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domingo, 2 de junio de 2013

La Lógica Aplastante

Traemos a ustedes esta editorial de Gara en la que se incide en el momento actual que se vive en Euskal Herria poniendo el foco en lo que ha dejado al descubierto la declaratoria de la ONU con respecto a María Atxabal.

Lean por favor:


Las recomendaciones del Foro Social hechas públicas esta semana responden a una lógica aplastante. Esa lógica, sin embargo, no se corresponde con la utilizada tradicionalmente para comprender y posicionarse ante el conflicto vasco y su resolución. Evidentemente, contiene elementos comunes a cualquier proceso de resolución de conflictos políticos, extraídos de aquellos lugares en los que esos procesos han sido resueltos de manera positiva, nunca perfecta. También incluye recomendaciones de sentido común, como son la necesidad de diálogo, de consensos, de preservar la verdad y la memoria o de no dejar lugar a la impunidad.

El marco general de las recomendaciones también responde a esos modelos, es decir, parte de la base de que aquí existe un conflicto político con responsabilidades por todas las partes implicadas. Algo que algunos siguen empeñados en negar, porque sería tanto como aceptar su responsabilidad y la impunidad de la que han gozado hasta ahora. La misma impunidad que, paradójicamente, les permite negar la existencia del conflicto, solo porque las acciones de su parte no han tenido consecuencias penales. Basta ver el tema de las torturas, que esta semana volvía a salir a la luz al hacerse oficial el dictamen del comité de Derechos Humanos de la ONU que concluye que María Atxabal fue torturada en dependencias policiales, instando al Estado español a investigar el caso y reparar el daño causado. ¿Cuántos dictámenes y sentencias internacionales hacen falta para que el Estado acepte una realidad que todo el mundo en Euskal Herria conoce y reconoce?

Dentro de ese marco las recomendaciones son, en primer lugar, para la sociedad vasca, que ante la falta de voluntad de los estados debe adquirir un nuevo protagonismo. Pero, evidentemente, los expertos interpelan a todos los agentes implicados, se den o no por aludidos.

Unilateralidad que genere oportunidades

Aquellos que, como Rodolfo Ares, han intentado traducir las propuestas de los expertos internacionales al habitual esquema de parte han vuelto a mostrar su torpeza intelectual y política. Ese esquema muestra una concepción dicotómica de la realidad, donde los buenos son tan buenos y los malos son tan malos que ni los unos ni los otros parecen humanos, donde el sistema es tan perfecto y su alternativa tan abyecta que en vez de un análisis histórico-político parece un relato bíblico -algo que no casa con la realidad vasca, a no ser que se asuma la idea de que se trata de una sociedad enferma-. Ese esquema responde asimismo a una lógica de vencedores y vencidos, cuando aquí aún hay mucho partido por jugar y la posición de los estados no es precisamente de fortaleza -ni interna ni externa, ni en este ni en el resto de temas-. Sí, también han evidenciado sus intereses, totalmente alejados de la voluntad de llegar acuerdos, de alcanzar la paz, de asumir unos mínimos democráticos, de actuar con justicia. Prefieren pensar, o al menos hacer ver, que este es un proceso de rendición del adversario. Pero, si realmente así fuese, ¿no estarían aplicando otras políticas, dentro de la lógica «magnanimidad» que se les supone a los vencedores? ¿Por qué promueven el fantasma de la escisión con tal énfasis que parecen desearla, aun a sabiendas de las consecuencias que esta tendría?

Cada vez parece más evidente que la unilateralidad no va a generar por sí sola una bilateralidad, no al menos en el corto plazo, menos aun entendida como una mesa de diálogo integral entre las partes. ¿Sería positivo que hubiese una negociación de ese estilo? Sin duda sí, en la medida en que aceleraría cuestiones urgentes, especialmente relativas a derechos humanos que están siendo vulnerados. Eso también se deja entrever en las recomendaciones. Pero, desde un punto de vista político, dependería del resultado y, sobre todo, del cumplimiento de los acuerdos. En este sentido, una de las razones que justificaron el cambio de estrategia de la izquierda abertzale fue la constatación de que el Estado español, en lógica bilateral pero en posición de dominio, no cumple su palabra. Así lo evidencia no solo el proceso anterior, sino el incumplimiento mismo del Estatuto de Gernika tras más de tres décadas -aunque el PNV lo obvie al «negociar» transferencias que, por ley, ya le corresponden a Lakua-. Es más probable, y quizás políticamente fructífero, que la unilateralidad fuerce una multilateralidad en la que quien no participe acabará perdiendo.

Los políticos conservadores y quienes ostentan privilegios adquiridos durante décadas -sean estos económicos o de derechos políticos y reconocimiento identitario- aspiran a que la situación actual se convierta en una suerte de «nueva normalidad», tanto en lo político como en lo social. Pero si algo resulta complicado en esta coyuntura es prever escenarios futuros. Lo mejor es prepararse para los acontecimientos, que sin duda seguirán rompiendo esquemas. Para ello hay que mantener el pulso del momento histórico, algo difícil en esta atmósfera gris como el clima, de incertidumbre general y de mediocridad, roma de liderazgos y secuestrada por intereses creados. En ese camino es necesario implicar a la sociedad, hablar a la gente, abandonar el código impuesto. La lógica de la unilateralidad puede ser aplastante si se inserta en un relato, se le dota de visión, se articula en una agenda, se formula como alternativa y se aplica sin complejos, en un esquema de lucha emancipadora. A través del desequilibrio se generarán oportunidades que habrá que aprovechar.

Puestos a hacer recomendaciones, en este ámbito la clase política de Hego Euskal Herria debería mirar al norte del Bidasoa. Ayer en Baiona dieron una lección de liderazgo político compartido al servicio de la sociedad. En el fondo, de eso trata todo esto.






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