En apoyo al BDS académico y cultural en contra del genocidio sionista llevado a cabo por el artificial estado de Israel en contra del pueblo palestino, les compartimos este texto publicado en Naiz:
Ponte las gafas
Eneko Calle | BDS Bizkaia
A través de este escrito, los agentes sociales vascos que formamos parte del grupo de apoyo a la campaña de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS) al Estado de Israel en Bizkaia, queremos llamar la atención y mostrar nuestro rechazo a la proyección de la película Barash en el XIII. Festival Zinegoak que se celebrará del 22 al 29 de febrero, por ser un largometraje producido, entre otros, por el Israel Film Fund (Fondo de cine israelí), una institución israelí que a través del cine promociona el lavado de cara del estado sionista por los crímenes que continúa cometiendo en Palestina.
Desde hace unos años diferentes sectores de la sociedad vasca vienen trabajando para convencernos que es necesario ponernos gafas para ver a los otros, los “diferentes”, desde una perspectiva de equidad, diversidad y justicia social. Están las gafas moradas para combatir la desigualdad de género; también las gafas contra la homo/les/transfobia; y las gafas por una sociedad más inclusiva. Pero, ¿para cuando unas gafas para ver lo que ocurre en Palestina?
Palestina no es una película de ficción. Ni las gafas en 3D podrían acercarnos a la cruda realidad que vive el pueblo palestino en su día a día desde 1948. Un pueblo al que intentaron borrar del mapa, que fue expulsado de sus aldeas y éstas completamente destruidas, a favor de población judía que comenzó a ocupar Palestina para construir su «hogar nacional judío». Una identidad que excluye a muchas otras, la de los originarios de palestina, que por ser árabes, musulmanes y cristianos, tienen prohibida su propia existencia. Una historia de limpieza étnica que no ha tenido fin. Hoy, continúan sufriendo la ocupación militar de Cisjordania y Gaza de 1967, con cada vez más colonos israelíes ocupando sus tierras, más carreteras exclusivas para ellos y un muro de más de 800 Km que divide familias palestinas, tierras agrícolas y ciudades.
Una película mil veces contada pero pocas veces creída, porque aún no os hemos hecho llegar las gafas para verla, pero que sus protagonistas, los y las palestinas, la sufren cada día. Protagonistas que, además, tienen serias dificultades para que sean ellas mismas las que nos cuenten sus historias. Y es que la absoluta falta de libertad (no sólo de expresión) de la población palestina y el boicot permanente de Israel a su cultura, hace imposible que cineastas palestinos/as nos las cuenten. Por ejemplo, el año pasado EE.UU. e Israel prohibieron al cineasta palestino Amer Shomali asistir al estreno de su película, en Nueva York, en el Festival Internacional de Cine de Human Rights Watch; Israel también impidió a dos cineastas palestinos presentar sus películas en Suiza; y censuró el Festival internacional de marionetas en Jerusalén.
Pero aún así, la incansable paciencia, esperanza y constancia de la población palestina para protagonizar la construcción de su nación independiente, les llevó en 2005 a ser protagonistas, una vez más, de su propia historia. Fue entonces cuando hicieron un llamamiento internacional para impulsar una campaña de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS) al Estado de Israel con el objetivo de presionarlo hasta que cumpla con el Derecho Internacional y sus obligaciones para con la población palestina. Y esta campaña contempla el boicot cultural a Israel, que consiste en confrontar la manipulación de la opinión pública y normalización del Apartheid israelí a través de la cultura.
Por que en el ámbito de la cultura, Israel tiene un largo recorrido de vulneraciones de los derechos del pueblo palestino, habiéndose dedicado a dañar, invisibilizar y aislar sistemáticamente la cultura palestina, por su empeño en negar su existencia. También ha censurado las expresiones culturales palestinas e impedido su proyección internacional a través de allanamientos, demoliciones o cierres por órdenes judiciales de centros culturales, teatros y salas de exposiciones.
Pero a pesar de incidir en estas nuevas gafas (BDS) para tener una nueva perspectiva de Palestina y para nuestro asombro, los próximos días se proyectará en Bilbao la película Barash, producida por Lama Films y el Israel Film Fund (Fondo de Cine Israelí). Este fondo con un presupuesto de 6 millones de dólares anuales, tiene como objetivo apoyar, ayudar, asesorar y financiar proyectos cinematográficos israelíes y es el responsable de promocionar la marca Israel en el cine que, independientemente de las intenciones y opiniones de sus directores, el Estado de Israel utiliza para mantener su fachada democrática y como cortina de humo que oculte sus crímenes. Eyal Sivan (cineasta israelí) nos recuerda en una entrevista reciente que en el 2006, Israel comenzó esta campaña para promocionar una visión positiva del país, de tres maneras: la promoción de la llamada cultura progresiva, utilizar figuras públicas como embajadores de buena voluntad y promoción de Tel Aviv como una ciudad acogedora para los homosexuales.
Por lo tanto, la «marca Israel» contribuye decisivamente a normalizar Israel como un estado de apartheid.
Así pues, consideramos, por todo lo anterior, que hay suficientes razones para NO ver la película Barash, no porque su directora sea israelí, sino por ser una película seleccionada y financiada por el Israel Film Fund (fondo de cine israelí). Pero si finalmente decides ir, no te olvides de las gafas palestinas.
Ignorar la ocupación de palestina en una película es también una opción política, no cultural.
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