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jueves, 27 de junio de 2019

Óscar y Valeria

Donald Trump tiene ahora su propio Aylan Kurdi.

Es una bebé salvadoreña, se llama Valeria.

Desde el Diario Vasco traemos a ustedes esta nota en la que se habla de una imagen que rápidamente ha dado la vuelta al mundo pues muestra en toda su crudeza el infierno que están viviendo los migrantes centroamericanos que huyen de la tierra arrasada en que las políticas neoliberales aplicadas a rajatabla por los regímenes títeres de Washington han convertido a sus países.

Un joven en la plenitud de su vida.

Una bebé que no alcanzaba todavía los dos años de edad.

Ella con el brazo cruzado sobre él, los dos boca abajo.

Los cuerpos permanecieron juntos pues Oscar se había asegurado de usar su camiseta como artificio para mantener a Valeria junto a él, siempre junto a él, por siempre junto a él.

Aquí la información:


Isaac Asenjo

El Río Bravo que transcurre entre México y Estados Unidos apagó la vida de Óscar y Valeria. La imagen de sus cuerpos, encontrados boca abajo, conmocionó al mundo entero. Es el drama migratorio resumido en una estampa que recuerda a la muerte de Aylan, el niño sirio cuyo cadáver arrastró la corriente a una playa turca en 2015. Desde el Mediterráneo hasta el río Bravo.

El migrante salvadoreño y su hija, de apenas dos años, fallecieron ahogados al intentar cruzar de manera clandestina a Estados Unidos desde la orilla mexicana. Ese mismo día de su muerte, otros tres niños y una mujer fueron encontrados sin vida en la zona fronteriza de Texas. Ya hacía varios días que habían muerto por el terrible calor de la zona. Son las últimas víctimas mortales tras el endurecimiento de los controles migratorios en México fruto de un acuerdo con la Casa Blanca y el despliegue de casi 30.000 militares mexicanos en las fronteras norte y sur.

Óscar Martínez Ramírez tenía 25 años y trabajaba como cocinero en El Salvador. Buscaba un futuro mejor y quería pedir asilo político en EE UU, pero después de dos meses sin que los trámites avanzaran se cansó de esperar. Decidió cruzar. Su esposa, Tania Vanessa Ávalos, vio desde la orilla cómo la corriente se llevaba a su familia. El hombre cruzó primero con Valeria y la dejó en la orilla, volvió a meterse en el agua para ayudar a su mujer, pero la niña le siguió y fue arrastrada por la corriente. El padre intentó ayudarla pero a ambos les llevó la corriente del río y se hundieron en el fuerte caudal. Los cadáveres de ambos fueron encontrados horas más tarde.






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