocolate en algunas recetas. Por eso insistimos en que es necesario que los vascos sean los primeros en aprender su historia, para no andar con churros.



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