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viernes, 4 de octubre de 2002

Grotesco y Ridículo Nacionalismo Español

Grotesco y y ridículo son dos términos que el grotescamente ridículo José María Aznar debería evitar a toda costa.

La Jornada trae a nosotros información acerca de las reacciones suscitadas por la balandronada nacionalista llevada a cabo nada más y nada menos que en la Plaza de Colón, el lugar en el que la hispanidad celebra el genocidio perpetrado por el imperialismo español en América.

Adelante con la lectura:


Repudian nacionalistas catalanes, vascos y gallegos un homenaje a la bandera española en Madrid

"Grotesca y ridícula", la polémica, afirma el presidente José María Aznar

Armando G. Tejeda | Corresponsal

El presidente del gobierno español, José María Aznar, salió hoy en defensa del homenaje a la bandera española celebrado ayer en el Parque del Descubrimiento de la madrileña plaza de Colón, donde se izó con honores militares y en presencia del ministro de Defensa una insignia española de 294 metros cuadrados.

El inusual acto, que por deseo del gobernante se institucionalizará desde ahora y una vez al mes, causó indignación entre los nacionalistas vascos, catalanes y gallegos, que calificaron la iniciativa de reflejo de un "patrioterismo rancio y mesetario" de Aznar y su política "excluyente" y "provocadora", que equipararon con la pasada dictadura franquista.

La bandera rojigualda, de 14 por 21 metros y sostenida por un gran mástil de 50 metros en el centro de la capital española, más alto incluso que la estatua de Cristóbal Colón que da nombre a la plaza, se convirtió en objeto de una polémica entre el gobierno español y el resto de las formaciones políticas, con particular énfasis entre los dirigentes nacionalistas y de izquierda.

Las críticas se orientan sobre todo al comentario del titular de Defensa, Federico Trillo, cuando señaló que "cualquier momento es bueno para homenajear la enseña, pero en este caso se dan circunstancias" en las que "los ejércitos de España son los custodios de su bandera y unidad", en alusión a la iniciativa en pos de la autodeterminación defendida por el gobierno vasco.

Aznar, que calificó la polémica de "grotesca" y "ridícula", dijo sentirse "sorprendido" pues la bandera "lleva un año ondeando con total normalidad y naturalidad. ¿Y qué problema hay que ondee una bandera de 290 metros en Madrid? ¿Eso a quién le plantea un problema? Es natural y normal".

El mandatario apeló al reglamento de honores a la bandera de 1984 para justificar el homenaje que se celebrará todos los primeros miércoles del mes y que contará con la participación de los tres ejércitos -tierra, mar y aire- y la Guardia Civil.

Añadió que en la Constitución española está estipulado el "papel de las fuerzas armadas y no hay más comentarios que hacer".

Aznar consideró "absolutamente absurdo" que "todavía" haya "gente acomplejada" sobre la enseña, y confesó que le "produce mucho orgullo la bandera y estoy convencido de que a la inmensa mayoría de los españoles también, por tanto me parece un problema absolutamente ridículo y grotesco, tan ridículo que no puede elevarse ni siquiera a la categoría de problema".

Tormenta política

El espaldarazo de Aznar a la iniciativa, oficialmente promovida por el alcalde madrileño José María Alvarez del Manzano, suscitó una tormenta política que se inició con un acto de respuesta por parte de un grupo de 23 diputados nacionalistas catalanes, que se fotografiaron enfrente de la Cámara local con la senyera (enseña catalana).

El conseller en cap de la Generalitat, Artur Mas, sucesor de Jordi Pujol, advirtió que está "al límite" de su paciencia ante las reiteradas "provocaciones" de Aznar, a quien acusó de estar "pasado de vueltas".

El máximo dirigente de Esquerra Republicana de Catalunya, Josep Lluis Carod-Rovira, dijo que el "nacionalismo español está llegando a extremos ridículos y provincianos", al recordar que "en nombre de esta bandera se inició una guerra civil que costó la vida a miles de personas".

El vocero del Partido Nacionalista Vasco en el Congreso español, Iñaki Anasagasti, advirtió que el Partido Popular (PP) usa la bandera española "torpemente para darle a los nacionalistas con ella en la cabeza, pues el PP lleva seis años gobernando y ahora hacen este homenaje. ¿Por qué se les ocurre ahora? Para organizar alrededor del ejército un homenaje mensual en respuesta torpe y patriotera a la iniciativa del lehendakari".

Mientras que el líder de Izquierda Unida-Esker-Batua, Javier Madrazo, acusó a Aznar de fomentar un "patrioterismo barato, cutre y excluyente, pues el PP y Aznar se dedican a insultar, a alimentar la confrontación y la crispación".

Desde Galicia, el Bloque Nacionalista Ga-llego (segunda fuerza en la región) consideró que Aznar pretende "imponer la cerrazón totalitaria, negando de forma radical los principios constitucionales que defienden la pluralidad del Estado español".

Más cauto y moderado fue el líder de la oposición socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, quien se limitó a señalar que la "bandera es de todos" y que lo mejor será "zanjar la polémica", opinión que no coincidió con la del diputado socialista José Montilla, quien calificó el acto de "un retorno al patrioterismo rancio y mesetario".

Y mientras el PP y el opositor Partido Socialista Obrero Español se reunieron en Madrid para acordar mayor protección de sus concejales en el País Vasco, Aznar reiteró su decisión de no volver a ser candidato presidencial, e incluso estimó que el plan de soberanía del lehendakari Juan José Ibarretxe no le hará reconsiderar su retiro.

En otro asunto, tres vascos con supuestos vínculos con ETA detenidos recientemente por la Guardia Civil, denunciaron haber sufrido "torturas" durante el régimen de incomunicación que permite la ley antiterrorista española.

Oihane Bakedano y Aizeti Fernández Zabale, que ingresaron en prisión incondicional, y Rafael Berasategi, en libertad provisional y sin cargos, fueron detenidos tras ser acusados de colaborar y participar en diversos atentados de la organización, al hacer trabajos de vigilancia a concejales y políticos amenazados por ETA.

Berasategi, al que no se le encontró vínculo con el grupo armado, denunció haber sufrido "presiones sicológicas y amenazas", así como haber sido apuntado con una pistola y sufrido golpes. 




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