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viernes, 27 de febrero de 2015

Madrid Sádica

Desde Gara traemos a ustedes la crónica de lo sucedido en las mismísimas fauces de la bestia:


«Sádica». Así calificó Sabino Cuadra (Amaiur) la política del Gobierno español de «golpear a los familiares para vengarse de los presos». La segunda jornada del debate se centró en Euskal Herria y tanto la coalición como el PNV instaron a un inmóvil Rajoy a garantizar los derechos humanos.

Alberto Pradilla

«Golpear a los familiares para vengarse de los presos es sádico». Con esta frase, Sabino Cuadra llevaba ante el presidente español, Mariano Rajoy, la reivindicación de la repatriación de los prisioneros vascos. Previamente, el portavoz del PNV, Aitor Esteban, también había instado al jefe del Ejecutivo a acercar a los represaliados a «cárceles vascas o cercanas» a Euskal Herria. No se trata de una novedad. Durante las últimas tres ediciones del «Debate sobre el Estado de la Nación» las formaciones abertzales han exigido reiteradamente a Madrid que cumpla con los derechos humanos y no castigue a los familiares. Como en los años previos, la respuesta del inquilino de Moncloa fue la abierta negativa. «No hay razón para acabar con la dispersión», afirmó, llegando a argumentar que obligar a viajar cientos de kilómetros a sus allegados tiene pensado favorecer a aquellos presos que quieren «alejarse de ETA».

«Hoy en Euskal Herria solo queda una violencia política: la de su Gobierno, la del Estado, la de la Guardia Civil y la Policía», recordó Cuadra, censurando que, pese al nuevo ciclo abierto en Euskal Herria, el Gobierno español siga respondiendo con «ilegalizaciones, detenciones, cárcel, tortura y dispersión». Sobre esta última política argumentó que «para un preso vasco es lo mismo estar en Vitoria o en el Puerto de Santa María». «Las celdas de diez metros o el aislamiento son los mismos. La dispersión no le afecta salvo por la utilización perversa que ustedes hacen de sus familiares», consideró.

Rajoy responde decalificando

«Olvídense de la política franquista de la victoria. Nunca la van a tener. Tenemos la mano tendida, apúntense a esa vía», insistió Cuadra, que denunció el intento del Gobierno español de «reventar» el proceso abierto en Euskal Herria. «Vivían más cómodos en la etapa anterior», señaló considerando que la violencia practicada por ETA servía a Madrid para tapar todos los debates pendientes.

Esta expresión es la única que motivó una respuesta por parte de Rajoy. El presidente español, en su turno de réplica, se limitó a calificarla de «repugnante», apelando a las «víctimas» y asegurando, ufano, que la «grandeza de la democracia» es la que hace que «personas como Cuadra» puedan hablar en el Congreso. Una referencia paradigmática, teniendo en cuenta que la izquierda abertzale ha estado durante una década ilegalizada y sin poder acceder a diferentes instituciones pese a recibir los votos de los ciudadanos vascos. Ante el ataque, Cuadra pasó a la ofensiva. «Lecciones de usted, de su Gobierno y de su partido, ni una. En materia de ética y moral, callados y a repetir curso», respondió, generando los abucheos de la bancada del PP. «Nosotros hacemos nuestros todos los dolores, los sufrimientos y las víctimas que se han producido en el conflicto vasco. Sin distinción. Y cogemos las responsabilidades que nos corresponden. Ustedes deberían hacer otro tanto», ha resumido.

La treta del Gobierno

La respuesta negativa del Gobierno español a la demanda de respetar los derechos humanos de los presos vascos ya se había producido minutos antes, cuando Rajoy se había cerrado en banda a modificar la política carcelaria argumentando, como es habitual, que «ETA no ha desaparecido». Al inquilino de la Moncloa no le pareció relevante que el TEDH haya declarado ilegal esta práctica, tampoco las condenas por torturas impuestas a Madrid ni el hecho de que Ejecutivo no haya implementado el Plan de Derechos Humanos al que le instó el Congreso en 2012 a petición del PNV.

Precisamente fue el jelkide Aitor Esteban quien enumeró algunas de las vulneraciones del derecho practicadas por el Ejecutivo español, haciendo énfasis en la treta utilizada por el PP para evitar que se cumpla la directiva europea que permite la acumulación de condenas en otros estados. Como ya advirtieron seis jueces del TS, Esteban avisó a Rajoy que el final de este proceso terminará con una condena a Madrid. «Queremos desarme de ETA, reconocimiento del dolor causado, otra política penitenciaria, el fin del régimen excepcional legislativo. Pedimos movimientos a unos y a otros», afirmó el portavoz jelkide, quien admitió las dificultades del lehendakari, Iñigo Urkullu, para hacerse escuchar en la administración española.

Uxue Barkos fue la última diputada abertzale en hablar. Censuró que las loas a la «Navarra foral y española» oculten que Madrid «ha quitado el pan y la sal» al herrialde, cuestionó los recursos al TC y el culebrón del IVA de VW y denunció, en euskara, que la lengua vasca esté vetada en el Congreso español.

Iglesias se presenta como líder opositor fuera del Congreso

Aunque apenas se le mencionó en el «Debate sobre el Estado de la Nación», el líder de Podemos, Pablo Iglesias, estuvo presente. Sin embargo, su formación todavía no tiene representación en el Congreso, por lo que no podía participar. Para mantener la tensión, el eurodiputado organizó su propio acto en el que enumeró (aunque con un «timing» más generoso del que disfrutan los diputados) las propuestas que llevará al Gobierno español en caso de acceder a Moncloa y retó al actual jefe del Ejecutivo, Mariano Rajoy, a un debate público. A falta de bancadas de diputados desde los que recibir aplausos, Iglesias se rodeó de decenas de seguidores en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, que se quedó pequeño.

«Hacía falta que la oposición respondiera al Gobierno. Por eso estamos aquí», afirmó Iglesias, que instó a Rajoy a discutir con él «donde quiera y cuando quiera». Tildó de «inútil» la administración del PP y cuestionó los triunfalistas (y en ocasiones abiertamente falsos) datos ofrecidos por el presidente español y su sumisión a las políticas de austeridad impuestas «por los bancos alemanes y franceses». «La pesadilla, señor Rajoy, es la realidad en la que vive nuestro país», afirmó Iglesias.

Con sus habituales referencias a la patria, Iglesias también hizo propuestas. Entre ellas, algunas que ya se aplican en Euskal Herria como el RGI o el impuesto a la riqueza ya implementado por la diputación de Gipuzkoa. «Es más eficiente que subir el IRPF, porque a renta puede esconderse. Pero es más complicado llevarse la mansión a Suiza, se lo puede preguntar a sus tesoreros», argumentó. La «reestructuración ordenada de la deuda» es otro de los planes estrella de la formación. Un proyecto que está «avalado por premios nóbeles», según reivindicó el secretario general de Podemos, que abogó por otro modelo productivo para el Estado o una Sanidad «universal, gratuita y de calidad», entre otras propuestas.

Miedo de UPN

El diputado de UPN, Carlos Salvador, volvió a aferrarse al discurso del miedo y usó su turno para reivindicarse como única posibilidad de Gobierno en Nafarroa. Encontró el apoyo de Mariano Rajoy, que dijo que no es tiempo de cambios en Iruñea.






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