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sábado, 8 de junio de 2013

Echeverría V. | Tepito

Ahí donde la gentrificación, pilar esencial del neoliberalismo actual, se enfrenta con el aprovechamiento del lumpen -en el caso mexicano, allí se reclutan por igual halcones y porros- por parte de los regímenes autoritarios se encuentra... Tepito.

Tepito

Tepito:  barrio de artesanos, pobre, bravo, comercial y en el centro histórico del DF

Pedro Echeverría V.

Mucha gente en el país se alarma por el crecimiento de la “informalidad” y, por tanto de la inseguridad y el peligro en la ciudad de México. Más cuando durante una semana los medios de información hablan de que una docena de comerciantes de Tepito –que visitaron un bar- han desaparecido sin que nadie conozca las causas. Los medios alarman en sus noticieros, pero no analizan las causas del fenómeno que se repite a diario en la República. No se habla del desempleo, de la explotación, de la miseria de la mayoría de la población y mucho menos de la acumulación de riquezas en unas cuantas familias. Prefieren los medios profundizar  la morbosidad y la ignorancia en la gente para que no se de cuenta  de la realidad.

Tepito es quizá el barrio más conocido de la ciudad de México; está apenas a unas 10 cuadras al norte del zócalo de la ciudad, vecino del mercado de la Lagunilla y rumbo a Tlaltelolco y la Villa de Guadalupe.  Alguien diría: “Quien no conoce Tepito no conoce México”. En las últimas décadas ha ocupado altas columnas en los medios de información por problemas con los gobiernos de la ciudad que los vigilan y persiguen porque los acusan de tener que ver con su extenso mercado ligado con el contrabando y el narcotráfico. En más de 50 veces los domicilios y bodegas de los tepiteños han sido cateados por policías y ejército provocando grandes manifestaciones y resistencias de los miles de comerciantes y habitantes del barrio.

Conocí bien Tepito en los años sesenta como barrio de pequeños comerciantes y artesanos zapateros. Compré un mimeógrafo, discos, tanques de gas y libros. En la Lagunilla, todos los domingos durante 50 años, se han instalado dos cuadras en mesas de exposición y venta de libros usados (y algunos nuevos) a la que acudí miles de veces; y cuando en los setenta adquirí un VW que varias veces choqué, era en Tepito donde me lo hojalateaban y pintaban totalmente en seis horas y al más bajo precio por varios chavos  en la calle y oliendo thiner  para olvidar el hambre. Realmente eran unos héroes del trabajo: hojalateaban, despintaban , ponían pintura base… arreglaban asientos y hasta le hacían a la mecánica, pero todo en grupo, en colectivo.

A partir de los ochenta, con la aprobación del “libre comercio”, Tepito se transformó radicalmente. Antes sólo tenía tres mercados públicos, un campo deportivo y la actividad comercial se reducía a esos mercados y dos o tres calles al aire libre; hoy –sólo Tepito- abarca más de un kilómetro cuadrado de superficie comercial; si antes los comerciantes eran mil, (los que vivían en el barrio) hoy son más de 50 mil que seguramente habitan allí y barrios vecinos. Creció Tepito al ritmo de la ciudad de México impulsado por el “libre comercio”; pero no solo Tepito también la Lagunilla, Mixcalco, La Merced y toda esa zona norte y oriente del centro histórico. ¿Por qué tan “preocupado” el gobierno si a falta de empleo el comercio y el ambulantaje son una respuesta?

Ese kilómetro cuadrado de Tepito, lleno de casas coloniales muy abandonadas y deterioradas que han servido como “casas de vecindad” y bodegas –por formar parte del centro histórico- ha desatado ambiciones de grandes multimillonarios por su expropiación. Dado que en la ciudad de México se han construido en los últimos años centenares de condominios para acomodar a cientos de miles de familias solicitantes de vivienda, es posible que los poderosos dueños del dinero busquen instrumentar una expropiación de Tepito para “modernizar el barrio”,  sobre todo, para evitar “la peligrosidad del barrio bravo”.  Me recuerda cuando en los setenta fueron desalojados en Iztacalco más de mil familias –a quienes desde CCH dábamos solidaridad- que habían construido allí sus miserables viviendas.

Así que todas las campañas de desprestigio y calumnias de los medios de información contra el barrio de Tepito y sus habitantes de ser violentos y peligrosos pueden estar muy bien dirigidas para ir acabando –pedazo por pedazo- con ese barrio muy populoso y famoso de la ciudad de México. Tepito no es el mejor ni el peor barrio; hay otras mil colonias y barrios, suburbios, que tienen sus glorias y sus caídas, sus historias de personajes populares que a pesar d haber surgido de cunas pobres lograron destacar en el capitalismo. Las historias de esos centros de población que han creado costumbres, tradiciones, leyendas, son las que en conjunto han creado la cultura mexicana. Querer desaparecerlas en nombre de la “modernidad” es condenable.

La realidad es que se ha abusado desprestigiando y diciendo que el barrio de Tepito, que la Bondojo, La Merced, la misma ciudad de México, son lugares peligrosos por los múltiples secuestros y asaltos. Obviamente las zonas residenciales de los ricos: Las Lomas, Polanco, Santa Fé, dicen, son colonias seguras. Yo siempre he presumido que en 50 años de vivir y visitar el DF nunca he sido asaltado quizá porque ven que nada me brilla. Mi hija –que no respeta mis canas ni nada- encontró una salida: “Claro papá, cómo te van a asaltar si con esa melena, las barbas y tu forma de vestir, creen que tú eres el asaltante”. Me ayudó a empeorar mi presentación.






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