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miércoles, 31 de julio de 2019

Entrevista a Jan-Lukas Menzel

Desde las páginas de Deia traemos a ustedes esta interesante entrevista:


En aguas de la Antártida las condiciones no son las mejores para hacer ciencia, pero la ilusión todo lo puede. Y para muestra, el ejemplo de este joven investigador vasco

J. Fernández

Su familia y la cuadrilla siguen en Zornotza. A los 18 años se fue a Vigo a estudiar Ciencias del Mar y desde entonces, Jan-Lukas Menzel Barraqueta (Gatika, 1986) solo ha vuelto por vacaciones y durante los seis meses del máster en la UPV/EHU. Ahora está en la Antártida, a más de 13.000 kilómetros de su hogar, pero guarda la honrada esperanza de poder regresar para compartir sus experiencias y, sobre todo, transferir el conocimiento panorámico adquirido en estos trabajosos años de formación e investigación por medio mundo: Sudáfrica, México, Francia, Inglaterra, Alemania... A bordo del rompehielos Agulhas II, en pleno invierno austral, busca el llamado hielo marginal o hielo nuevo. “Es un vehículo de transporte y almacenamiento de macro y micronutrientes esenciales para el crecimiento del fitoplancton. El objetivo de esta expedición es caracterizar la biogeoquímica de los témpanos de hielo y evaluar la influencia que tienen los ciclos de congelación y derretimiento en la producción primaria del sistema oceánico antártico a través del aporte de metales esenciales”, ilustra.

¿Qué hace un zornotzarra en la Antártida?

-Aparte de ciencia molona, disfrutar de las maravillas de la naturaleza. Estar rodeado de hielo marino, icebergs, mamíferos marinos y, por ejemplo, del albatros errante que es el ave más grande del mundo, no tiene precio. Se nos agota el tiempo de reaccionar ante el cambio climático y necesitamos entender el impacto en los sistemas polares para conseguir más evidencias, aunque esto es un poco retórico ya que la evidencia ya la tenemos y ya la tienen nuestros políticos. Ya no vale mirar para otro lado. Hay que actuar.

¿Cuánto tiempo estará navegando la expedición en la que participa en la zona de influencia del continente blanco?

-Es la primera de dos expediciones a bordo del rompehielos Agulhas II, una de las plataformas de investigación marina más avanzadas del mundo. En esta ocasión, invierno austral, estaremos tres semanas navegando entre la zona de nuevo hielo marginal en los océanos del sur.

¿Cuál es el objetivo?

-Estamos interesados en estudiar el ciclo estacional del hielo marino marginal y cuál es su influencia en las variaciones temporales en los flujos biogeoquímicos de metales traza. Estos metales traza son nutrientes esenciales, como el hierro, que limitan la producción primaria marina y, en consecuencia, la absorción de dióxido de carbono (CO2) atmosférico.

¿Qué es eso del hielo marginal? ¿Qué tiene de especial?

-Es hielo que se forma en océano abierto durante las estaciones de otoño e invierno, llegando hasta los 52 grados sur de latitud. En primavera todo ese hielo nuevo se derrite en el tiempo récord de un mes. El hielo marino juega un papel importante en el sistema climático global, ya que actúa como un mecanismo de almacenamiento y liberación de nutrientes esenciales para el fitoplancton. Durante la estación de congelamiento, los nutrientes esenciales se quedan atrapados en el hielo aumentando la concentración relativa de ellos en comparación con las concentraciones encontradas en el agua de mar. Una vez que el hielo se empieza a derretir, los nutrientes esenciales para el crecimiento del fitoplancton se liberan produciendo lo que llamamos proliferaciones de microalgas o blooms. Este mecanismo es transcendental ya que el fitoplancton es uno de los mayores sumideros de CO2 atmosférico que existe.

Los icebergs, témpanos… contienen micronutrientes esenciales para la vida marina ¿y virus letales para la humanidad?

-La verdad es que no lo sabemos aún. Los témpanos de hielo no, ya que se forman anualmente. Los icebergs potencialmente podrían depararnos alguna sorpresa desagradable. Estamos acelerando procesos naturales que pueden llegar a liberar bacterias que han estado aisladas durante miles o cientos de miles de años. Cómo y qué efecto pueden tener sobre la vida en la Tierra es una incógnita.

¿Cómo es trabajar en esas condiciones?

-En comparación con cruceros de investigación que no ocurren en zonas polares, aquí tienes que adaptar todo al frío. El mayor problema es la congelación del agua que es suministrada a nuestros laboratorios a través de contenedores móviles. Cualquier tubería o sumidero necesita de calefactores para que la ciencia pueda continuar. Esto ha creado muchos dolores de cabeza en la planificación durante los meses previos a la expedición. En nuestro caso, a bordo del Agulhas II, los contenedores están posicionados en la cubierta de popa, completamente expuestos a las condiciones exteriores. Sin una buena planificación preexpedición nada funcionaría. Una cosa muy importante: una vez que sales de puerto no hay vuelta atrás y ya no hay tiendas. Siempre te ves obligado a llevarte dos laboratorios completos e iguales. La logística es impresionante. Si algo falla no hay vuelta atrás.

A bordo van otros investigadores, ¿cada uno con misión propia o acaban compartiendo trabajos?

-Normalmente, una expedición grande como esta tiene entre uno o cuatro cuestiones principales que elucidar. Para responder a una de esas preguntas cruciales necesitas de muchos equipos de investigación distintos trabajando en equipo. En este caso somos cien científicos a bordo. Tenemos modelizadores físicos e ingenieros estudiando el hielo y validando algoritmos satelitales para la detección de la frontera de hielo marginal. Los datos recogidos durante esta expedición nos darán una idea de cómo de bien funcionan las predicciones satelitales. Para responder a las preguntas científicas que más nos interesan a nuestro grupo de investigación somos un equipo de alrededor de treinta científicos que engloba químicos, biólogos y oceanógrafos. Normalmente, en expediciones de este tipo, desde la preparación del crucero hasta que se publican los artículos científicos pasan de tres a cuatro años.

¿Qué esperan de esta expedición?

-Estamos realmente entusiasmados con esta oportunidad ya que es la primera vez que se hace y tenemos la necesidad de completar datos anuales. No tenemos datos biogeoquímicos para la estación de invierno y sin ellos no podemos completar el puzle. Existen numerosos datos para la estación de verano pero nada para la de invierno. Algo normal porque ¿quién se atreve a ir en invierno a los océanos del sur? Las condiciones de navegación y meteorológicas son de lo más extremas que se puede encontrar.

Usted que está allí, ¿la Antártida se derrite? ¿Sólo una zona? ¿Y por qué el Ártico se derrite y la Antártida no o no tanto?

-Sí, se derrite o eso creemos. Según datos científicos, la extensión de hielo en el Círculo Polar Ártico lleva disminuyendo gradualmente desde hace más de treinta años. En la Antártida se han observado patrones diferentes, con años donde la extensión de hielo ha aumentado y años donde ha disminuido. Además, las zonas de aumento y disminución han variado en la misma zona, sufriendo aumento un año y disminución otro año. Eso sí, un estudio reciente por parte de Claire Parkinson ha determinado que en los últimos cuatro años el Círculo Polar Antártico ha perdido la misma cantidad de hielo que el Círculo Polar Ártico en los últimos treinta. El gran problema que tenemos es que las estimaciones se hacen a través de algoritmos aplicados a imágenes satelitales, lo cual no nos permite determinar el espesor de las capas de hielo y, en consecuencia, el volumen total de hielo. Es por eso que este tipo de expediciones, con toma de muestras in situ, son imprescindibles para modificar y mejorar los algoritmos que procesan las imágenes satelitales.

Supongo que además de investigador, tiene mucho de aventurero, porque es un auténtico trotamundos...

-Por ahora las aventuras van asociadas a la carrera investigadora. Puede llegar a ser duro pero, al fin y al cabo, viajar y conocer diferentes culturas te abre la mente y te ayuda a ser más tolerante. A los 18 años me marché a Galicia a estudiar y ahora me encuentro en Sudáfrica. Todo esto después de haber vivido por periodos largos en México, Francia, Inglaterra y Alemania. Durante todos estos años también he podido navegar en barcos de investigación punteros como el James Cook [Reino Unido], Pourquois Pas? [Francia], Meteor [Alemania] y ahora el Agulhas II [Sudáfrica].

¿Cómo llega un joven de 33 años a ser un investigador de referencia a nivel mundial?

-Es una buena pregunta y me gusta lo de joven investigador. En otros campos de trabajo, con 33 años uno ya no se considera trabajador joven. En ciencia, y debido a la dificultad y la falta de plazas, creo que somos considerados investigadores jóvenes hasta muy tarde. El truco simplemente es la pasión y creer en lo que haces. Yo nunca he sido el primero de la clase, pero la constancia, las ganas y la pasión te llevan hacia delante. El gran problema hoy en día es la financiación y la falta de plazas, lo que provoca que muchos investigadores en la treintena decidan abandonar la ciencia. Un país que apueste por la innovación y por el conocimiento no se puede permitir esto. También debo añadir que mi doctorado en Alemania fue financiado con una beca del departamento de Política Científica del Gobierno vasco. Desde aquí, mi agradecimiento.

¿Se siente vulnerable ante la inmensidad de la Antártida o prima más la libertad en esos casos?

-La verdad es que nunca he sentido ningún sentimiento de vulnerabilidad. Más bien de grandeza. Cuando no estás en tu medio aprendes a respetar, a admirar, y te das cuenta de que tu presencia es insignificante en un lugar rodeado de agua y hielo.

¿Cómo es vivir sin ver el sol durante cuatro meses? Hacerlo en una situación climática extrema y casi aislado de todo como allí, ¿es lo más parecido a pisar otro planeta?

-Es duro, pero el cuerpo se adapta rápidamente. Es impresionante lo que nuestro sistema biológico es capaz de hacer. Lo mas duro es la mente. Si no eres una persona fuerte, mejor déjalo. Y nunca he pisado otro planeta, así que me ahorro esa respuesta. Lo que está claro es que la Tierra no es solo nuestra casa y por eso la tenemos que respetar y no lo estamos haciendo. El ritmo de vida que se lleva en las grandes urbes no es sostenible y eso tiene que cambiar. Esta debe ser la prioridad numero 1. No hay planeta B.

Después de esta misión, ¿volverá a la Antártida? ¿Y a Zornotza?

-Sí, volveremos durante octubre-noviembre para la estación de derretimiento. De esta forma conseguiremos cerrar el ciclo estacional del hielo marino. Y a Zornotza también, espero. La idea es hacer méritos suficientes para conseguir volver ya que la competencia es dura y es difícil entrar en las universidades. Pienso que en Euskadi, a diferencia de otras comunidades, se está intentando potenciar la investigación puntera. Y eso es bueno. Me gustaría poder hacer Oceanografía a escala global en Euskadi. Viendo lo ligado que ha estado nuestro pueblo al mar pienso que sería bonito. ¿Por qué no tener un gran buque de investigación internacional atracado en Euskadi? Creo que para 2021 lo intentaré... Con todos los trabajos y contactos hechos durante todos estos años creo que tengo la plataforma necesaria para poder conseguir plazas en cruceros de investigación de varios países y, lo más importante, conseguir la transferencia de conocimiento.






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