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jueves, 26 de julio de 2018

El Tour y los Pirineos Vascos

Seaska ha anunciado que aprovechará el paso del Tour de France por territorio de Iparralde para llamar la atención sobre el más recienta ataque por parte del gobierno jacobino en contra de el euskera.

Pues bien, en ete reportaje de Mundo Deportivo se nos habla acerca de cuan vascas son las etapas que se corren en Iparralde de esta la justa ciclista más importante:


La afición vasca se vuelca una vez más con el paso del Tour por los Pirineos

Germán Melero

Al Tour de Francia ya no le falta nada. Metida la carrera de lleno en la vorágine de tendidas ascensiones y vertiginosas bajadas por los Pirineos, el pelotón estará arropado en esta batalla final por una extremidad que, a los dos lados de la carretera, nunca falla: la afición vasca.

Si en la etapa de ayer se vio un esbozo de su pasión, a partir de hoy quedará al descubierto que los años pasan pero la tradición se mantiene: el apoyo de Euskal Herria al ciclismo es incondicional. Saint Lary, el desenlace de la miniatura de fracción de hoy -65 kilómetros de recorrido-, será territorio vasco prácticamente en exclusividad.

El encargado de las relaciones internacionales en el Euskadi Murias, Francis Lafargue (Biarritz, 1955), carga con una maleta de más de 30 ediciones del Tour y ayer se encontraba en uno de los coches de carrera viendo la etapa, a la vera nada menos que del padre de Laurent Jalabert. El de Iparralde adelanta que entre la caravana se cuela desde ahora el “ambiente y color” clásicos de la afición vasca.

En efecto, Lafargue las ha visto de todos los colores. Por encima de todos el naranja de la fidelidad euskaldun por el Tour. Como si fura el amarillo del líder, el verde de la regularidad o el blanco con motas rojas de la montaña. La gente aquí se queda con el sentimiento. “Es una cita muy importante, lo habitual es pasar la noche anterior para coger buen sitio y ver bien la etapa”.

El espectáculo no sólo está en el pelotón. También en los costados. “Un ejemplo de marketing” recuerda Lafargue al contar lo que ha llegado a ver: “Un monte entero vestido de naranja” para animar al extinto Euskaltel Euskadi. De aquel equipo sólo quedan los recuerdos gloriosos, pero la tendencia se conserva.

El marco de los Pirineos es encantador por la belleza de sus laderas, la altura de sus cumbres o el matiz bucólico de sus valles. La dureza de subirlos y bajarlos sobre la bici aporta el brote épico. La nutrida afición vasca se encarga del carácter ambiental. Desde hace mucho tiempo, tal y como relata Lafargue: “La gente de Euskal Herria merece ser mencionada por encima del resto” en referencia a la educación ciclista para alentar a los corredores.

Hubo una época en que viajar con una Ikurriña como símbolo de una forma de pensar era peligroso. Sólo ocho años después de que se proclamara la clausura del régimen franquista en España, Francis Lafargue vio cómo “en el Tour de 1983 había mucha gente que llevaba la Ikurriña”. Incluso ha vivido la curiosidad de dar con “gente que no era de Euskadi y que llevaba la Ikurriña”. Se acuerda el de Biarritz de “una kuadrilla de Sunbilla que organizó un viaje en autobús y todo”. O de un seguidor extravagante que apareció entre las montañas “con una trompeta de gran tamaño”.

Panorama “descafeinado”

La hinchada vasca invade los Pirineos estos días. Sobre todo desde hoy hasta el sábado, cuando más cerca pasa el pelotón. A Francis Lafargue se le crea una sonrisa al repasar el desembarco de la gente, pero establece un punto y aparte para alertar de que el panorama se ha “descafeinado”.

“Ahora los Pirineos están más tristes”, sostiene. Se escuda en que “falta un equipo” que ponga en común el interés del aficionado. “Habrá seguidores de Landa, los Izagirre... Aplauden a todo el mundo pero no tenemos un equipo al que animar a la vez”, reflexiona Lafargue.

Euskadi Murias “no” se encuentra, de momento, en disposición de unirse a la Grande Boucle en 2019. En opinión de Lafargue, “nos hace falta un fondo para que sea posible y es complicado”. Le alivia que “siempre habrá corredores vascos” para salvaguardar la tradicional marea naranja que sube a los Pirineos. El resto “es cuestión de dinero”, insiste. “Ahí está el Sky para demostrarlo”, remata Lafargue.






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