Desde Noticias de Navarra traemos este artículo acerca de un ave muy particular en la cosmogonia vasca:
El 'kuku' saluda a la primavera
Este pájaro señala con su presencia y su canto el inicio y el final de la primavera, otros dicen que hasta el otoño. Es difícil de ver, aunque se le oiga cantar, y protagoniza en la mentalidad popular vasca una de las más bellas creencias.
Lander SantamariaEl cuco común o cuclillo, en su denominación científica Cuculus canorus y kuku para los euskaldunes, es el pájaro que mejor simboliza y anuncia la primavera, más incluso que la golondrina y la cigüeña. Según la creencia popular, que desde luego no es una ciencia exacta, ayer domingo, 28 de marzo, llegó a Euskal Herria.
Y es que el primer y último canto de este pequeño pájaro de largo pico coincide con el inicio y el final de esta estación que se deja sentir, como ha ocurrido en nuestro País del Bidasoa toda esta pasada semana, con sol radiante y muy agradables temperaturas todos los días invitando a salir a calles y plazas, campos y montes a pesar de esta pandemia maldita que nos trae a mal traer.
Atrás hemos dejado, parece, el frío invierno, aunque todavía nos dará alguna mala sorpresa, se consumen las últimas brasas en los hogares y en el Valle de Baztan, en nuestras cimas más altas, Autza, Saioa, Abartan, el viento sur, haize hegoa de los euskaldunes, ha derretido los hielos y las nieves de la estación invernal que, vista ahora, tampoco lo ha sido tanto
El kuku pues está considerado, así se dice, como ninguna otra ave, símbolo de la primavera y, también, curiosamente, de la infidelidad conyugal, si bien se desconoce con qué fundamento entre las muchas virtudes y defectos que se le atribuyen. El canto del cuco es considerado agorero en muchos pueblos y culturas de Europa.
"Kukuak primaderan egiten du kuku, biziaren erakartzen dauku" (el cuco en primavera hace cucu, nos trae la esperanza de vivir) cantaba en su refugio pastoril de Urepel, en el bajonavarro valle de Baigorri, el inolvidable bertsolari Fernando Aire, Xalbador. Es difícil ver al kuku, un pájaro muy listo y huidizo que canta y de inmediato marcha a otro lugar, se dice que le gustan las cerezas (luego ya se ve que tonto no es) y es un visto y no visto que no para quieto de un lado a otro.
Un bello refrán
Un viejo proverbio vasco escuchado hace ya muchos años dice que "Martxoko Ama Birgiña egunean pasatzen da kukua Erromakozubi azpian. Handik hirugarren egunean kanta-tzen du hemen" (En el día de la Virgen de marzo –el 25 de marzo– pasa el cuco por debajo del puente de Roma. De allí a los tres días canta aquí).
Y de ser así, el 25, es el de la Virgen de marzo porque se celebra en la doctrina católica la solemnidad de la Anunciación, día en el que el arcángel Gabriel le revela a la Virgen María que dará a luz a un hijo por obra del Espíritu Santo, y entonces ("Hágase en mí según tu palabra") sucede la Encarnación. Obsérvese que ese acontecimiento católico tiene lugar exactamente nueve meses antes de la Navidad.
Puente de Roma
En la mentalidad popular vasca, cargada de simbolismos, el "Puente de Roma" bajo el que pasa el kuku no es otra cosa que el Arco Iris majestuoso e imponente que se suele ver precisamente después de las tormentas y chubascos primaverales. Lo hace pues el 25 de marzo, y si tres días después "kantatzen du hemen" (canta aquí), desde ayer, Domingo de Ramos, está entre nosotros.
Esta creencia tan curiosa del puente y el Arco Iris tiene su fundamento. En la antigua Roma, el pontífice (pontifex, en latín) era el "constructor del puente", o sea el artífice de la unión entre la vida espiritual y la sensible, los mundos separados del cielo y la tierra, para que los hombres puedan acceder a su condición de dioses. Símbolo de esta relación o pacto es el Arco Iris, el más hermoso de los "puentes", que surge como señal de que vuelve la armonía después de la furia desencadenada por la tormenta. Luego el euskaldun que imaginó el refrán sabía lo que se decía.
Creencias
En relación con el cuco hay multitud de creencias. Su canto, oído después de agosto, sobre todo en septiembre y octubre, dicen que presagia la muerte, y, según otros, el número de veces que lanza su cu-cu anuncia los años que habrá que esperar para casarse, para tener un hijo e, igualmente, el número de años que quedan hasta la muerte. También se cree que tener en casa un reloj de cuco (toda una industria en la Selva Negra alemana) trae mala suerte.
La creencia más interesante y puede que la más extendida, asegura que si al oír su canto se tiene en el bolsillo algún dinero, no faltará en todo el año, por lo que parece que si se sale al campo convendría llevar algunas monedas. Asimismo, su canto se dice que sirve para hacer predicciones meteorológicas, si canta un número par de veces habrá tormentas abundantes y si lo hace en número impar, será un año soleado. Muy cuco, el cuco.
A todo esto, hemos subido ya el tercer peldaño y que vamos a por el cuarto de la escalera parece que no sanferminera, como todo desde hace ya año y medio. Vivimos y nos guiamos por un calendario que no es tal, las tan humildes como alegres florecillas llamadas de San José lo mismo brotan ahora en enero o febrero (puede que cosa del cambio climático, también) y todo anda un poco-mucho manga por hombro, sin Olentzero ni cabalgata de reyes magos, de carnaval que no es, Semana Santa turística que tampoco, luego será el primero de mayo, y las fiestas de la "estación del amor" que decía Julio Caro Baroja, a saber. Al menos aún nos queda el kuku, que, como nos cantaba Xalbador "nos trae la esperanza de vivir".
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