Desde El Mundo traemos a ustedes este artículo acerca de un proyecto que llevará la figura del lehendakari Jose Antonio Agirre a la pantalla:
Una película y una serie documental repasa la trayectoria de 'El Gobierno Vasco en el exilio'Beatriz RucabadoFueron años tristes, en los que parecía que no había luz al final del túnel de la dictadura y el exilio, pero también un tiempo marcado por la esperanza y la capacidad de alcanzar acuerdos entre distintas tendencias políticas en aras de un bien común. Esta fuerza, sustentada en la figura conciliadora de José Antonio Aguirre, fue lo que permitió que el Gobierno vasco, constituido en octubre de 1936, cuando ya el fragor de la guerra civil se extendía por España, perdurara más de 40 años en el exilio. El Ejecutivo se convertía así en la única institución creada en la época republicana que pervivió sin disolverse hasta la llegada de la democracia a España y la aprobación del nuevo Estatuto de Autonomía en 1979.Una serie y una película documental homónimas producidas por Triano Media y con asesoramiento de historiadores de la UPV/EHU y la Universidad de Deusto recogen ahora su historia en El Gobierno Vasco en el exilio. Crónica de una esperanza. La serie, de siete capítulos, será estrenada próximamente en televisión, mientras que la película, una síntesis de 80 minutos que aborda la acción de gobierno durante esas cuatro décadas, podrá verse mañana en el Teatro Campos Elíseos de Bilbao.«El trabajo es ante todo una historia del país, porque el Gobierno vasco de entonces fue capaz de reunir a socialistas, comunistas, nacionalistas y republicanos tanto de Unión Republicana como de Izquierda Republicana, es decir, todo el espectro ideológico excepto las derechas sublevadas», destaca el director de la cinta, Antonio Cristóbal. Entre las conclusiones que arroja este repaso a la historia resalta el tesón de unas personas que nunca se rindieron y que, «por encima de las diferencias», vieron lo que los unía. «Fue gente que miraba a largo plazo, que trabajó muchas veces de forma silente y abnegada; y todo por un objetivo que consideraban primordial: recuperar la libertad», subraya.El relato recorre el período comprendido entre 1936, cuando Aguirre jura su cargo en Gernika como presidente del primer Gobierno vasco, y 1979, cuando un 15 de diciembre -hace hoy exactamente 35 años- se produce el regreso de Jesús María Leizaola como segundo y último lehendakari en el exilio.Para ello, la serie y el documental han contado con el asesoramiento de historiadores de UPV/EHU como José Luis de la Granja, Ludger Mees y Santiago de Pablo, que participaron como autores en la reciente biografía de Aguirre La política como pasión; además, en los guiones han colaborado otros expertos como la doctora en Historia Contemporánea de la Universidad de Deusto Leyre Arrieta y el archivero del Archivo del Nacionalismo de la Fundación Sabino Arana Iñaki Goiogana. La serie ha contado además con el testimonio de medio centenar de entrevistados entre los que se cuentan políticos, escritores, testigos de la guerra y descendientes y familiares de muchos de los protagonistas.Sus relatos, y las grabaciones en más de 60 localizaciones, han permitido dar cuerpo a un proyecto que surgió de una idea del periodista Ander Landaburu, quien, recuerda Cristóbal, quería rendir un homenaje a aquellas personas que habían formado parte del exilio y «de todo el entorno del Gobierno vasco», bien en su seno o en «todo lo que había a su alrededor» e incluyendo a «todos los espectros políticos e ideológicos que lo compusieron».Partiendo de esta idea, el trabajo documental ha rescatado el periplo de un Ejecutivo constituido en octubre de 1936, con la guerra ya comenzada, y que hasta la caída de Bilbao tuvo apenas nueve meses de vida. En ellos, sin embargo, tuvieron tiempo de crear una universidad vasca (con la primera facultad de Medicina en el Hospital de Basurto), la Ertzaintza, tribunales populares de justicia, una moneda e incluso pasaportes.Con la ocupación de Bilbao en junio de 1937, sin embargo, comenzó un dramático y largo exilio primero en Cantabria y Cataluña, y meses después en Francia, Inglaterra o América. Episodios dramáticos como la reclusión de miles de vascos en campos de internamiento (los de Argelés sur Mer o Gurs en el sur de Francia) y la pérdida de la sede de la Avenue Marceau de París durante la Segunda Guerra Mundial se mezclan entonces con momentos de gran activismo internacional que llevarán al Gobierno vasco a convertirse en un «aliado estratégico» de americanos e ingleses, que se sirvieron de las redes vascas de información para controlar los movimientos de los alemanes. Con el fin de la Segunda Guerra Mundial y el comienzo de la Guerra Fría, sin embargo, el apoyo internacional se va enfriando.En 1959 se produce además la aparición de ETA, que, si bien en un primer momento «asume que el Gobierno vasco es el legítimo representante del pueblo vasco», no tardará en virar hacia la actividad terrorista y en convertirse en un elemento que «condiciona toda la lucha antifranquista desde el interior». «Si bien es cierto que el Gobierno vasco nunca apoyó, se solidarizó o estuvo de acuerdo con la conducta terrorista de la organización, en aquel contexto en que aún había una dictadura y una represión en España, aun no solidarizándose, sí había una especie de comprensión no sólo por su parte, sino por la de todos los sectores del antifranquismo», apunta.Los 60 y 70 fueron además años marcados por el nombramiento de Leizaola como sucesor de Aguirre, que murió el 22 de marzo de 1960 y que había sido clave para la supervivencia del Gobierno vasco. «Aguirre era un hombre carismático, un gran político y un gran negociador que fue capaz, junto con Indalecio Prieto, de cerrar el Estatuto Vasco que dio lugar a este primer Gobierno vasco», dice Cristóbal, quien resalta que Aguirre era además una persona «muy importante en el exilio», hasta el punto de que «pudo haber llegado a ser presidente del Gobierno de la República de haber querido». Su fallecimiento, por tanto, dejaba «un vacío muy difícil de ocupar». Pese a ello, liderado por Leizaola, el Gobierno vasco en el exilio sobrevivió otros 19 años, hasta que, con el nuevo Estatuto de Autonomía aprobado, pudo regresar a Euskadi en 1979.
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