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miércoles, 15 de febrero de 2006

Juicio Surrealista

Ni Kafka hubiera podido imaginar algo como lo que se está presentando en Madrid, este artículo al respecto se ha sido publicado por Gara:

El tribunal pretende seguir pese al grave estado de salud de algunos procesados

El grave estado de salud de varios de los procesados no ha llevado al tribunal del sumario 18/98 a suspender el juicio. Los mismos jueces que decidieron que todos los encausados deberían acudir a todas las sesiones podrían ordenar hoy que continúe la vista sin la presencia de alguno de ellos y en contra de su voluntad expresa de estar presentes en declaraciones que les afectan. Para otro imputado, Iñigo Elkoro, el fiscal ya ha pedido un juicio aparte.

MADRID

El empeño del tribunal que está juzgando el sumario 18/98 en celebrar la vista oral sea como sea volvió a quedar en evidencia ayer, cuando citó de nuevo a las partes para esta misma mañana a pesar de la enfermedad de varios de los procesados, dos de ellos de carácter grave. Se trata de Iñigo Elkoro, que se encuentra ingresado en la Clínica de Donostia tras haber sido intervenido quirúrgicamente tras sufrir una crisis intestinal, y de Mikel Egibar, que a pesar de encontrarse ayer con 40 grados de fiebre fue llamado a comparecer.

Horas más tarde, cuando desde un hospital madrileño confirmaron el grave cuadro clínico de Egibar (tiene una infección pulmonar), la magistrada ordenó a un funcionario que comunicara a su abogada que le «dispensaba» de acudir al juicio hasta el próximo lunes. No dijo nada, sin embargo, de la petición de suspensión que había solicitado la defensa y que deberá resolverse hoy.

Murillo suspendió la vista a mediodía, a la espera de estudiar los informes médicos sobre Egibar, que fue trasladado en ambulancia para que le hicieran las correspondientes pruebas. Antes, tuvo que esperar más de una hora en las instalaciones de la Casa de Campo a que llegara el vehículo medicalizado, llegando a marearse a causa de su delicado estado.

Permaneció en los pasillos del centro de salud durante más de ocho horas, acompañado por Julen Aginako, a la espera de los resultados de la analítica y de las placas, y a pesar de que allí mismo confirmaron que tenía 40 grados de fiebre. El forense de la Audiencia Nacional, que les acompañó al hospital, se marchó de allí nada más comunicar a la Sala que los resultados no se conocerían antes del mediodía.

Elkoro podría ser apartado

Murillo deberá decidir hoy si prosigue el juicio a pesar de la situación de Egibar. Si decide continuar sin él, vulneraría su derecho a la defensa, según recordaron ayer los letrados, ya que la declaración de Xabier Alegría ­el siguiente en ser interrogado­ le afecta directamente, al igual que puede hacerlo la declaración de otros imputados. Hay que recordar, además, que el propio tribunal ordenó que todos los procesados deberían acudir a todas las sesiones, y sólo han sido eximidos puntualmente de esa obligación aquellos encausados que, por petición propia y con causa justificada ­revisión médica­, lo han solicitado.

No es éste el caso de Egibar, que no ha pedido no comparecer, más bien al contrario. Es su deseo estar presente para ver lo que se dice sobre él y tiene además ese derecho, tal como reconoce el artículo 6.3 de la Convención Europea de Derechos Humanos, que lo situó como un derecho fundamental de la defensa.

El tribunal también podría excluirlo de este juicio y juzgarlo de forma independiente, tal como el fiscal solicitó ayer para el caso de Iñigo Elkoro.

Elkoro se encuentra ingresado desde hace varios días en Donostia, donde fue operado de urgencia por una delicada afección intestinal. Su estado es grave, según explicó ayer su letrada, Jone Goirizelaia, basándose en el informe médico-forense, y su recuperación reque- rirá de, al menos, un plazo de dos a tres meses.

A la vista de su situación y de la de Egibar, al que también defiende, Goirizelaia pidió la suspensión del juicio hasta que ambos puedan estar presentes en la sala. Explicó que es su derecho, ya que la declaración del resto de procesados les afecta directamente a ellos, y subrayó que no se trata de una «situación definitiva, sino transitoria y subsanable con el tiempo»,. Concluyó que la única decisión razonable era la suspensión del juicio hasta que se recuperen.

A este respecto, apuntó que el artículo 746 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal prevé la suspensión de la vista oral ante la enfermedad de los letrados, fiscales o magistrados, o de los encausados.

No fue de la misma opinión el fiscal, Enrique Molina, quien tras reconocer que el tribunal decidió en su día que todos los procesados deberían acudir a todas las sesiones de la vista oral, y admitir que no sería correcto cambiar ahora de criterio, propuso como alternativa apartar a Elkoro de este juicio y celebrar en su contra un juicio independiente cuando estuviera recuperado. Argumentó, para ello, que la declaración de Elkoro no afecta a su imputación sobre el resto de los encausados ­obvió mencionar si podría favorecerlos­, y agregó que, dado su estado de salud, una suspensión del juicio hasta su recuperación, sin una fecha fija, podría conllevar el reinicio del mismo desde el principio. Y eso es algo que Molina quiere evitar a toda costa.

«Quizá sea menos lesivo para la Administración de Justicia hacer un juicio independiente a Iñigo Elkoro que hacerlo conjuntamente con el resto de procesados sin una fecha fija para la reanudación de la vista», declaró Molina ante el tribunal, dejando en evidencia su interés especial por proseguir de inmediato con el juicio.

El resto de los abogados de la defensa se sumó a la petición realizada por Jone Goirizelaia, incluida Arantza Zulueta, quien con gripe y visible- mente congestionada, también pidió la aplicación del artículo 746 para su persona y la consiguiente suspensión de esta vista oral.

Egibar, ante el forense de su incomunicación

MADRID

Cuando Mikel Egibar acudió ayer para que el forense de la Audiencia Nacional le examinara se topó de bruces con la misma persona que le «atendió» durante su detención e incomunicación a cargo de la Guardia Civil, cuando denunció haber sufrido torturas. Ese mismo forense fue el que rechazó ayer que Egibar, con 40 grados de fiebre según admitieron en el hospital madrileño al fue enviado, estuviera enfermo de neumonía. Y la misma persona que tras acompañarlo hasta el hospital por orden de la juez, lo dejó allí al cabo de unos minutos tras comunicar a la magistrada que el resultado de las pruebas no se conocería para el mediodía.

Ese mismo forense declaró ante el tribunal que Olatz Egiguren, con hipertensión arterial y dolores cervicales a consecuencia del accidente sufrido en diciembre cuando acudía al juicio, podía estar presente en la sala de vistas. Lo mismo dijo de Andoni Díaz, quien puede sufrir una hernia discal a consecuencia de ese mismo accidente, y de Joxerra Antxia, que sufre vértigos y tiene una colitis ulcerosa. Todos ellos pueden, en su opinión, estar presentes en la vista.

Trató también la gripe de Arantza Zulueta, que apenas podía abrir los ojos, poniéndole un par de dedos en la frente, y diagnóstico que con un día de reposo tenía suficiente.

«Si en medio del juicio, en presencia de los abogados, bajo control judicial, mantiene esta actitud, ¿cómo va a actuar cuando los detenidos denuncian torturas?», denunciaron los letrados de la defensa, que acusaron al forense de «defender exclusivamente los intereses de la Audiencia Nacional».

La presidenta se enteró ayer de que juzga a dos Elkoros

La presidenta del tribunal y ponente de este juicio, la misma que tiene que redactar la sentencia, se enteró ayer, exactamente a las 10.00, de que en este sumario se encuentran procesados dos Elkoros: José Luis e Iñigo. Fue cuando Jone Goirizelaia le fue a comunicar el estado de su defendido Iñigo Elkoro, y explicarle que tiene derecho a estar presente en el jucio, en la medida que le afecta lo que digan los otros acusados y más aún cuando todavía no ha declarado. «Pero si Elkoro ya declaró, y usted no le preguntó nada», fue la respuesta de Angela Murillo a la abogada, que apenas podía creer lo que oía. Le explicó que padre e hijo son dos personas distintas, y que las dos están procesadas. «Ah, ¿pero es que hay dos?», preguntó la juez.

Esa Angela Murillo sería una verdadera vergüenza para su profesión, para suerte suya ejerce en España donde cualquier imbécil puede ser juez y cualquier mediocre puede ser primer ministro.

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