Hablando del fetichismo de la mercancía a la que se refiere Iñaki Gil de San Vicente en su análisis del texto de Marx, traemos a ustedes esta cápsula de sabiduría de nuestro amigo Koldo Campos:
Diversión que mata
Koldo Campos Sagaseta | CronopiandoCuando compramos un coche que serpentea entre acantilados conducido por un apuesto joven bien acompañado y que exultante canta su felicidad, no solo adquirimos el vehículo, también compramos el éxito del conductor y el marco natural por el que viaja.
Hay conceptos cuya asociación es tan frecuente como peligrosa. Hacer coincidir conducción y diversión es una de las más letales. Lo sabe la publicidad que la estimula, que crea y fomenta hábitos, y que en su apología de la velocidad y el juego es tan responsable de las víctimas que provoca como las autoridades que la consienten.
La última compañía en fomentar esta nociva sociedad ha sido BMW y es que “los alemanes han pensado en todo, como pasar la tracción al eje trasero que ahí es cuando la efectividad en el nuevo modelo deja paso a la diversión y donde saca su lado más salvaje”.
¿Qué más puede hacerse al mando de un volante? Conducir es un juego, una diversión, un orgasmo… La diversión es el signo de los tiempos. Y mientras suena estridente el rock en el anuncio y el automóvil derrapa, llega la conclusión: “berlinas rápidas, eficaces y, sobre todo, con diversión asegurada”.
Todos los días miles de personas en el mundo, especialmente jóvenes, pierden la vida en las carreteras. La diversión derivó en tragedia y la fiesta en funeral. Maldita publicidad.
(Preso politikoak aske)
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