Madrid ha ido hasta Palestina a hacer un ridículo espantoso a manos de la entidad sionista, misma que tiene semanas masacrando con especial brutalidad al pueblo palestino.
Pero no se ha quedado ahí el asunto, al ser incapaz de librarse de las taras heredadas de su pasado imperialista y colonialista, también se ha ido a empantanar a Venezuela, en donde el reciente golpe de estado oligárquico en contra de Hugo Chávez fracasó rotundamente gracias a la movilización popular, dejando al descubierto las conexiones de los golpistas con Washington y con Madrid.
Les dejamos con este otro artículo de opinión que ha publicado La Jornada:
México, Venezuela: EU, España
Javier Oliva Posadas
El PSOE ha criticado la actuación del Ejecutivo (español) por demasiado complaciente con Chávez, al que el ex presidente Felipe González califico de dictador el pasado viernes. Aunque haya sido elegido en las urnas, se ha comportado como un dictador, reiteró ayer Trinidad Jiménez, responsable socialista de política exterior" (El País, 15/04/02).
Aparte de la mutación ideológica y la seria confusión política de González, Jiménez y el PSOE, es innegable la actitud de "reconquista" que viene observando el gobierno español desde hace unos años y cuya mano puede verse no sólo en Venezuela, sino también en Argentina.
En resumidas cuentas, son Estados Unidos y España, como en los viejos tiempos, quienes se disputan la supremacía en distintos campos productivos y de servicios en los países latinoamericanos: Bilbao Vizcaya compra Bancomer, Citigroup adquiere Banamex. En Argentina, 100 por ciento del sistema bancario es privado, 70 por ciento es español. Y, bueno, de Estados Unidos también hay mucho por reseñar.
Estos nuevos y, por tanto, inéditos tiempos, nos han deparado gran cantidad de sorpresas. Los aliados ya no lo son más; los rivales, pues... no eran en realidad tan malos. Y así por el estilo. Lo trascendente es que gradual y notablemente nos acercamos a un proceso de reajuste en los ámbitos de influencia en el marco internacional y que distintas fuerzas políticas, económicas, culturales y militares se aprestan a actuar en cada región.
La ancestral disputa por las riquezas y la economía de nuestros países se mantendrá en tanto no haya un diseño general para la región en materia de política exterior. Si bien es cierto que en la declaración de la OEA, a propósito de la necesidad para la vuelta a la institucionalidad de la democracia en Venezuela, se dio un paso importante para lograr ese acercamiento entre las naciones latinoamericanas, en breve será indispensable alcanzar procesos de consulta ágiles y oportunos. No olvidemos que los jefes de Estado y gobierno se encontraban reunidos en San José de Costa Rica y esto facilitó esa rápida reacción.
Por eso, antes de referirse a las precipitadas "lecciones del caso de Venezuela y Hugo Chávez", es indispensable reconocer las similitudes, pero principalmente las características propias de cada nación. La presencia de varios consorcios, así como la emisión de calificaciones políticas e ideológicas generan en su conjunto un escenario difícil, donde la tozudez por encontrar una sola línea de explicación o de un solo responsable no es útil.
Pero el punto central de la situación prevaleciente de la democracia en nuestro países, sus líderes, instituciones y procedimientos, es la debilidad estructural de las economías y las consecuencias sobre el propio sistema político. Tanto en Estados Unidos como España, sin importar si gobierna el Partido Republicano o el Demócrata, el PP o el PSOE, la visión de dominación y subordinación es muy parecida. En resumen, su proceder es de competencia y/o distribución del control.
Para México, la dinámica sobre temas como derechos humanos, migración ilegal, preservación del medio ambiente, entre otros, forman parte de una agenda en la que la capacidad estricta de actuación por nuestra cuenta terminó. De allí que deba actuarse sin los vínculos o consultas para con los países latinoamericanos en el escenario mundial.
Venezuela con la política exterior y petrolera desarrollada por Chávez, podrá ser criticable, molesta, negativa, pero sin duda, le ha conferido una voz propia y, por lo visto, de peso y autonomía.
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