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domingo, 22 de agosto de 2004

México Expulsa a Dos Vascos

Tal cual lo dijimos, obsequioso, Vicente Fox ha dado un cheque en blanco a la corona española para perseguir vascos en territorio mexicano.

La Jornada le ha dado seguimiento al caso de los dos internacionalistas vascos detenidos en Tlaxcala, incomunicados y expulsados sin haber tenido acceso a ningún tipo de representación legal.

También es de señalarse la actitud asumida por la CNDH, institución que con el conservador José Luis Soberanes a la cabeza se ha convertido en una parodia de sí misma.

Lean ustedes:


Vascos deportados el viernes eran perseguidos por el INM

Testigos afirman que les tendieron una trampa en Tlaxcala

Renato Dávalos

Los dos vascos expulsados por la Secretaría de Gobernación la noche del viernes, apenas horas después de su detención en Tlaxcala, eran perseguidos desde su llegada a ese estado por las autoridades del Instituto Nacional de Migración (INM).

Una tarea solidaria del movimiento independentista del País Vasco con el tercer mundo y un montaje de presunta partipación en un "acto político" fueron los argumentos para esta nueva deportación sin derecho a la defensa, precedida por la incomunicación de Ainoa Subina e Israel Alonso Sáez en las instalaciones migratorias de Iztapalapa, antes de remitirlos al aeropuerto capitalino para enviarlos a Madrid.

Apenas en junio pasado, las autoridades migratorias del país consumaron una expulsión sumaria cuando fueron arrestados y deportados ocho extranjeros, entre ellos cuatro españoles, participantes en las manifestaciones en contra de la cumbre de la Unión Europea, América Latina y el Caribe, en Guadalajara, Jalisco.

Subina y Sáez forman parte de la amplia estructura de solidaridad del movimiento independentista con el tercer mundo. Habían estado en Guatemala. Ahí, los comités internacionalistas participan en proyectos de construcción de escuelas y hospitales en regiones marginadas. Viajaron a México para evaluar las condiciones de participación en proyectos de zonas rurales afectadas por los primeros impulsos del Plan Puebla-Panamá.

En Tlaxcala se entrevistarían con miembros de la Central Nacional Urbana y Campesina de esa entidad. Los comités internacionalistas en los que trabajan Subina y Sáez fueron creados en los ochenta por vascos solidarios con la revolución sandinista en Nicaragua. Concurren médicos, ingenieros, maestros y planificadores para involucrarse en proyectos populares de desarrollo en el tercer mundo.

Sin vincularse en actividades políticas, despliegan la tarea solidaria internacionalista y en años recientes su trabajo se ha ampliado a países de África y Asia. En México trabajan grupos solidarios como éste, procedentes de Estados Unidos, Canadá, Francia, Suiza y diversas regiones del Estado español.

Apenas llegaron a Tlaxcala, según testimonios recabados en la entidad, la delegación del INM ya había girado órdenes para su captura y posterior expulsión. "Desarrollaron actividades políticas no previstas en su condición migratoria", argumentó un funcionario federal.

El otro elemento esgrimido estribó en que Subina y Sáez "ofrecieron entrevistas de prensa" en una calle cercana al lugar en que se realizaba una manifestación campesina. Los testimonios de participantes en la movilización refirieron que los dos vascos ya eran perseguidos por policías federales antes de su llegada a Tlaxcala y denunciaron que les tendieron una trampa para que el INM exhibiera "fotografías" de ambos ofreciendo una "entrevista de prensa".

Uno de los testimonios detalla que dos individuos que afirmaron ser periodistas, con cámaras y grabadoras, abordaron a Elisa Benavides, investigadora de El Colegio de México, que asistía también a la movilización y fingieron la entrevista. Al escuchar su acento -ella es mexicana- le preguntaron su nacionalidad. Dieron media vuelta y fueron a la búsqueda de su objetivo: Subina y Sáez.

Cuando estaban con los vascos fue tomada la fotografía -ahora en poder del INM- que se configuró como la única "prueba" de su "actividad política". Desde su detención hasta su expulsión estuvieron incomunicados. Las protestas de campesinos y activistas del Frente Zapatista en Tlaxcala fueron ignoradas por las autoridades migratorias en esa entidad y en esta capital.

La abogada Bárbara Zamora, contactada por el movimiento campesino para tramitar un amparo contra la expulsión, se presentó desde las 5 de la tarde del viernes en la estación migratoria de Iztapalapa. Los funcionarios en turno le negaron el acceso. Zamora decidió entonces presentar una queja urgente ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Fue atendida por Miguel Angel Díaz, del área de quejas, quien le informó que "si acaso, su petición sería atendida en tres días hábiles".

Finalmente recurrió a altos funcionarios del INM para lograr el acceso al centro. Cuando los custodios le permitieron el paso, eran las 21:30. Subina y Sáez ya iban de regreso a Madrid.

En Tlaxcala, Luz María Rivera denunció que agentes del INM y la Procuraduría General de la República han hostigado a los anfitriones de los extranjeros expulsados y les exigen la entrega de los equipajes de los deportados.

Al respecto, el Comité Ejecutivo Nacional perredista estableció que la obsecuencia a intereses extranjeros y la transgresión de garantías individuales parecen ser hoy los signos de la política exterior mexicana. "El gobierno foxista pasará a la historia como la administración que se encargó de sepultar la tradición de la política exterior".

Ciertamente, señaló la directiva perredista, el plegamiento del gobierno foxista a los intereses extranjeros, particularmente a los estadunidenses y al gobierno de derecha que se instauró en España por años, comenzó con los regímenes priístas, en los que se auspició el convenio de extradición contrario a la tendencia histórica que el país había mantenido durante muchos años.

Sin atender a ninguna indagatoria en torno a sus actividades, la expulsión de los vasos sólo confirmó el "espíritu persecutorio" del gobierno foxista, que no repara en el respeto a los derechos humanos. 




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