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lunes, 8 de octubre de 2007

Intelectuales Vascos y Posguerra III

Aquí les presentamos la tercera y última parte de este ensayo publicado en Revistas Culturales:

Intelectuales vascos de la posguerra

por Teresa Echenique Elizondo
Cuadernos de Alzate nº 36, Primer semestre 2007


Julio Caro Baroja: (Madrid 1914-Vera de Bidasoa 1995)

Si la vida de José de Arteche transcurrió en su práctica totalidad sin salir de su Gipuzkoa natal, Julio Caro Baroja repartió su vida entre Vera de Bidasoa (Itzea)-San Sebastián y Madrid. Muy vinculado a Navarra, en su obra estudió con gran detalle el universo vasco, al tiempo que su dimensión de hombre preocupado por proyectos públicos le llevó a verse implicado, ya en la transición, en los comienzos de la Televisión vasca; dio cursos de Doctorado en la Universidad del País Vasco en calidad de Catedrático Extraordinario, condición por la que fueron rescatados para la Universidad tras la muerte de Franco algunos estudiosos españoles que, por diferentes razones, no habían desarrollado canónicamente una carrera funcionarial. Como intelectual vasco está tratado en los trabajos dedicados a él por Jesús Azkona, Josetxo Urrutikoetxea o José Ramón Zubiaur en el tomo Los Baroja. Memoria y lección [ 32 ] . También Joan Mari Torrealday incluye su mención por extenso, haciendo con él una excepción, en una publicación en la que tan sólo se recogen autores que han publicado en euskera [ 33 ] . Fue nombrado académico correspondiente de Euskaltzaindia-Academia de la Lengua Vasca en 1947 y, después, académico de honor, todo ello en señal de reconocimiento por sus trabajos sobre la lengua vasca y el mundo cultural vasco. A su funeral, celebrado en Vera de Bidasoa en el verano de 1995, asistieron autoridades y representantes culturales del País Vasco y de Navarra, rivalizando claramente en el deseo de reclamar su figura y obra. A pesar de su conocido agnosticismo, fue despedido en la iglesia de Vera, acompañado de un solemne y emocionado "Agur jaunak".

En su obra pueden trazarse coordenadas geográficas que perfilan áreas de interés con radio creciente: el pequeño círculo de Vera y el valle del Bidasoa, Álava, el País Vasco, Navarra, el valle del Ebro, los pueblos del Norte, la Península Ibérica.. .el ámbito mediterráneo etc." [ 34 ] . Ahora bien, si bien es cierto que, cuando habla de Navarra, puede referirse sólo a Navarra, en sus trabajos filológicos, en cambio, al hablar del euskera, no hay separación entre País Vasco y Navarra, territorios en los que la lengua tiene extensión y vitalidad.

Quisiera destacar de Caro, de su obra y sus reflexiones en torno a lo vasco y a los vascos, en la trayectoria de "su aventura estrictamente individual, como la verdadera aventura intelectual, solitaria, independiente, pacífica, libre" (tal como ha escrito Miguel Sánchez Ostiz [ 35 ] ) algo que ya dije en su día y he recordado continuamente, a saber, el error de considerar que el País Vasco ha estado aislado en el pasado; dice Julio Caro Baroja en el prólogo a Estudios vascos [ 36 ] : "El vasco no es una especie de ornitorrinco o de ser aislado en el concierto de los pueblos...Dejemos el cliché del "perpetuo aislamiento", que explica fácil pero engañosamente la conservación de una lengua, que, sin duda, es lo más peculiar del vasco. Porque en la Europa occidental tal aislamiento es y ha sido físicamente imposible y el país vasco está en una de las más complicadas encrucijadas del continente".

Al declararse explícitamente discípulo de José Miguel de Barandiarán, escribía Caro algo que tiene gran relieve para ese momento: "D. José Miguel nos hablaba a mí y a un sobrino seminarista que le ayudaba, de Folclore vasco, de Arqueología o de Etnografía en general. Mientras en la Universidad tenía que aguantar tabarras y displicencias...Barandiarán nos daba ideas muy claras y exactas sobre el método histórico-cultural, sobre las recientísimas investigaciones de Malinowski, sobre la idea de Dios entre los primitivos, acerca del pensamiento de Durkheim o de Wundt...Total, que en una cueva paleolítica de Vizcaya y de boca de un sacerdote católico vasco salía más materia universitaria que de las aulas madrileñas" [ 37 ] . Esto sucedía a finales de los años veinte, cuando el País Vasco de preguerra se resentía de la falta de Universidad pública. El contexto histórico que anticipa la posguerra vasca queda completado a través del relato de su madre. Cuenta Carmen Baroja y Nessi que, precisamente el día 17 de julio de 1936, acompañó desde Vera a su hijo "Julito" a San Sebastián a dar una conferencia en el Museo de San Telmo, "ante una colección de curas y de maestros de escuela nacionalistas y algún que otro erudito, como Barandiarán. Don Julio Urquijo y Barandiarán me felicitaron por tener un hijo de tanto valer" [ 38 ] , escribe con orgullo su madre.

Luis Michelena Elissalt-Koldo Mitxelena (Rentería 1915-San Sebastián 1987)

Hijo de un artesano de Rentería, perdió pronto a su padre y tuvo que empezar a trabajar a los 14 años; tenía mala salud, pero era un hombre tenaz. Continuó los estudios de noche y consiguió sacar el bachillerato. En la cárcel empezó a estudiar, animado por Matilde, su mujer. Militó en el PNV, sufrió cárcel varios años, vivió en el País Vasco, en Torrelavega y en Salamanca; su vida académica universitaria transcurrió en Salamanca y, finalmente, en Vitoria, adonde regresó en los años ochenta para participar en la construcción de una Universidad Pública Vasca que tanto defendió a lo largo de su vida como necesidad urgente del País; su carencia constituía para él la explicación de muchas cosas. Murió en San Sebastián. Fundó la filosofía vasca, fue miembro de Euskaltzaindia, dirigió Egan , donde publicó abundantemente en los primeros tiempos. Tiene hoy un Centro Cultural dedicado a su nombre.

Fue un cultivador eximio de su disciplina académica: la Filología Vasca ( y de la lingüística, en general, y de la Lingüística Indoeuropea , aunque en menor medida): sacó a la Filología Vasca de la soledad y del amateurismo que caracterizaba a muchos de sus cultivadores, dándole una entidad científica de primer orden. Pero más allá de los límites de la materia, fue también un pensador, un intelectual.

Su significación en el mundo vasco alcanza estos hitos: 1)Promocionó una nueva generación de escritores desde Egan (fue director y crítico en esta revista) en los años cincuenta; 2)participó activa y comprometidamente en la unificación del euskera desde 1968; 3) Su obra científica sobre el euskera, escrita mayoritariamente en castellano, se afianza y acrecienta a partir de 1960; 4) Ha dejado un grupo de discípulos rigurosamente formados en los que hoy se sustenta con solidez la Filología Vasca.

Dejó una obra filológica sólida, cuyo mensaje nuclear es, en mi sentir, la idea de que "no hay lenguas puras", con todas las implicaciones culturales y antropológicas que ello conlleva: "Según todos admitimos, no hay lenguas puras, sino que todas las lenguas que existen o han existido son impuras en mayor o menor grado" [ 39 ] . Sobre el contacto entre el mundo vasco y el románico destaca este párrafo: "Vasconia, como área marginal, constituye una zona de refugio de prácticas, creencias, costumbres y técnicas muy diversas, como su lengua es puerto donde se han cobijado tantas palabras y expresiones latinas y romances caídas en desuso en sus lugares de procedencia" [ 40 ] , o este otro: "En Vasconia y zonas vecinas el acercamiento entre romanistas y vascólogos puede ser tan fecundo como es estéril su alejamiento" [ 41 ] .

Nos ha legado, por otra parte, reflexiones de gran calado al emitir juicios sobre la obra de científicos contemporáneos. Así, hay una llamada de atención sobre la universalidad de la condición humana al afirmar: "cuando un Piaget habla de que el niño adquiere a cierta edad la noción de grupo o la de retículo... no se refiere al niño francés ni al europeo, sino al niño en general, sin distinción de razas o de culturas" [ 42 ] .

Es autor de afirmaciones en las que se transparenta su concepción del mundo: "Como principio básico, yo sentaría una afirmación tajante: todas las lenguas, en principio, son equivalentes: no las hay, por naturaleza, ni mejores ni peores, ni más altas ni más bajas...La razón de esta radical igualdad de todas las lenguas, de su valor equivalente, está en que cualquiera de ellas es un sistema que, siendo en cierto modo cerrado, puede apropiarse y asimilar, de una u otra manera, si sus hablantes lo desean o lo necesitan, cuanto se ha dicho o se puede decir en otra lengua" [ 43 ] . Consideraba, además, que los saberes específicos no constituyen campos cerrados sobre sí mismos, sino que, en el universo del saber humano, "el centro está en todas partes (esto es, en cualquier parte) y cualquier centro puede servir como punto de partida en un espacio sin límites" [ 44 ] .

La asociación que entre pensamiento y filología adquiere tintes y matices muy diferentes en unas épocas y otras, en unos u otros autores, durante la posguerra y en la segunda mitad del siglo XX, es, a mi juicio, ejemplar en un autor como Michelena. Citaré uno de sus, a mi juicio, párrafos más señeros: "Yo veo las culturas en una relación de conjunto más amplio a conjunto más reducido: desde el punto de vista cultural, uno, además de ser vasco, por ejemplo, es muchas otras cosas. En el límite, allí donde el concepto de cultura como conjunto de diferencias se anula a sí mismo, uno es finalmente hombre, es decir, ser cultural en general. La cultura se ha reducido a su base común, esencial, donde ya no se hace acepción de personas, de judíos o paganos, de raza o color: a la aventura, trágica y gloriosa a la vez, de nuestra especie" [ 45 ] .

Como intelectual era heterodoxo, lo cual le permitió discrepar de consignas partidistas en ocasiones señaladas, como cuando votó a favor de la Constitución en 1978, contraviniendo incluso la llamada de su todavía partido (después abandonaría el PNV como señal de oposición al relevo de Carlos Garaikoetxea, en solidaridad con él y con otros vinculados a él).Tras su muerte en 1987 el nacionalismo vasco se vio privado de su freno ideológico más moderado y razonable; algunos dirigentes nacionalistas se sintieron libres de su incómoda discrepancia y probablemente su muerte acentuó planteamientos de índole muy distinta, lo que constituyó, según mi sentir, una pérdida para el entendimiento abierto de la convivencia plural (no sólo en lo lingüístico) de la sociedad vasca.

Final

Responder a las circunstancias de manera orteguianamente "circunstancial" es lo que hace al intelectual y por ello cabe calificar de intelectuales vascos a José de Arteche, Julio Caro o Luis Michelena.

Hay que tener en cuenta que, tras la guerra, al quedar muy limitada en España la posibilidad de expansión intelectual hacia Europa (con las individualidades conocidas, que son fruto del esforzado trabajo personal en un clima de aislamiento institucional y personal), se creó una situación de cierre sobre la sociedad española con el correspondiente análisis centrado y autoalimentado sobre sí mismo en forma continuada; y, posiblemente, esta situación se dio con más intensidad en el País Vasco por la existencia de una cierta conciencia política de la población en general, que se concretaba en la expectación creada en fechas señaladas ante la aparición ritual y arriesgada de ikurriñas, o hechos semejantes que permitían contemplar desde la niñez gestos de oposición, oficialmente compartidos, a la oficialidad reinante. Cosa distinta fue el mundo del exilio, que se configuró sobre las ideas románticas en torno a la realidad rural y a cierto localismo folclórico que debía ser contemplado con gran nostalgia desde la lejanía.

De las tres figuras de intelectuales vascos que he elegido apenas conocí a Arteche, tuve ocasión de mantener mayor trato personal (vinculado siempre a contextos académicos) con Caro Baroja. Con Michelena, en cambio, tuve la fortuna de tratar profusamente desde 1981 hasta su muerte en 1987; se trata de una figura que se agiganta ante nuestros ojos conforme va pasando el tiempo, por la forma en que fue capaz de superar sus penosas circunstancias vitales, por su legado escrito y también por su personalidad científica. Al releer sus páginas encontramos gran dosis de autenticidad en ellas, acrecentada en su posterioridad inmediata hasta haber quedado transformado ya en nuestros días en un autor clásico. Porque estos son los intelectuales vascos de la posguerra de los que he querido hablar; aquellos que, en la distancia, se han convertido en clásicos según una fórmula que sólo el paso del tiempo y la perspectiva lejana permiten medir y rescatar como tales.

Se puede decir que hasta fines del siglo XIX el universo vasco y el castellano-español habían convivido en espacio geográficamente vasco sin tensión social, cuestión sobre la que Juan Pablo Fusi ha escrito páginas de hondo calado. Tras los avatares del siglo XX, que ya nadie puede modificar (si acaso, tan sólo nos es dado modificar su interpretación), y a la vista del legado de intelectuales vascos como Arteche, Caro Baroja o Michelena, quizá podamos mirar al futuro imaginando una andadura, respetuosa al menos, mejor si, además, fuera integradora, de ambos mundos.

NOTAS

[ 32 ] Publicación, por la Fundación Kutxa , del Curso de verano Los Baroja , San Sebastián, 1996.

[ 33 ] En Euskal idazleak, gaur, (Historia social de la lengua y la literatura vascas), San Sebastián, Jakin, 1970, pág. 55.

[ 34 ] Antonio Carreira, "La obra de Julio Caro Baroja. Ensayo de clasificación temática", en Homenaje a Julio Caro Baroja , Cuadernos Hispanoamericanos, 1994, 533-534, pág. 9.

[ 35 ] "Las enseñanzas de don Julio", en Homenaje a Julio Caro Baroja , pág. 38.

[ 36 ] San Sebastián, Txertoa, 1973, pág. 8.

[ 37 ] Citado por Juan Antonio Garmendi Elósegui en su artículo "Unas cartas de Julio Caro Baroja a José Miguel de Barandiarán" incluido en el Homenaje a Don Julio Caro Baroja que la Bascongada le dedicó en el año 1994 como tomo L de su Boletín de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País , págs. 399-405. No olvidemos, para captar en su justa dimensión la intencionalidad de sus palabras, la laicidad de Caro, como señala el propio Garmendia.

[ 38 ] Carmen Baroja y Nessi, obra citada , pág. 153.

[ 39 ] En Lenguas y protolenguas , Salamanca, Acta Salmanticensia, 1963, pág. 16.

[ 40 ] Véase Luis Michelena, Historia de la literatura vasca , Madrid, Minotauro, 1960, pág.20.

[ 41 ] Véase Luis Michelena, Prólogo a la 2ª edición del Lexicón bilbaíno de Emiliano de Arriaga, Madrid, Minotauro, 1960, pág.3.

[ 42 ] Lengua e historia, pág. 152

[ 43 ] Lengua e historia, pág. 152.

[ 44 ] Lengua e historia, pág. 154.

[ 45 ] Lengua e historia, pág. 146.


Aquí tienen el enlace a la primera parte. Esperamos que les haya sido de provecho.

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