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lunes, 2 de marzo de 2020

En Memoria de Salvador

Es dos de marzo y una vez más hacemos un ejercicio de memoria histórica antifascista recordando a Salvador Puig Antich, haciendo hincapie en que quienes firmaron y ejecutaron su sentencia de muerte se convirtieron en demócratas de siempre a los pocos años.

Esta remembranza la traemos a ustedes desde la página de Spanish Revolution:


El 2 de marzo de 1974, un verdugo ejecutaba a Salvador Puig Antich, de 25 años, con el garrote vil.

Salvador Puig Antich (Barcelona, 30 de mayo de 1948 – 2 de marzo de 1974),​ fue un anarquista y antifascista español, apodado el Metge que formó parte del Movimiento Ibérico de Liberación (MIL), organización anticapitalista que apoyaba la agitación armada y fomentaba la lucha obrera.

Su padre, Joaquim Puig, propietario de un almacén de productos químicos, militó durante la República en el partido de corte nacionalista Acción Catalana. Exiliado en Francia, en el campo de refugiados de Argelers, regresó a España, donde fue detenido, condenado a muerte e indultado.

A partir de los dieciséis años compaginó el trabajo en una oficina con los estudios nocturnos del Bachillerato y preuniversitario en el Instituto Maragall, donde hizo amistad con Javier Garriga y los hermanos Solé Sugranyes, Oriol e Ignacio, todos ellos futuros compañeros del MIL. Serían Ignacio y Javier quienes iniciaría a Salvador en la política. Javier era militante de las Fuerzas Socialistas Federadas (FSF) e Ignacio de Acción Comunista, donde también militaba Santi Soler, quien luego sería uno de los ideólogos del MIL.

Puig Antich se implicó activamente en la lucha contra la dictadura franquista. Su primera militancia sería en 1967 en las plataformas de Comisiones Obreras del barrio Sant Josep Oriol, aunque ideológicamente pronto evolucionó hacia posiciones anarquistas que rechazaban cualquier tipo de dirigismo y jerarquía dentro de las organizaciones políticas y sindicales en la lucha de la clase obrera hacia su emancipación.

Tras iniciar estudios universitarios de Ciencias Económicas, hace el servicio militar en Ibiza, donde es destinado a la enfermería del cuartel. Una vez licenciado, se incorpora al Movimiento Ibérico de Liberación (MIL), integrándose en su rama armada, en lucha contra el capitalismo.

Puig Antich y sus compañeros se movían con facilidad en el mundo de la lucha clandestina. Puig participa, haciendo de chófer, en las acciones del grupo, que consistían generalmente en atracos a bancos. Los botines se destinaban a financiar las publicaciones clandestinas del grupo. Crearon la revista «CIA» [Conspiración Internacional Anarquista] y la editorial «Mayo 37». También se ofrecieron para ayudar económicamente a huelguistas, pero a éstos les daba miedo recibir un dinero proveniente de los atracos. Viajaban a menudo al sur de Francia, donde se relacionaban con viejos militantes cenetistas.

El 2 de marzo de 1973 un contable de la sucursal del Banco Hispanoamericano de Barcelona resultó herido de gravedad durante un atraco perpetrado por Salvador Puig Antich, Jean Marc Rouillant, Josep Lluís Pons Llovet y Jordi Solé Sugranyes. A partir de entonces la policía creó un grupo especial para desarticular esta banda. La nueva situación creó dudas y contradicciones en el seno del MIL. En agosto de 1973, en una reunión en Francia, la mayoría de sus miembros, descontentos con la trayectoria del grupo, decidieron su disolución. Sin embargo, Puig Antich, los hermanos Solé Sugranyes y José Luis Pons decidieron continuar.

El 25 de septiembre de 1973, agentes de la Brigada Político Social tendieron una trampa a Salvador Puig Antich y Xavier Garriga, que tenían una cita con otros anarquistas en el bar El Funicular de Barcelona.

Huyeron, pero finalmente los atraparon y metieron en un portal del número 70 de la calle Girona. El subinspector que falleció en aquel mismo lugar, Francisco Anguas Barragán, tenía cinco tiros en su cuerpo. Antich también fue tiroteado, en la cara y en la espalda, pero salió vivo de allí. Durante el juicio se desestimaron varias pruebas e incluso el informe del forense en el que se detallaban esos cinco disparos, ni siquiera se pidió entonces.

Puig Antich fue encarcelado, acusado de ser el autor de los disparos que causaron la muerte al subinspector del Cuerpo General de Policía en Barcelona Anguas Barragán y, posteriormente, juzgado en consejo de guerra y condenado a la pena capital «por la muerte de un funcionario público por razones políticas».

Partidos políticos, colectivos de derechos humanos y mandatarios extranjeros, como la Santa Sede o el canciller alemán Willy Brandt pidieron su indulto. Los partidos y sindicatos tradicionales de oposición no se movilizaron para pedir el perdón del sentenciado y así evitar su muerte o, al menos, buscar postergarla. Salvador pasó su última noche en la celda 443 de la cárcel Modelo de Barcelona

A las 9.20 horas de un frío y desapacible 2 de marzo de 1974, en la cárcel Modelo de Barcelona, un verdugo ejecutaba a Salvador Puig Antich, de 25 años, con el garrote vil.

Su muerte no fue una más de esas a las que el régimen estaba acostumbrado. El franquismo daba sus últimos coletazos y Puig, al que se acusaba de matar a balazos a un policía durante su detención el 25 de septiembre de 1973, fue usado como cabeza de turco por un régimen que quiso demostrar que seguía siendo fuerte tras el bombazo que hizo sobrevolar a Carrero Blanco los tejados de la calle Claudio Coello de Madrid.






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