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jueves, 25 de febrero de 2016

Madrid se Empequeñece ante Otegi

Les compartimos esta opinión editorial con respecto a los aberrantes sucesos que se han presentado en los últimos días y que coinciden con la proximidad de la puesta en libertad de Arnaldo Otegi y los recibimientos que se le están preparando en Euskal Herria, tanto en su natal Elgoibar como en Donostia.

Ha sido publicada en Naiz, aquí la tienen:

El Estado español es experto en empecinarse en sus propios errores. Uno de los casos más flagrantes es el encarcelamiento de Arnaldo Otegi. Repasando la historia de modo muy breve, en primer lugar obviamente nunca debió ser detenido; a la tropelía se sumó la torpeza política, porque aquel zarpazo a la desesperada no impidió el giro estratégico en la izquierda abertzale. Dos años después, en puertas de Aiete y el fin de la lucha armada de ETA, la Audiencia Nacional intentó justificarse a sí misma imponiendo una condena por «pertenencia» absurda en sí misma e incomprensible en Euskal Herria. Pudo corregirlo el Supremo en 2012, pero no lo hizo y se limitó a bajar algo las penas de cárcel. También el Constitucional en 2014, pero insistió en prolongar esa tesis, tan disparatada que para entonces ya rechazaba hasta el juez que ordenó la operación policial de 2009.

De persistir en el error a incurrir en el ridículo hay un trecho muy corto. Y lo han recorrido ahora primero el inefable delegado español en la CAV, que ni siquiera ha conseguido convencer a su colega de la vecina Rioja de la conveniencia de prohibir los recibimientos a Otegi. Luego la Fiscalía de la Audiencia Nacional, al ordenar el control de los actos para «impedir ‘enaltecimiento del terrorismo’ y ‘humillación a las víctimas’», un clásico que no tiene por qué condicionar los actos, pero que ya aburre, y sobre todo define a quien lo impone. Y finalmente el ministro de Justicia, al sentenciar que «todos los demócratas estaremos de acuerdo en esto».

Resulta patético el modo en que un Estado entero se enroca en sus propias falacias, sin entender que ya no tienen venta posible en Euskal Herria, y tampoco apenas en sus fronteras geográficas e ideológicas. Porque ¿qué «terrorismo» se podría enaltecer en Logroño, Elgoibar o Donostia, precisamente en el reencuentro con el dirigente político que posibilitó abrir otro futuro en este país? ¿Y quién es víctima en este caso, más que Arnaldo Otegi?







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