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martes, 27 de enero de 2004

Rascón | ¿Separatismo Mexicano?

Para entender el colaboracionismo por parte del malhadado gobierno de Vicente Fox hacia el régimen de José María Aznar en el delicado tema de la persecución, privación de la libertad y entrega - ya sea por extradición, por expulsión o por deportación - de refugiados políticos vascos hay que entender el contexto de la política mexicana en general, principalmente desde el gobierno de Carlos Salinas y, principalmente, de su sucesor, Ernesto Zedillo.

Por ello les presentamos este excelente artículo de opinión publicado en La Jornada:


¿Separatismo mexicano?

Marco Rascón

Es tan grande, avanzada y humillante la integración de México a Estados Unidos, que hablar de soberanía e independencia se escucha tan lejano como cuando existió la vocación de una nación propia desde los gobiernos. Hoy podríamos invertir nuestra necesidad histórica definiendo la causa de México no como país independiente, sino como uno que busca separarse ante la consumación del Destino Manifiesto.

Si el PRI lanzó al país a la integración comercial y económica por la vía del neoliberalismo, el PAN no sólo se subordinó con Vicente Fox, sino que avergonzó a México hasta en las formas de rendición, pues desde tiempos de Santa Anna no había sufrido el alto grado de entreguismo que hoy vivimos. Y no sólo eso, pues la política de George W. Bush no actúa en defensa de la nación estadunidense, sino simplemente de los intereses familiares y de grupo. La invasión a Irak y otras acciones de los halcones están logrando elevar el precio del petróleo, lo cual perjudicará a Estados Unidos, pero beneficiará al clan Bush.

Frente a esto, la política que siguen el gobierno y todos los partidos políticos es de abyección ante el diálogo telefónico entre el presidente Fidel Castro y Fox, previo a la Cumbre de Monterrey, en 2002, que dejaron correr impunemente; los intentos de privatización del petróleo, cuyo próximo aumento de precio hace salivar lo mismo a la oligarquía nacional que a los Bush; frente a la intervención de la FBI en territorio nacional, ni ante el aplauso que dio el Presidente a la propuesta migratoria que busca, entre otras cosas, una parte de las remesas de los trabajadores mexicanos en Estados Unidos, que hasta ahora ha sido negocio casi exclusivo de los oligarcas de México que roban en la comisión y el tipo de cambio.

La clase política no reclama los acuerdos serviles que se han dado entre el gobierno mexicano y el de Aznar, por los que injustamente ciudadanos vascos están presos, aunque residen en México desde hace varios años.

El pueblo de México no tiene representación política frente al mundo. En todas las negociaciones los sucesivos gobiernos lo han traicionado, salvaguardando los intereses de los grupos que están en el poder, pues la noción de país independiente se ha ido perdiendo. Las causas de los males están a la vista frente al despojo que han significado los tratados internacionales firmados, desde los de Bucareli, en 1923, hasta el de Libre Comercio en 1993, así como los de extradición con España, que han ridiculizado al sistema judicial mexicano, como en el caso de Lorenzo Llona.

Frente a la integración que ha destruido las formas de sustento de los mexicanos en nuestro propio territorio, hoy la vocación independentista pasa necesariamente por el espíritu de separatismo ante el hecho consumado de que hemos sido integrados de manera forzoza y nos fue impuesto un centralismo, que ya no es el de la ciudad de México, sino el de Washington y la Casa Blanca.

La pasada Cumbre Extraordinaria de Monterrey y el papel que ahí jugó la representación mexicana foxista reivindicaron la orfandad del pueblo mexicano frente al mundo al carecer de gestores de la vocación histórica como país con futuro propio.

Hoy la nación mexicana podría agrandarse con la simple determinación de reivindicar el respeto a los derechos laborales, políticos y civiles de los mexicanos fuera del territorio. Bush ha hecho una propuesta para enfrentar migrantes contra migrantes y hacer alianzas electorales con ellos para dar continuidad a los intereses del clan petrolero y belicista que se impuso sobre el mismo pueblo estadunidense.

En ese sentido, la medida extrema de hacer un llamado separatista buscaría regresar a la idea de que tenemos un sueño independiente que nació en 1810 y que se ha extendido a lo largo de dos siglos; pero, que al igual que durante la guerra de Texas, los gobiernos de Santa Anna, la intervención francesa, la usurpación salinista, el entreguismo zedillista y foxista México ha vivido bajo el riesgo y el peligro de ser anexado como patio trasero.

Esta visión de la crisis es la que Samuel del Villar plasma en su artículo "Crisis y reforma judicial" (La Jornada, 26/1/04) en el que destaca el triunfo de la corrupción sobre el derecho, que hoy se extiende a todas las instituciones y abarca el despojo de todos los recursos, como el caso anunciado de los fondos del ISSSTE a las Afores para su privatización. Las resistencias y denuncias de todos los gremios deberán nutrir la visión de un país independiente, que hoy se conduce por simple resistencia hacia el separatismo ante la gravedad de la integración convertida ya en anexionismo.

Ante esta situación, a lo largo de 200 años las ideas más progresistas fueron la vanguardia y salvaguarda del país. Hoy México necesita de hombres y mujeres con visión humanista, avanzados, que arriesgan y lancen espadas como prenda y vayan por ella.

 

 

 

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