Este texto ha sido publicado en Gara:
Nicolás Xamardo y Jurgi San Pedro | investigadores sobre Oteiza
1959, año para el presente: Oteiza, PNV, España, ETA, Cuba...
Las figuras y los elementos que conforman el título de este artículo sirven a los autores para realizar un repaso de estos últimos cincuenta años. Hechos acaecidos entonces conforman una cadena que llega hasta nuestros días, en una reflexión que los autores van construyendo en torno a la figura y la larga sombra de Jorge Oteiza.
Cincuenta años son de los tiempos de la «prohibición de Arantzazu». Una «prohibición-tipo» con un impacto político y simbólico en tierras vascas que se sigue reproduciendo hoy ante una realidad insumisa.
Nuestro mayor estratega de la imaginación, Oteiza, militante perteneciente a una generación politizada por la causa perdida en el 36, anuncia en 1959 el abandono de una práctica escultórica con letras mayúsculas en la historia del arte, y después de marcado el golazo en la Bienal de Sao Paulo, en Brasil (1957). Un golazo significante, que su mejor biógrafa, Pilar Muñoa, describe así: «Proyectó su montaje como una callada 'conspiración' en apoyo en unas esculturas en las que creía. En aquellas circunstancias se sintió más que nunca parte de un 'pequeño y prohibido y entrañable país' y en sus declaraciones dejó claramente puntualizadas sus características políticas y artísticas como vasco».
Cosechado ese reconocimiento internacional, se lanza a una praxis que pretende ser expresión de un sentir popular, de una política libertadora a partir del arte. Oteiza abre un tiempo de trabajo comunitario organizado en torno al cambio de paradigma, por un mejor conocimiento de nuestra realidad: ¿de dónde venimos, quiénes somos y a dónde vamos?
Se da reinicio a un tiempo de prácticas transdisciplinares y de profundizaciones humanas sobre las teorías al uso, que una inaccesible academia no revisaba hacía mucho tiempo. Son tiempos de nuevos aportes empíricos heterodoxos a la Arqueología, a la Historia, a la Antropología, a la Filología vascas. El aporte intelectual transdisciplinar al conocimiento del cromlech, que enseñaba a imaginar «identidad con arte», es buen ejemplo de ese tipo de aportes innovadores.
1959 es también el año del último mensaje navideño de un nombre propio en la viviente cartografía simbólica del Pueblo Vasco. El lehendakari Aguirre iniciaba así su último mensaje:
«Compatriotas: La conducta política está llena de contrasentidos. Los mismos gobiernos que hace 10 años excluían al régimen de Franco de la comunidad internacional condenándolo como cómplice del nazi-fascismo, lo han admitido en las Naciones Unidas y en la UNESCO. Hasta la Europa reacia a estos reconocimientos le ha abierto las puertas de O.E.C.E. impulsada por lo que se llaman realidades económicas. Los intereses conservadores, generalmente indiferentes a matices ideológicos, lo ha propiciado (...)».
Letras desde el exilio de un hombre que supo mantener, hasta la muerte, la interlocución internacional por «la causa nacional» en su máximo nivel. Un nivel de interlocución, que en el presente se ha devaluado tristemente por sus herederos de Partido ¿Cuántas reuniones ha tenido la ejecutiva del PNV de hoy, por decir algo, con un Obama, un Brown o un Sarkozy, para insistir sobre nuestra problemática nacional, si tan leales a sus mayores y tan abocados a «la causa pendiente» están?
Evidencias hay para pensar que los intereses de la cúpula del PNV dejaron de ser los intereses de «su» pueblo, tras la muerte de Aguirre, para pasar a ser los del gran capital que precisamente arribaba ese año a España, 1959, el «año de la devaluación de la peseta», del llamado «Plan de Estabilización» con el que Franco empezaba a bajarse los pantalones, en una España recién tomada por los cuadros del Opus Dei, formados en USA, y a los que el PNV debía aprender a complacer ¿Todavía hoy? Que en definitiva se materializa hoy en la bajada de pantalones del PNV ante «la prohibición» de la reivindicación histórico nacional de «este pequeño y prohibido y entrañable país».
Es el año 1959, casualmente, el año de la irrupción en la escena política de la organización vasca de resistencia armada, ETA, quien logra ante la comunidad internacional identificar el tema para el entendimiento mutuo Estado español fascista-pueblo vasco, en un punto de incomparable trascendencia política para el futuro, que es presente.
Ha sido una realidad incontestable, pero ocultada sistemáticamente, la relación Oteiza-ETA, más allá de la relación personal con Txabi Etxebarrieta; tal y como lo testimonian distintas investigaciones. Así por ejemplo, la tesis de C. Martínez Gorriarán «Jorge Oteiza y las Vanguardias históricas: el arte como sistema simbólico» (1991). Se afirma que ETA, «en 1963, llego a introducir en su programa cultural algunas de las exigencias de Oteiza expuestas en el «Quosque tandem...!», como la fundación de un Instituto Vasco de Investigaciones Estéticas Comparadas». Afirmando en su nota -citando como fuente a G. Jáuregui- que la iniciativa práctica «de Oteiza para que las empresas y los bancos vascos colaborarán económicamente en la financiación del Frente cultural (...) fue la base del impuesto revolucionario de ETA».
Año 1959, una significante Cuba llena de pueblo, accede por la vía insurreccional armada al poder. La radicalidad romántica se abre espacio y tiempo, en un contexto de guerra social y deslegitimación político-institucional. Cuba se convierte desde entonces en referente internacional del compromiso sincero con la humanidad.
Casualmente es el año 1959, cuando la Academia Errante celebra su primera reunión. Es octubre en Azkoitia. Una Academia de corto recorrido, perseguida por esa oscurantista España, en la que nuestro Oteiza participó, para invocar a esa Cuba «actual», como lugar de comuniones de necesidades de arte y radicales compromisos políticos. Fue en esa reunión celebrada en homenaje a Pepe Villar (1961), con la Generación del 98 como pretexto de la reunión, donde nos dejó escrito: «La pérdida de Cuba para España provocó la sacudida espiritual, el despertar violento de nuestros hombres del 98 a la vida. Podemos afirmar que todos ellos se propusieron la independencia y la salvación de la última colonia que nos quedaba después de Cuba: el propio pueblo español. Vemos claramente hoy que las barbas de nuestros hombres del 98 son las que les han crecido a los hombres de la cuba actual...».
Oteiza continúa y hace una propuesta expresa, en presencia del amigo y editor Bernardo Estórnes Lasa, para proponer(le) como «libro actual de proyección popular entre nosotros -dice- un título que dijese: 'Nuestras barbas del 98 y las de Cuba, ganan' en una cubierta llena de barbas mezcladas».
¿Qué significa esa relación victoriosa entre barbas en la imaginación de Oteiza? Se sabe que años más tarde andaba pendiente de preparar un trabajo sobre «Arte y Revolución» -como indican algunos de sus papeles, accesibles hoy en Alzuza-.
Año 2009 ¿Cómo lograr identificar las barbas de Oteiza con las nuestras, para subvertir el esperpéntico panorama político actual: Patxi López en Ajuria Enea, los hijos y nietos de los que bombardearon Gernika marcándole la política institucional, un PNV a la deriva y un abertzalismo todavía sin un polo soberanista que diga «aski da, gure ordua heldu da»?
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