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lunes, 3 de febrero de 2025

Miguel de Iturbide y Zuría

Este texto histórico de la autoría de Joseba Asiron, mismo que ha sido publicado en Noticias de Navarra, arroja luz sobre un personaje vinculado a uno de los consumadores de la independencia de la Nueva España, posteriormente llamado México, del cual el golfo deriva su nombre.

Agustín de Iturbide Aramburu, quien era vasco por los cuatro costados, no es una figura bien ponderada en la actualidad en México, aunque los cargos de los que le acusan tanto historiadores como revisionistas no dan para que haya sido defenestrado y suenan más a mala prensa.

Tampoco debemos de olvidar que un paisano suyo, Xabier Mina Larrea, también desafió a la monarquía española y que su incursión en la Nueva España sirvió para mantener viva la llama de la insurrección en los momentos más aciagos para los insurgentes.

Ahora bien, más allá de los personajes, es interesante ver la cantidad de movimientos independentistas en contra de la corona espñola que existían en el siglo XVII.

Lean ustedes:


Miguel de Iturbide y Zuría: De héroe de los tercios de Flandes a traidor “independentista”

En 1648, la monarquía española enfrentó una gran crisis, con revueltas y una dura represión que alcanzó a muchos, incluidos navarros hoy olvidados

Joseba Asiron

Los Iturbide de Gartzain

Hoy en día el caserón conocido como Iturbidea de Gartzain (Baztan) tiene la fisonomía de uno más de los caseríos vascos de la zona, y no permite adivinar su origen medieval. Y es que el paso de los siglos ha desfigurado lo que en inicio debió ser una torre defensiva, casa solar de los Iturbide y lugar de nacimiento, en 1607, de Miguel de Iturbide y Zuría Mayor, hijo de Sancho de Iturbide y Rafaela de Zuría. Los Iturbide formaban parte de la más antigua nobleza del reino, y como tal su escudo, tres fajas verdes sobre fondo plateado, figura en el Libro de Armería del Reino de Navarra, donde se recogían los escudos de los más importantes clanes nobiliarios del reino. Es seguro que en su infancia Miguel escucharía mil veces las viejas historias de la familia, las mismas que, años más tarde, sirvieron para que fuera nombrado caballero de la Orden de Santiago. Historias seguramente fantásticas y difíciles de comprobar, como aquellas que aseguraban que sus antepasados habían servido a los reyes de Navarra en las batallas de Valdejunquera (920), Calatañazor (1002) y Navas de Tolosa (1212). Mejor documentada está la colaboración de los Iturbide en las empresas de la monarquía española, y así, Juan de Iturbide, tatarabuelo de Miguel, fue banderizo beaumontés que colaboró en la conquista de Navarra, participó en el asedio de Amaiur y murió preso de los franceses en Dax. Le sucedió su hijo Sancho, bisabuelo de Miguel, y a este su hijo, llamado también Sancho. Cinco hermanos de este último, tíos-abuelos de Miguel, murieron sirviendo a Felipe II: dos luchando contra los turcos en la batalla de Lepanto, uno en Francia, en el tercio del guipuzcoano Alonso de Idiáquez, otro en Flandes y otro en Nápoles. Su tío, el maestre de campo Pedro de Vicuña, murió de dos arcabuzazos en Vervins (Francia), y hasta su propio padre perdió un brazo tras despeñarse con su caballo en acto de servicio.

Soldado heroico en los tercios

Con estos antecedentes a nadie extrañará que Miguel eligiera la carrera de las armas. Sabemos que se enroló en el ejército de Flandes en 1625, con 18 años, y sirvió en el tercio de Alonso Ladrón de Guevara. Sus superiores lo describen entonces como “principal, particular y valiente soldado”, habiéndose distinguido en el asedio de la ciudad de Brujas. En 1931 un teniente coronel del ejército español, Eufrasio Munárriz, escribió una novela histórica sobre Miguel de Iturbide donde se pone mucho acento en sus hazañas militares, aunque ignora casi por completo su faceta política y su relación con Pamplona. Sabemos, eso sí, que en 1631 tuvo que regresar de Flandes por la muerte de su padre, y que posteriormente se integró en la compañía de Alonso de Cosgaya para combatir a los franceses en Hondarribia. Informado el virrey de que Miguel hablaba euskara y francés, lo envió a espiar los movimientos de tropas y las fortificaciones de San Juan de Luz, Bayona, Dax y otros lugares, trabajo que le ocupó varios años. Regresó en 1635 y marchó a Madrid para informar, siendo alabado por el mismísimo conde-duque de Olivares e ingresando en la Orden de Santiago. En 1636 forma parte del contingente que invade Francia, tomando Ziburu, Sara y Ainhoa al frente de 500 baztaneses. En septiembre de 1638 colabora en el desbaratamiento del asedio francés de Hondarribia, y acto seguido marcha a Cataluña, donde será herido de un mosquetazo. Regresa entonces a Navarra para recuperarse, poniendo final a su carrera militar, con el rango de capitán de “caballos corazas”, es decir de la caballería pesada o “acorazada”. Es muy posible que en este tiempo estableciera su residencia en Pamplona, casándose con Clara de Argaiz, con la que tuvo al menos una hija, llamada Magdalena de Iturbide.

Regidor y diputado en Pamplona

En 1643 y cuando Miguel cuenta 36 años es nombrado regidor (concejal) por el burgo de San Cernin. Durante un año desempeñará funciones de índole representativa, militar y logística en el ayuntamiento, desde desfilar por las calles encabezando la milicia o participar en la marcha “en cuerpo de ciudad”, hasta apadrinar al hijo del virrey, pasando por custodiar las armas depositadas en la armería o supervisar el suministro de pan, vino y aceite de Pamplona. Por ello su firma aparece con asiduidad en el Libro de Actas del Ayuntamiento de Pamplona. La carrera política de Miguel culminará cuando en 1644 sea nombrado diputado por Pamplona en las Cortes del Reino, convirtiéndose en el político navarro más carismático e influyente del momento. Es en este tiempo cuando, declarando como testigo en un litigio, afirmaba que “la lengua matriz de este Reyno (...) desde Tafalla hasta los Pirineos (...) es la bascónica o bascongada (...) que es la que hoy se practica en toda gente ordinaria...”

Mientras tanto, la situación política se ha complicado muchísimo. En 1640 Cataluña y Portugal se habían alzado en armas para conseguir su independencia, y la corona quiso convertir Navarra en centro de reclutamiento para el frente catalán, contraviniendo lo que dictaba el Fuero. El virrey español, conde de Oropesa, presiona a unas Cortes que, lideradas por Iturbide, se resisten a los reclutamientos forzosos y amparan y protegen a los navarros que desertan. En febrero de 1645 el conde de Oropesa manda a galeras a ocho desertores navarros, y las protestas alcanzan cotas de escándalo en Pamplona. Iturbide, abiertamente enfrentado al conde de Oropesa, viaja a Zaragoza, donde se encontraba el rey, y consigue algo inaudito y sin precedentes, la destitución y traslado del virrey.

Un asesinato de estado

Pero Miguel de Iturbide se estaba acercando demasiado al abismo. En 1646 Felipe IV se desplaza a Pamplona, acompañado del príncipe heredero Baltasar Carlos, para jurar los fueros de Navarra e intentar calmar la revuelta situación política, pero en la práctica nada se consigue. A las rebeliones secesionistas de Portugal y Cataluña se añaden conspiraciones en Aragón y Andalucía, y surge entonces la sospecha de que Iturbide es en realidad el cabecilla de un intento por recuperar la independencia de Navarra. Y el hecho de que en las conversaciones que se llevaban a cabo con Francia el estado vecino comenzara a introducir la “cuestión navarra” aumentó aún más los recelos. En el invierno de 1646 Iturbide recibe la orden de marchar a Madrid, únicamente con la intención de alejarle de Pamplona, núcleo de una eventual conspiración. Permanece allí en situación de libertad vigilada y, todavía un año después, el 19 de julio de 1647, en la correspondencia mantenida con Navarra se aseguraba que no le habían comunicado la razón de su destierro, aunque no constaban cargos contra él. Por fin, de manera fulminante, Miguel de Iturbide es detenido e inmediatamente asesinado el 15 de agosto de 1648. En una carta que se ha podido conservar, escrita por el militar Carlos Padilla a su hermano, se dice: “A un caballero llamado Don Miguel de Iturbide y a otro letrado, ambos navarros, prendieron esta noche. Ya son muertos, dicen que de repente. El pretexto fue conjuración en Navarra, eran de allí entrambos”. Esta es la única pista que existe sobre el destino final de Miguel de Iturbide. Cómo murió, dónde fue enterrado y quién era el otro navarro asesinado con él, constituye un misterio. Lo único seguro es que el baztanés pasaba así a engrosar una larga lista de navarros que, a través de los siglos, intentaron preservar la personalidad y el autogobierno de Navarra, siendo víctimas de la monarquía hispánica. 174 años después de la muerte de Miguel de Iturbide un familiar suyo, descendiente del mismo tronco baztanés y llamado Agustín de Iturbide y Aramburu, se convertirá en líder de la independencia mejicana e incluso llegará a ser nombrado emperador de Méjico pero, como suele decirse, esa es otra historia... 




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