Un blog desde la diáspora y para la diáspora

sábado, 19 de julio de 2025

Egaña | Identificando el Campo de Batalla

Desde su perfil de Facebook traemos a ustedes este texto que pensamos, ayudará en el análisis de la coyuntura que nos ha tocado vivir en los albores del Siglo XXI:


Identificando el campo de batalla

Iñaki Egaña

La guerra es la continuidad de la política por otros medios. Un clásico que nos lleva a una conclusión también común: todo es política. Ya Platón, Aristóteles, Locke, incluso Maquiavelo, definieron la política, o su filosofía, desde un punto de vista que hoy marcaríamos con el apellido “occidental”, quizás por nuestra petulancia, con mayúscula. Y en estos tiempos de acontecimientos, asimismo con mayúscula, en los que el (des)orden mundial forjado tras la finalización de la Segunda Guerra mundial ha saltado por los aires, las incertidumbres y la apertura de un insólito tempo político, abren nuevas lecturas de inteligencia estratégica.

Sucede, sin embargo, que los actores que dieron cuerpo al orden mundial, mantienen su naturaleza surgida en tiempos de la colonización occidental del planeta, abandonando organismos como la OMS (Organización Mundial de la Salud), CDHNU (Derechos Humanos), Acuerdo de París de 2016 (control de emisiones) y amenazando con hacerlo del FMI, Banco Mundial y la OMC. Ese Occidente, sin señalarlo explícitamente, ya han destruido las convecciones de Ginebra y las múltiples disposiciones del Derecho Internacional Humanitario en diversos escenarios (el genocidio de Gaza el más visual), con el liderazgo de EEUU-Israel y la Unión Europea, en particular Berlín, Londres y París. Un proyecto para mantener un mundo unipolar, a través de los viejos argumentos de la colonización -despojo económico, conquista militar, extracción de recursos y categorización humana- y hacer buena la lectura que hizo Fukuyama, a la conclusión de la Guerra Fría, del fin de la historia. Dejar todo como estaba, con Occidente gestionando el planeta a su antojo. La victoria final del (neo)liberalismo.

Esta visión excluyente, que descalifica al conjunto de la humanidad, ha tenido un componente que en estos últimos años ha destacado notablemente. La naturaleza engreída de Occidente ha llevado a infravalorar no sólo los valores del resto del planeta, sino que, en esa línea arrogante, ha convertido su modelo de “democracia” en argumento para justificar sus ofensivas militares y económicas, minimizando también la posibilidad de que afuera de ese marco, pudieran surgir y desarrollarse otras comunidades exitosas, o al menos estables. Esta infravaloración -continuando con los análisis de inteligencia de las últimas décadas- ha sido especialmente notoria en la llamada “Guerra de los 12 días de Irán”, donde Occidente supuso lo habitual. Que un bombardeo masivo de diversos enclaves estratégicos de Teherán y otras ciudades, más la eliminación de sus responsables, llevaría al colapso de la república islámica, el levantamiento de su pueblo y la vuelta de Reza Pahlavi para instaurar la “democracia”. A pesar de los daños evidentes, el apoyo popular al régimen y la réplica iraní sobre Israel, con la destrucción de sus bases estratégicas, sorprendió aparentemente al consorcio militar que decretó una férrea censura y exigió una tregua inmediata. El colapso cambiaba de trinchera. Similar situación se había repetido en Ucrania desde el golpe de Estado de 2014 y la apertura de una guerra aún abierta. Cuando en 2022 Kiev y Moscú llegaron a un acuerdo en Estambul para frenar el conflicto, la OTAN decidió torpedearlo. Ejecutó al negociador ucraniano y abrió sus bases a una guerra clásica: vencedores y vencidos. El reciente enfrentamiento entre Pakistán e India, saldado en unos pocos días tras la supremacía de los aviones J-10C chinos utilizados por Karachi frente a los Rafale franceses de Delhi, parte, asimismo, de una misma lectura. Occidente tiene los mimbres tecnológicos y militares para dominar el planeta. El resto de la humanidad sigue en las cavernas y su civilización es irrelevante.

Semejantes interpretaciones políticas parten precisamente de esa leyenda común y extendida de un planeta en el que económica, científica e intelectualmente, la única civilización capaz de sobrevivir con códigos propios es la occidental. Esa infravaloración irrumpe de una visión parcial del campo de batalla. Una percepción de que la supremacía se consigue exclusivamente en los terrenos bélicos y mercantiles, históricamente occidentalista. Como si las cohesiones comunitarias, las diversificaciones, el desarrollo económico autónomo y la solidaridad política entre diferentes tuvieran cabida en un mundo dominado por Wall Street, la City londinense o el departamento de Defensa de EEUU. Por ello, los No Alineados en su época, los BRICS, la Organización de Cooperación de Shanghái y otros han sido secundarios, hasta convertirse hoy en enemigos abiertos.

Esa misma lectura, en nuestro diminuto espacio territorial (somos el 0.038% de la población mundial), la hemos vivido bien de cerca. Es evidente que los aspectos económicos y militares son la base de la victoria, pero no todos. Tras la guerra de 1936 nos dieron por muertos políticamente y cuando una nueva generación levantó el país, las detenciones de finales de 1960 llegaron a que los estrategas del régimen calificaran aquella primavera vasca como un gripe pasajera. Así lo han hecho durante décadas, tras “descabezar” una y otra vez a unos y otros. Hoy, los análisis han cambiado de signo. En 2005, cuando ETA y el Gobierno español se sentaron a negociar en Suiza y Noruega, en una de las reuniones, los delegados de cada parte se echaron los trastos a la cabeza, acusándose de numerosas acciones. Hasta que el hispano cortó los reproches mutuos con una idea que, más o menos resumida, venía a decir: “No os enteráis de que el Estado, cuando vea peligrar su posición o naturaleza, ejecutará todas las herramientas a su alcance. Todas”.

Una idea universal que se puede trasladar a la situación planetaria actual. La idea de un mundo bi-tri polar, multipolar, es contraria a la esencia de Occidente, al igual que la diplomacia sobre una base negociadora. Por eso es importante identificar los campos de batalla, rehuir las debilidades e incidir en las fortalezas y la cohesión. No todo se dirime en Waterloo o Verdún.

 

 

 

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domingo, 13 de julio de 2025

Entrevista a Kneecap

Cuando se acuña un término para definir a un grupo de personas este no siempre resulta apegado a la historia, a la lingüística o siquiera a la lógica.

Baste como ejemplo la denominación que los estadounidenses anglosajones aplicaron a los migrantes de países como México, Puerto Rico, Cuba, Guatemala o El Salvador. Les llamaron hispanics, traducido, hispanos. Parece ser que la razón detrás de esto reside en que esos países fueron invadidos y colonizados por España. No les importó que esos migrantes y sus descendientes tuvieran fenotipo amerindio, mestizo, mulato, subsahariano o incluso, europeo. Vienen de un país en su momento colonizados por España, entonces son hispanos.

Pero no queda ahí, otros les llamaron latins, o latinos. Porque hablaban castellano (o español) y ese idioma deriva del latín. Poco les importó que el francés sea una lengua romance al igual que el castellano y que en América estén localizados países de habla francesa como Haití o Guyana... vaya, incluso Quebec en Canadá. Pero sí incluyeron a los brasileños por hablar portugués.

Y bueno, para desmayo de españoles y portugueses, sus comunidades también terminaron agrupadas en esa designación, no así los italianos, sobra enunciar la paradoja en ello.

¿Por qué tanto desaseo en ambas designaciones?

Porque parten de la ignorancia y la xenofobia.

Lo mismo ocurrió con el término antisemitismo, acuñado por el periodista alemán Wilhelm Marr, a quien le importó poco que semítico se refiriera a todos los pueblo de habla y cultura semítica, distribuidos por el Magreb y la Península arábiga. Así, el término judeofobia, mucho más apropiado por referirse específicamente al odio irracional dirigido a las personas que practican el judaísmo, paso a segundo plano y después al olvido. 

Lo anterior ha llevado a una descarnada ironía, hoy, posicionarse a favor de palestinos, libaneses y yemeníes, todos pueblos semitas, ante la campaña de limpieza étnica practicada por los sionistas, en su mayoría europeos, le lleva a uno a ser calificado de antisemita. Recordemos que muchos de los sionistas europeos aprendieron el hebreo como segunda lengua.

Pues bien, acusaciones de antisemitismo han sido arrojadas irresponsablemente en contra de los integrantes de la agrupación norirlandesa Kneecap por posicionarse en favor de los habitantes de Gaza, sujetos a una bestial campaña de exterminio desde octubre de 2023.

O sea, quienes conducen los bombardeos indiscriminados en contra de la población de Gaza son las víctimas y, quienes osen posicionarse a favor de los gazatíes deben ser estigmatizados recurriendo para ello al término antisemita.

Dicho lo anterior, les dejamos con esta entrevista que Kneecap ha concedido a El Diario en su reciente visita a Euskal Herria:


Kneecap, los raperos censurados por defender a Palestina: “Cuando asistes a un genocidio televisado, hay que alzar la voz”

Norirlandeses que cantan en gaélico, traen sus mensajes políticos al BBK Live de Bilbao y piden a líderes mundiales como el primer ministro Starmer que no metan sus “narices” en la libertad de expresión

Andrés Toro

Aunque la lluvia ha condicionado la segunda jornada del BBK Live de 2025, con suspensiones incluidas de algunas actuaciones, como la de Amaia, nada ha frenado al grupo de rap en gaélico Kneecap aunque en otros festivales en el Reino Unido hayan sido criticados. Los norirlandeses son actualmente una de las voces más fuertes por los derechos del pueblo de Palestina en el mundo cultural. “Cuando está ocurriendo a un genocidio televisado, hay que alzar la voz”, sostienen sobre la situación en Gaza. 

Han exportado desde Belfast, en Irlanda del Norte, a todo el mundo sus proclamas, sin importar a cuántas autoridades se enfrentan por el camino. Con el pasamontañas de la bandera irlandesa característico de DJ Próvaí, y la energía en el escenario de Mo Chara y Móglai Bap, han hecho voltear las cabezas a todo tipo de medios de comunicación y dirigentes políticos. La actual lideresa ‘tory’ en el Reino Unido, Kemi Badenoch, les negó una subvención al arte cuando era ministra. Mo Chara, en noviembre del año pasado en una presentación en el O2 Forum de Londres, fue grabado sosteniendo una bandera del grupo terrorista Hezbollah que le fue lanzada desde el público. Así las cosas, su última actuación en Glastonbury no fue televisada en vivo por la BBC y el primer ministro británico, su primer ministro, el laborista Keir Starmer, dijo que sus contenidos “no eran apropiados”. Y esta misma semana no pudieron actuar en un festival en Glasgow porque el ministro principal de Escocia, John Swinney, del partido nacionalista SNP, opinaba lo mismo. Tuvieron que buscar un escenario alternativo y agotaron las entradas en apenas un minuto y 20 segundos. 

A pesar de las controversias que han surgido a su alrededor, el grupo norirlandés no ha bajado el tono de voz. Muy al contrario, ha mantenido su posición firme. Piden a la clase política que no meta sus “narices” en la libertad de expresión. Aunque también critican duramente a los medios de comunicación por silenciarles, Kneecap ha recibido a elDiario.es/Euskadi en el ‘backstage’ del BBK Live, a cuyo cartel se sumaron a última hora. Durante unos pocos minutos de entrevista en Kobetamendi, en Bilbao, el grupo explica quiénes son y qué hacen. Después, han salido al escenario con guiños en euskera a Euskal Herria -ya lo habían hecho antes en X e Instagram- y han tributado un homenaje a un grupo de palestinos, que han podido cantar en árabe con ellos.

“En el Bilbao BBK Live siempre habrá espacio para las voces que incomodan, que cuestionan y que se niegan a callar. La presencia de Kneecap en Kobetamendi es un acto de resistencia cultural, una celebración de la libertad de expresión y de quienes, como ellos, no temen alzar la voz ante la injusticia”, ha argumentado el director del certamen, Alfonso Santiago. [La entrevista se ha realizado en inglés y ha sido traducida al castellano] 

Su obra está cargada con mensajes políticos. Sin embargo, sus líricas también están llenas de sátira y humor. ¿Ustedes piensan que su público debería enfocarse más en ese lado político o en disfrutar de su música y en conectar con ustedes?

Mo Chara: Se puede hacer ambas cosas. Venimos de un lugar [Irlanda del Norte] con una historia violenta y allí la gente ha sentido que no puede hablar de ello. Ahora ha pasado el suficiente tiempo como para que podamos hacer nuestra música y dentro de ella incluir temas políticos. Lo presentamos de manera cómica. Por eso digo que podemos hacer ambas cosas.

Móglaí Bap: Hay quienes vienen y disfrutan de la música sin meterse en la política, pero esperamos que con la exposición que tenemos podamos hacer que las personas hablen de estos temas, por ejemplo de Palestina.

Hay otros artistas con un cierto nivel de exposición que no se pronuncian, sea cual sea su motivo. ¿Ustedes piensan que en ciertos temas, cuando se puede hacer uso de esa fama, se debería alzar la voz?

Mo Chara: No se tiene que alzar la voz para cada problema. Pero cuando existe un genocidio televisado, entonces hay que alzar la voz sí o sí. No importa si tienes una cierta exposición o no. Cuando se tiene un escándalo pasando en frente de ti, en mi opinión, es completamente desagradable no hablar de ello. Todos ven lo que está pasando, todos tenemos un móvil. Espero que sea algo que el mundo recuerde, genuinamente.

Móglaí Bap: Habrá un día en el que serán más juzgadas las personas que no dijeron nada en su momento.

Cuando escuchan la palabra “Palestina”, ¿qué les viene a la mente?


DJ Provaí: Venimos de un lugar que ha sufrido bajo el yugo del imperialismo durante 800 años. Fuimos el primer paso de Inglaterra en sus ambiciones coloniales. Por eso sentimos que sabemos qué se siente al ser oprimido. Solo recientemente el gaélico ha revivido. Y eso es lo que sucede en Palestina, están tratando de eliminar su cultura, de eliminarlos como raza.

Mo Chara: El hecho de que hayamos sobrevivido 'por los pelos' como nación, que sigamos teniendo cultura, deporte y lengua propios, nos hace saber que aún hay esperanza. Lo he dicho en otras presentaciones, entiendo que nos miren y piensen que solo hablamos de estos temas porque es una 'herramienta' para nosotros. Pero no voy a perder una sola oportunidad de hablar de esto en el escenario. Si podemos convencer a alguien que aún no esté seguro, obviamente vamos a continuar haciéndolo. Ver a 40.000 personas en Glastonbury con banderas de Palestina gritando 'Free Palestine!' te da un poco de esperanza.

Moglaí Bap: Es un poco por solidaridad. Cuando sufrimos de una hambruna en Irlanda, los Choctaw, un pueblo indígena de América, donaron dinero a los irlandeses que morían de hambre. Pienso que esta solidaridad ayudó a que las personas se sintiesen escuchadas. A Palestina mucha gente la ha desdeñado, y si podemos hacer que eso cambie lo haremos. En el transcurso de la historia, ha habido casos donde los grandes sistemas de poder han caído, por ejemplo en Sudáfrica. Hay a quienes les gusta decir que nuestros esfuerzos son fútiles y que el apoyo a Palestina es pequeño, pero pensamos que es mucho más grande

Sobre su actuación en Glastonbury, el primer ministro Keir Starmer la calificó como “no apropiada”, y la BBC decidió no transmitirla en vivo. ¿Qué opinan al respecto?

Mo Chara: Por supuesto que no es apropiado para Starmer. Es lo último que Starmer piensa que es apropiado, y eso dice mucho. Ver a tres personas sobre un escenario, hablando con 40.000 ciudadanos del país que representa y que concuerdan con lo que él activamente rechaza, eso es claramente lo que él dice que no es apropiado.

DJ Provaí: El líder de un país no debería tener influencia sobre quién se presenta en un festival. No debería meter sus narices en eso. Tienen cosas más importantes que afrontar, como por ejemplo un genocidio en Palestina. Por eso, que presionen a los festivales es ridículo.

Móglaí Bap: Él está tratando de desviar la atención y poner presión sobre las personas que en verdad hablan del problema. Por eso ataca a quienes alzan su voz en festivales. Solo quiere que la percepción sea que el problema es ese. 

Han publicado en su cuenta de X una cita de Fred Hampton que dice: “Puedes matar al revolucionario pero no a la revolución”. ¿Se ven representados en esa frase?

Mo Chara: No, no nos podemos comparar con Fred Hampton. Solo somos músicos. Sí pensamos que, por ejemplo en Glastonbury, representamos a la cultura popular. Los medios de comunicación no quieren que el movimiento de apoyo a Palestina sea parte de esa cultura. Por eso no nos transmiten.

Móglaí Bap: Los medios tradicionales han intentado no mostrarnos, pero no pueden pararnos a través de redes sociales. Nuestros fans a veces transmiten nuestras presentaciones en TikTok y han llegado hasta un millón de espectadores. Por eso pienso que por medios alternativos pueden conocer mejor a Kneecap.

¿Qué mensaje querrían dejarle a quienes les siguen en Euskadi?

DJ Provaí: Que se adueñen de su cultura y de su lengua e intenten impulsarlo. Intenten que más jóvenes hablen el idioma [vasco]. En esta sociedad monolingüista y capitalista no se protegen los intereses de la humanidad. Crear una comunidad a través del lenguaje propio es una forma de protegerse los unos a los otros en vistas al futuro. 

Mo Chara: Siento que en Irlanda y tal vez en Euskal Herria a veces hablamos mucho de lo dura que ha sido nuestra historia, pero pienso que también es importante que disfrutemos de nuestra cultura. Nos merecemos disfrutar y poder salir y que se respete nuestra cultura sin importar de dónde somos. Pero hay esperanza de que en el futuro será mejor. Puede que tengamos una historia triste, eso no significa que no pueda mejorar. Por eso tenemos esperanza, ¿no?




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sábado, 12 de julio de 2025

Egaña | Agente Encubierto

Retornamos al tema del espionaje llevado a cabo por parte de los estados en contra de los movimientos sociales, ya sea con infiltrados o ya sea con agentes encubiertos, con este texto que Iñaki Egaña ha compartido en su cuenta de Facebook:


Agente encubierto

Iñaki Egaña

Ron Stallworth fue el primer detective afroamericano en el departamento de Policía de Colorado, en su sección de inteligencia. Su piel le convirtió en una excepción entre los objetivos de los que habitualmente trabajan como agentes encubiertos. En Occidente, la gran mayoría de quienes ejercen de infiltrados tienen de objetivos las asociaciones y grupos de izquierda, entre las bambalinas de los subversivos. Stallworth, pese a ser negro, ejerció de agente encubierto en los medios del Ku Klux Klan, aquella caterva de supremacistas blancos que campaban a sus anchas desde la guerra civil en EEUU. Lo hizo desde el teléfono y cuando necesitó encuentros presenciales, utilizó un doble blanco. El éxito de su actividad lo contó en un libro autobiográfico que Spike Lee llevó a la pantalla recientemente, “BlacKkKlansman”.

Ya en la cercanía, y siguiendo la línea de aquellos que se infiltraban para cazar subversivos, los agentes encubiertos han pululado entre nosotros como las moscas de la fruta. Siempre me ha llamado la atención que promover semejantes funcionarios, convertirlos a fin de cuentas en actores, necesita de un trabajo previo enorme, junto a una inversión económica también notable. Y, por tanto, que los objetivos elegidos para esos agentes encubiertos deberían de ser de alto nivel político o social. Sin embargo, los casos que han trascendido nos demuestran que aquí, como decía el eslogan de hace unas décadas, “todos somos sospechosos”. Tanto quienes trabajan en las direcciones de los grupos izquierdistas, como los simples plumillas, baserritarras o miembros de asociaciones de vecinos que ni siquiera tienen un espacio en la prensa local.

Para reforzar el párrafo anterior me voy a sostener en una historia que contó Ricardo Urrizola, en su “Consejo de guerra. Injusticia militar en Navarra (1936-1940)”, un mastodóntico trabajo de vaciado de los archivos de la Comandancia Militar del Viejo Reino referidos a la época citada en el título del libro. En aquel período, Franco designó al general Severiano Martínez Anido responsable de Seguridad Interior, lo que a la postre le llevó a la creación de un servicio de información y contraespionaje. Esteban Lipuzcoa fue uno de los encargados del servicio en Nafarroa y, como era de esperar, organizó un talde de agentes encubiertos que dispersó por el territorio. Martín Jiménez Melero fue uno de ellos. Ejerciendo su actividad, se acercó a una chica llamada Filomena a la que con halagos y querencias, prometió matrimonio si ambos conseguían cruzar la muga. Todo era un farsa. El objetivo de Jiménez Melero era otro distinto al amoroso. Pretendía destripar a los mugalaris y descubrir las vías de escape, en unos años en los que los franquistas habían convertido a Nafarroa en un gran cementerio de republicanos. A las primeras de cambio, el agente puso en conocimiento de sus superiores su maquinación. Y, ni cortos ni perezosos, la Guardia Civil detuvo y encarceló a Filomena. Hubo juicio, por eso Urrizola conoció el expediente. Jiménez Melero se presentó como acusador, con el aval de agente encubierto, y Filomena salió absuelta. No había caído en las redes supuestamente apasionadas del infiltrado. Así que el agente salió trasquilado, aunque continuó su labor en los años siguientes, destinado en Cascante.

Esta sencilla crónica, con final feliz, fue superada por otras de signo contrario. Fueron varios los casos de agentes encubiertos infiltrados en la guerrilla, en el maquis, que lograron descubrir la clandestinidad de luchadores comunistas que dieron su ultimo aliento frente a un pelotón de fusilamiento. El médico gasteiztarra Luis Álava Sautu, que trabajaba para la red de los Aliados contra el nazismo, fue ejecutado por el soplo de un infiltrado en la sede del Gobierno vasco de París. En la capital francesa fue muerto en 1976 el anarquista Laureano Cerrada por unos desconocidos. Años antes, había intentado acabar con la vida del dictador Franco un día de regatas en Donostia. Acción que fracasó por la delación de un infiltrado en el movimiento revolucionario. Inocencio Martínez, otro agente infiltrado, abortó el secuestro del director del Banco de Bilbao en Francia, que los GARI (Grupos de Acción Revolucionaria Internacionalista), con los que colaboraba nuestro Lucio Urtubia. El objetivo era canjearlo por Salvador Puig Antich, ejecutado por el franquismo unos meses después como venganza al tiranicidio de Carrero Blanco. El policía Abderramán Muley Moré se infiltró en el DRIL y marcó objetivos, entre ellos la bomba en la estación de Amara de Donostia que mató a la bebé Begoña Urroz y que décadas después, con una desvergüenza supina, el Estado español atribuyó a ETA.
Hoy, a pesar de los avances técnicos, los agentes encubiertos continúan siendo una pata indispensable del espionaje político. Los medios alternativos, han descubierto recientemente hasta ocho agentes encubiertos en movimiento sociales del Estado español. Probablemente la cifra será más alta y, conociendo los manuales clásicos, otros esperarán su turno para su activación, mientras se mantienen como agentes durmientes. A las inclinaciones del CNI para infiltrar agentes en movimientos sociales de Madrid y Països Catalans se añaden las particularidades en Euskal Herria susceptibles de rastreo: grupos memorialistas, red de torturados, activistas de derechos humanos… Indicios los hay.

Por esta tendencia y por la naturaleza del Estado español, no me ha sorprendido el argumento de Benet Salellas, abogado de Santos Cerdán, que abrió la tesis de que Koldo García podría ser un agente encubierto. No voy a defender ni de lejos, la honorabilidad de un PSOE, cubierto de episodios de corrupción desde la Transición. Hijo del Régimen del 78. Pero los objetivos finales del Estado profundo son los aliados de ese PSOE en el Gobierno central. Como siempre, la unidad sacrosanta de España. Y en ese análisis, catalanes y vascos siempre hemos sido y seguimos siendo prioridad.

 

 

 

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viernes, 11 de julio de 2025

Sin Enigma Aragonés

Desde su perfil de Facebook, Lander Ibarguren le corrige la plana a los "historiadores" de National Geographic tras publicar que el origen del toponímico Aragón es, según ellos, enigmático.

Adelante con la lectura:


El borrado sistemático del pasado vasco de Aragón

Lander Ibarguren

El topónino Aragón no es celta, ni romano ni castellano, tiene un origen vasco. Es la adaptación fonética castellana de la forma vasca Aragoa, derivada de la forma vasca antigua Aragona, con el significado de "valle".

Aragona procede de la raíz vasca Ara, en euskera actual (h)aran -valle-, donde la -n final es un sufijo locativo para enfatizar que es un lugar, más la consonante epentética /g/ para facilitar la pronunciación, más el sufijo locativo de origen latino -ona (derivado de la declinación latina -one [m]) , muy común en la toponimia vasca, sobre todo en la actual forma -oa (Gipuzkoa, Nafarroa... antiguos Ipuzkona, Nabarrona...). Ara + (g) + ona.

Existe también en Aragón un río Ara (valle) y en documentos del Reino de Pamplona y Nájera del siglo XI, durante el reinado de Sancho el Mayor de Navarra, se la nombra con la forma vasca medieval Aragona, de la que deriva la actual forma vasca Aragoa (por pérdida de la n intervocálica), que sería la forma correcta para llamar a Aragón en euskera, si no fuera porque la Real Academia de la Lengua Vasca, Euskaltzaindia, hubiera priorizado incomprensiblemente la forma Aragoi, que es la adaptación fonética al euskera de la forma castellana Aragón, que es, a su vez, la adaptación fonética castellana del vasco Aragona.

El topónimo Aragona surgió en la parte noroeste de la actual Aragón, donde nunca se asentaron celtas y fue de habla vasca ininterrumpidamente desde épocas prerromanas hasta los siglos XVII-XVIII, en algunos pueblos aragoneses.

El Aragón inicial formó parte de la Vasconia de la época romana. En la época franco-visigótica formó parte del Ducado de Vasconia. Cuando los vascones supirenaicos de Navarra y Aragón se independizan del Ducado de Vasconia, que estaba sometido en esas época a los francos, dan lugar al Reino de Pamplona. Aragón forma parte también del posterior Reino de Pamplona y Nájera, hasta que, tras la muerte del rey Sancho el Mayor, el reino se disgrega y surge el Reino de Aragón en el siglo XI. Al avanzar Aragón hacia el sur en las conquistas, iría aglutinando población de habla romance (la actual lengua aragonesa, que era la lengua mayoritaria de la marca superior andalusí), que acabaría convirtiéndose en el principal grupo humano del reino.

Es indignante que una lengua y una cultura vascas, con raíces prerromanas en todo el norte de Aragón y hablada hasta épocas recientes en ese territorio, que padeció prohibición durante siglos en Aragón (por ejemplo, ordenanzas de la ciudad de Huesca desde 1349 hasta el siglo XVI, según el Archivo Histórico de Huesca) sean borradas sistemáticamente de la historia de Aragón en gran parte de las publicaciones de ámbito histórico.

 

 

 

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jueves, 10 de julio de 2025

El Legado de Joxe Azurmendi

Desde Naiz traemos a ustedes este recuento de la vida y obra de Joxe Azurmendi:


Joxe Azurmendi Otaegi, un pensador vasco original y libertario 

José María Aguirre Oraá | Profesor de Filosofía jubilado de la Universidad de La Rioja

Joxe Azurmendi nació en 1941 en Zegama (Gipuzkoa). De joven ingresó en la orden franciscana de Arantzazu, donde se formó en filosofía y en teología. Posteriormente desarrolló su trabajo como profesor universitario en sus primeros años en la EUTG de Deusto (1978-1981) y posteriormente en la UPV/EHU (1981-2014), donde a partir de 1993 fue nombrado catedrático de Filosofía Moderna. Perteneció desde 1960 al Grupo Jakin, siendo el editor de la colección de libros en euskara Jakin Irakurgaiak, dedicados a la filosofía y al pensamiento. Ha sido también académico de honor de Euskaltzaindia desde su nombramiento en 2010. Asimismo, ha colaborado en la traducción al euskara de obras filosóficas en la editorial Klasikoak. Fue uno de los fundadores de Udako Euskal Unibertsitatea. En 1984 presentó su tesis doctoral sobre José María Arizmendiarrieta, fundador del movimiento cooperativo vasco iniciado en Arrasate-Mondragón. En la tesis defendió que el proyecto de Arizmendiarrieta pretendía conjugar el individuo y la sociedad bajo una organización que uniera el socialismo y el personalismo francés. En una de sus últimas obras, El hombre cooperativo, sigue profundizando en el pensamiento y en la obra del fundador de este movimiento cooperativista de Mondragón (actualmente se designa como Mondragon Corporation).

Su producción filosófica la realizo fundamentalmente en euskara, como una manera de proporcionar conceptos e instrumentos lógicos e intelectuales a una lengua poco desarrollada en este campo. Para él la elección de la lengua es substancial por la relación intrínseca entre lengua y pueblo, incluso el territorio es algo que cobra vida en virtud de la lengua; los ríos y los montes tienen nombre, con esos nombres se aprendieron las viejas leyendas y mitos, todas nuestras experiencias de niñez y juventud. Avanzando en esta perspectiva, considera al pueblo vasco «un pueblo desgarrado por dentro. Por eso cuando se elige una lengua, no se elige solamente entre una lengua u otra. Es una elección por una gente, por un pueblo, para poder recomponer ese desecho. Lo que queremos, básicamente, es una normalización: que la comunidad vasca pueda vivir de nuevo en paz y en colaboración, es decir todos con todos y comprendiéndonos mutuamente. Este es el objetivo de los euskaltzales» (Entrevista a Joxe Azurmendi en "Diario Vasco" del 9 de Noviembre de 2012).

Sus preocupaciones abarcaron el campo de la política, de la reflexión sobre la cultura y de la creación cultural. Incluso ha escrito poesía. Su obra surge y se desarrolla en una época de crisis cultural, política y de valores. Azurmendi entiende la crisis no en su negatividad sino como posibilidad para nuevas oportunidades de pensamiento y de acción. Por ello su pensamiento gira en torno a la defensa de la libertad en todos los ámbitos, pero sobre todo en el terreno de la conciencia y del pensamiento. Consecuentemente trata de pensar y meditar en su obra el modo de vivir en tal situación. Para ello adopta una perspectiva de relatividad que se enfrenta a los últimos vestigios de los dogmatismos a los que tiende una sociedad en crisis. «La proclamación del relativismo es provocativa. [...] Yo no estoy particularmente interesado en ser apóstol del relativismo. Pero como yo vengo de una cultura dogmática [el franquismo], soy alérgico a algunas cosas. La verdad, la razón y la corrección absoluta eran católicos en esa cultura. Ahora he oído que el relativismo postmoderno es la causa de la miseria moral y la pérdida de valores. Se ve que hay una nostalgia de la cultura dogmática, disfrazada con un poco de discurso democrático e iluminado. Esa cultura dogmática tiene al relativismo como su enemigo, por eso yo reclamo este relativismo que es declarado culpable. Pero no es un relativismo absoluto» (Azurmendi J., "Los vascos son argonautas con barcos muy frágiles", Entrevista en "Hegats").

En este sentido, por ejemplo, se muestra crítico fundamentalmente con el Estado moderno al que acusa de ser la nueva iglesia que controla las conciencias. Critica la instrumentalización de la moral y el modo como los políticos, en vez de solucionar los problemas en su ámbito, huyen al terreno de la moral para ocultar sus responsabilidades bajo el manto de unos supuestos principios absolutos. «Por el momento, ¿cuál es el punto de repetir el viejo cuento sobre lo que se está convirtiendo el Estado. Una vez que el análisis crítico amargo de hace algún tiempo (Herbert Marcuse: el hombre unidimensional), las utopías negativas sombrías (Aldous Husley, Georg Orwell y los gritos de protesta (Mayo del 68) se olvidan, y falta el más mínimo sentido de la resistencia en la sociedad civil, la telaraña del poder vuela tranquilamente sobre nuestras cabezas, por todo el lugar. Incluso el vestuario» (Azurmendi J., "Demokratak eta biolentoak").

Hay que destacar su aportación al cuestionamiento de las lecturas canónicas que se han construido sobre distintos temas. Especialmente destacable, gracias a su erudición y formación alemana, es la interpretación que hace sobre la ilustración alemana, cuestionando la aparente oposición entre la ilustración francesa y el romanticismo alemán aportando una nueva perspectiva para pensar los diferentes aspectos que se derivan de dicha oposición. De ese modo, en contra de algunos intelectuales españoles y franceses, defiende que el nacionalismo surge en Francia (Montesquieu, Voltaire, Rousseau, Ernest Renan) y que posteriormente será reinterpretado por los ilustrados y románticos alemanes. De ese modo cuestiona el modo en que se les atribuye un nacionalismo metafísico a autores como Humboldt, Schiller, Herder o Goethe.

En su libro Historia, arraza, nazioa Azurmendi analiza históricamente la evolución del concepto de nación en Renan, uno de sus primeros ideólogos, y en la historia de Francia desde el Renacimiento a la actualidad. A partir de aquí, muestra les falacias del nacionalismo francés, como ya lo hizo con el nacionalismo español en "Espainiaren arimaz" (2006). Los mismos franceses han idealizado y embellecido su nacionalismo, pero el nacionalismo francés es el modelo de los nacionalismos más ofensivos que han existido en Europa. En cierta medida éste es también el modelo del nacionalismo español. Por ello Azurmendi no comparte la perspectiva que acostumbra a elogiar la concepción francesa de nación y a condenar la alemana. Según su planteamiento el nacionalismo que se ha considerado cívico, laico y democrático ha conservado y reforzado la opresión, el colonialismo y el imperialismo durante años y hasta hoy. Con Tzvetan Teodorov distingue entre naciones cívicas y étnicas, la cívica es la criminal, la que provoca guerras. Una nación étnica no ha hecho tanta destrucción como las cívicas. Lo que quiere una nación étnica es su soberanía, desarrollar su cultura, etc. Sin embargo, lo que quiere una nación cívica es imponer sus fronteras, defender su economía, atacar al vecino... Por tanto, el gran peligro y el gran desastre son las naciones que se denominan cívicas, no las étnicas, porque estas no conquistan otros países, ni practican el colonialismo. Pero, ¿por qué tenemos que demostrar que el nacionalismo vasco no es racista? Porque el esquema dominante nos obliga a hacerlo. Pese a admitir que Arana era racista sin duda, Azurmendi señala que también lo era José Ortega y Gasset, pero no se exige al nacionalismo español que demuestre que no es racista en la misma medida en que se le pide al nacionalismo vasco.

La democracia puede ser un logro de la lucha popular, en el caso de la revolución francesa o la independencia de los Estados Unidos. Entonces es el comienzo de la democracia real y el resultado de una lucha [...] «En España se nos ha instaurado la democracia de la misma manera que se instaura una dictadura. Quizás funcionó muy bien en el país acostumbrado a la dictadura, pero no en el País Vasco. No es posible decir «ven aquí porque hemos puesto estos cimientos». No, eso es mentira. Los cimientos de la democracia no están aquí, [...] Puede parecer arrogante, pero cuando llegó la democracia no hubo lucha en Madrid. Esa pelea estuvo aquí y todavía lo está. [...] Una de las cosas que critico de esta democracia es que en estado de polarización las ideas son tan primitivas como en el franquismo. Cualquier pensamiento que lo cuestione se considera violento. Hoy, quien no está de acuerdo con la propaganda oficial, que dice «quien no condena es un asesino», es inmediatamente identificado en la acera. Revela que todavía estamos en el pueblo de la Inquisición» (Azurmendi J., Entrevista en la revista "Elkarri").

Una parte importante de su obra la ha dedicado a la recuperación y reinterpretación de pensadores vascos. Hay que destacar sus estudios sobre Jon Mirande, Orixe, Unamuno... Por ello es un autor que ha meditado desde y para la cultura vasca. En 1992 publicó "Espainolak eta euskaldunak", una obra muy conocida y debatida. La escribió como reacción a un texto de Sánchez-Albornoz que reza así: «Los vascos son los últimos que se han civilizado en España; tienen mil años menos de civilización que cualquier otro pueblo... Son gentes rudas, sencillas, que además se creen hijos de Dios y herederos de su gloria. Y no son más que unos españoles sin romanizar». En esa obra Joxe Azurmendi refuta los tópicos sobre los vascos de ciertos intelectuales españoles, que afirman que éstos no fueron romanizados, que el vascuence es una lengua inculta, etc., tópicos creados sobre todo en los siglos XVI y XVII y su cimentación en la Edad Media, Renacimiento, Imperio (de Austrias y Borbones), Edad Moderna. Joxe Azurmendi se considera influenciado por los autores vascos de la posguerra, por ejemplo, en cuestiones como la del lenguaje. En ese ámbito ha investigado, también, a autores como Heidegger, Wittgenstein, George Steiner o Humboldt. Por todo ello, que su vasta obra la haya producido en euskara guarda plena coherencia con su pensamiento, ya que busca desarrollar un pensamiento y reflexiones en una lengua que necesita espacio y configuración.

Fruto de su ingente labor investigadora es la obra Pentsamenduaren historia Euskal Herrian. Eskolaren eta gogoetaren lana gizaldiz gizaldi. En ella Azurmendi estudia a pensadores vascos y escuelas que abarcan desde la Edad Media hasta los inicios del siglo XX. Porque existe un pensamiento vasco desconocido y esta obra viene a llenar un importante vacío. Se trata en definitiva de una enciclopedia del pensamiento vasco durante los últimos quince siglos. «Azurmendi expone el germen de una historia sistemática de la producción intelectual vasca, que abarca a varios centenares de pensadores y escritores, dispersos en todas las ramas del saber: la filosofía, la política, la ciencia, la técnica, la historia, el derecho, el arte, la sociedad, la medicina, la economía, la literatura, la religión..., poniendo particular énfasis en los contextos históricos, sociales y culturales que corresponden a su producción. Azurmendi nos muestra que los vascos somos absolutamente normales, con vicios y virtudes similares a los demás. Por consiguiente, nos transmite lo siguiente: no es posible imaginar un futuro que sea «nuestro» −con todo lo que ello supone− desconociendo lo que ha sido «nuestro» hasta el presente».

Algunos de los temas que Azurmendi desarrolla profundamente en sus ensayos aparecieron por primera vez en su poesía juvenil. Azurmendi se sitúa dentro de la poesía vasca de los años 60, una poesía que muestra la lucha contra la tradición, la vieja fe y las certezas dogmáticas:

«Pero deseamos ser libres,/ ¿es culpa mía?/ Intentaron regalarnos un árbol de Gernika,/ un falso cheque en blanco,/ como si el deseo de ser libres fuera un pecado,/ pero a pesar de eso, nosotros, sencillamente, deseamos ser libres./ Eso es lo que queremos, eso es todo./ Este es el último engaño:/ nos han hecho creer/ antes desde fuera y ahora desde dentro/ que es nuestra responsabilidad justificar nuestro deseo de ser libres». "Manifestu atzeratua" ("Manifiesto tardío") (1968).

 

 

 

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Egaña | El Derecho y el Deber de Escapar

Y ya que hemos estado hablando de fugas al cumplirse la cuarta década de el escape protagonizado por Pikabea y Sarrionandia de Martutene, aquí les presentamos este texto de Iñaki Egaña que será la delicia de más de uno de nuestros lectores.

Directo a ustedes de Facebook:


El derecho y el deber de escapar de prisión

Iñaki Egaña

Una máxima universal señala que el deber de todo preso es escaparse, circunstancia que la mayoría de estados tipifica como delito. En los últimos 20 años, se han evadido de Francia más de 500 presos y de España la cifra es inferior, cercana a los 400. Aunque Hollywood y el cine han convertido las fugas en una aventura carcelaria, las evasiones se producen desde hospitales, juzgados y traslados. Los casos desde centros penitenciarios apenas llegan al 5%. Brasil parece ser el estado con el número mayor de evasiones del planeta, una al día. El país sudamericano tiene entre rejas a 900.000 internos, superado por EEUU con dos millones de presos, la primera población carcelaria de los cinco continentes en números absolutos. En relativos, por el contrario, El Salvador de Nayib Bukele ocupa el primer lugar, con 1.659 presos por cada 100.000 habitantes, seguido de EEUU con 639.

Las fugas más espectaculares se convirtieron en productos cinematográficos, en especial los promocionados por Hollywood. Dos remakes reales han devuelto actualidad a presidios míticos: Alcatraz y la Isla del Diablo (Guyana francesa). Donald Trump acaba de anunciar su intención de reabrir la prisión californiana, mientras que Emmanuel Macron ha informado de una inversión de 400 millones de euros para abrir un centro de detención en la Guyana. De la de Alcatraz se escaparon tres presos en 1962, un año antes de su cierre definitivo, fuga que dio lugar a una película protagonizada por Clin Eastwood. Para el FBI los fugados se ahogaron. En la ficción cinematográfica, los indicios apuntaron a su supervivencia. De la Isla del Diablo se fugó supuestamente Henri Charrière en 1941, que escribió su biografía en un libro que dio lugar a la película “Papillon” protagonizada por Steve McQueen y Dustin Hoffman. Con la condena cumplida e indultado por el éxito de la película, Charrière se estableció en España. A su muerte se supo que era un impostor y que el auténtico protagonista de la fuga había sido Charles Brunier. Entre decenas de novelas y filmes, destacar que recientemente acaba de ser traducida al castellano la fuga que León Trotsky contó ya en su libro “Tudá i obratno” (1907) en el que narraba la evasión cuando era trasladado al campo de internamiento de Beriózov (Siberia).

La modernidad ha desdibujado centenares de fugas espectaculares y técnicamente complicadas, trasladando su naturaleza a una especie de competición. ¿Cuál ha sido la más rocambolesca? ¿Cuál la más masiva, la que más distancia tuvieron que recorrer los fugados? Cada medio, cada reportaje, ofrece su versión, errando en muchos casos. En la Segunda Guerra mundial, el castillo nazi de Colditz, prisión para oficiales aliados, fue escenario de 300 intentos de fuga. En sentido contrario, de Papago (Arizona), uno de los 500 campos de prisioneros en EEUU que acogieron presos alemanes, 26 internos escaparon en la navidad de 1944, tras excavar un túnel de 54 metros. De las prisiones de Acre y Jerusalén, en Palestina, escaparon 40 militantes de Irgun -grupo paramilitar sionista-, en 1947 y 1948, durante el mandato británico.

La actualidad sigue ofreciendo ejemplos, como el reciente de mayo de 2024, cuando un convoy que trasladaba al preso Mohamed Amra en Normandía fue atacado. El detenido consiguió huir, mientras que dos funcionarios de prisiones perdieron la vida en el tiroteo. Amra fue detenido en Rumania en febrero de este año. Hace escasas semanas, la Guardia Civil descubrió un túnel que comunicaba el Tarajal de Ceuta con Marruecos, usado como vía de escape para huidos de la Justicia. El túnel, sin embargo, no tiene la sofisticación de aquel que facilitó la huida, en 2015, del penal de máxima seguridad del Altiplano de “El Chapo” Guzmán. Una obra de ingeniería de kilómetro y medio de longitud y diez de profundidad para la que sus constructores, removieron más de tres mil toneladas de tierra.

Entre las destacadas, hubo un viaje repetido aparentemente en dos ocasiones cuyo trayecto y condiciones superaron a la ficción. La primera ocasión, en 1917, la protagonizaron 17 presos “blancos” en la guerra civil rusa. Escaparon de su internamiento en Siberia, a pie y durante meses, tras recorrer miles de kilómetros, recalaron en China. Sólo tres sobrevivieron. Uno de ellos, David Regevsky se refugió en Donostia, donde esposó con Amparo Zoco. Su familia se asentó definitivamente en Donostia, madre, hijos y nietos. Regevsky, que vivió en la Villa Datcha Blanca de Igeldo, falleció en 1958. A pesar de su éxito cinematográfico a través de la película “The Way Back” (2010), la segunda de las evasiones desde Siberia, ocurrida durante la Segunda Guerra mundial, fue falsa, según investigaciones de la BBC. El protagonista era el soldado polaco Słavomir Rawicz, que escribió en 1956 “La larga caminata”, en la que relataba su supuesta fuga en 1941 desde el gulag hasta India, recorriendo 6.500 kilómetros y atravesando Siberia, el desierto de Gobi, Mongolia y Tíbet. Su falseada biografía se convirtió en un superventas y fue traducida a 25 idiomas. Resultó que Rawicz había quedado en libertad en 1942 y que la historia de la fuga era cierta pero que correspondía, probablemente, a otro soldado polaco, Witold Gliński.

En cuanto al número de fugados, las de Queyfiya (Libia) en 2013 -más de un millar de reclusos- Kandahar (Afganistán) en 2008 -540 presos a través de un túnel de 300 metros- y Tazoult (Argelia) -1200 presos (de ellos 280 en el corredor de la muerte)- han sido recientemente las más masivas hasta 2024. En 2024, en Makala, capital de la República Democrática de Congo, hubo una fuga masiva, hasta 3000 presos, con 129 muertos en enfrentamientos entre presos y policías y 163 mujeres reclusas violadas y quemadas vivas en el intento de fuga En marzo de 2024 se fugaron de la prisión de Puerto Príncipe en Haití, un total de 3696 reclusos, tras un ataque desde el exterior.

En el Estado español y durante el franquismo, fueron míticas las fugas de Eleuterio Sánchez, “el Lute”, un merchero salmantino, la última del presidio de Puerto de Santa María en 1970. En prisión aprendió a leer y escribir y concluyó la carrera de Derecho. Su biografía dio lugar al filme “Camina o revienta”. La relevancia mediática de “el Lute” fue sustituida más tarde por la de Juan José Garfia, un vallisoletano de familia comunista, que recaló en prisión ya con 18 años acusado de robar explosivos. En libertad fue detenido en un tiroteo, con el resultado de tres muertes cuando huía del atraco fallido a un banco. Condenado a 113 años de prisión, logró escapar de la cárcel en 1989 y 1991. Encarcelado de nuevo, se licenció en Bellas Artes y Filología Hispánica y escribió un libro animando a las evasiones: “Adiós Prisión. Relato de las Fugas más espectaculares”. Salió en libertad condicional en 2010.

En el Estado francés, las fugas más relevantes tuvieron como preludio las del dandi René Girier, al que atribuyeron hasta 17 fugas. Atracador de guante blanco, su fama le llevó a ser chófer y mayordomo de la familia real de Mónaco. Fue interpretado en la gran pantalla por Gérard Depardieu. En otro caso, Michel Vajour se escapó en seis ocasiones, una de ellas de la prisión de La Santé, en 1986, en un helicóptero pilotado por su esposa. Tres presos canadienses también escaparon en helicóptero de la prisión de Quebec, en 2014.

La más ingeniosa correspondió a tres corsos -Maurice Costa, Francis Mariani y Pierre-Marie Santucci- que se evadieron de una cárcel cercana a Bastia en 2001 tras que el director de la prisión recibiera un falsificado fax, con la firma de un juez, que decretaba su puesta inmediata en libertad. Otro preso, Antonio Ferrara protagonizó la más espectacular, al huir de Fresnes en 2003. Un comando de seis falsos gendarmes, atacó con armas largas a los vigilantes, hizo un boquete en una entrada metálica, llegaron hasta la celda de Ferrara y con dinamita volaron la puerta, entre el jolgorio del resto de internos. Ferrara fue detenido cuatro meses después y salió en libertad en 2022. Otra fuga espectacular fue la de Rédoine Faïd que se escapó de la prisión de Lille-Sequedin con explosivos, un arma y la toma de rehenes. Fue capturado mes y medio después. Concluirá su condena en 2060.

En Euskal Herria, la mayor fuga de su historia se produjo en mayo de 1938 en la prisión navarra de Ezkaba, cuando se escaparon 795 internos. Únicamente tres lograron llegar a Ipar Euskal Herria (Jovino Fernández, José Marinero y Valentín Lorenzo), 207 fueron ejecutados en los días siguientes a la huida y 585 detenidos. Fernández mantuvo su exilio francés hasta su fallecimiento en 1995. Marinero alcanzó México, al huir de la llegada nazi, donde murió en 1963. Lorenzo, se reintegró a la guerra por Barcelona. Huyó nuevamente en 1939, y falleció en Burdeos en 1986. El presidio, a iniciativa pactada con el Ejecutivo español por EHBildu, fue declarado lugar de memoria, transmitiéndose su titularidad al Gobierno de Nafarroa que lo ratificó en 2025.

Durante la Segunda Guerra mundial, muchos de los vascos que combatieron con la Resistencia francesa también se fugaron de prisión o campos de concentración. El mayor protagonista en fugas fue Kepa Ordoki. En 1939 consiguió escaparse de las cárceles franquistas, más tarde de Gurs y, finalmente, hasta tres veces, del cautiverio nazi.

La primera fuga masiva de presos de ETA tuvo lugar en diciembre de 1969. De la prisión de Basauri se escaparon 15 presos, cinco de ellos acusados de delito común y los diez restantes militantes de ETA. Se refugiaron en el estado francés y París les asignó a residencia. En septiembre de 1973 Agustín Asteasuinzarra consiguió evadirse, con ayuda exterior, del cuartel de Loiola, en el que estaba detenido. En 1974, Jon Urzelai logró fugarse mientras estaba detenido en el Hospital Provincial de Donostia. Y en 1975 el fugado, también de Loiola, sería Bernardo Bidaola. Los dos primeros serían muertos, años más tarde, por las fuerzas policiales y Asteasuinzarra por los GAL. En 1978, el autónomo Bernardo Aizpitarte, detenido, se escapó, como Urzelai, del hospital. Hubo intentos frustrados en numerosas cárceles: Burgos (durante el Proceso de 1970), Zamora, Carabanchel, Iruñea, A Coruña, Martutene, Basauri…

La siguiente fuga masiva tuvo dos versiones, ambas desde Segovia. La primera de ellas fracasó con motivo de la delación del infiltrado Mikel Lejarza. La segunda, exitosa, tuvo lugar en abril de 1976 con la fuga de 29 presos. Lo hicieron a través de un túnel excavado, que conectaba con las cloacas del centro para lo que hicieron desaparecer seis toneladas de tierra por los desagües. El éxito fue inicial, hasta que la mayoría de los evadidos fueran detenidos en las cercanías de Aurizberri. En esta escapada falleció el militante catalán Oriol Solé, alcanzado por una bala explosiva disparada por la Guardia Civil. Cuatro de los fugados, -Koldo Aizpurua, Josu Muñoa, Mikel Laskurain y Carlos García Solé-, junto a Miren Amilibia del comando de apoyo, lograron su objetivo. En enero de 1980, tres militantes de ETApm huyeron de la cárcel de Martutene: Izaskun Arrazola, Jesús María Salegi y Mikel Matxirena.

Al margen de la fuga de Iñaki Pikabea y Joseba Sarrionandia en julio de 1985, a finales del año siguiente, un comando de Iparretarrak liberó de la cárcel de Pau a sus militantes Maddi Hegi y Gabi Mouesca. El operativo, probablemente el más complejo en los 28 años de actividad de IK, se llevó a cabo con el secuestro del director del centro penitenciario por miembros de IK disfrazados de gendarmes. Maddi Hegi falleció en 1987 en accidente ferroviario tras ser detenida.

Ya en épocas más recientes, en noviembre de 2000, Félix Alberto López de la Calle, escapó de un hotel de Aubusson (Francia), donde estaba detenido a la espera de su extradición. En agosto de 2002, Ismael Berasategi se fugó de la prisión parisina de La Santé, al intercambiarse con su hermano. En diciembre de 2002, Ibon Fernández Iradi consiguió fugarse de la comisaría de Baiona, a través de un conducto del aire. En el siglo XXI, hubo intentos de militantes de ETA fracasados, desde las prisiones de Aranjuez, Valdemoro y La Santé. Otros abortados no tuvieron publicidad. En 1993, José Mari Sagardui fue descubierto cuando se fugaba de la prisión de Granada.

Entre los grupos insurgentes, el IRA realizó una de las fugas más espectaculares de la historia, al colocar, en julio de 1922, una bomba de gelignita en un lateral de la prisión de Dundalk. Por el boquete se escaparon 105 prisioneros políticos. Días después, los fugados al mando de Fran Aiken, uno de los huidos, asaltaron el cuartel de Dundalk, tomando 300 prisioneros. Fue uno de los episodios más dramáticos de la guerra civil entre dos facciones del IRA, los que aceptaron el Tratado de Independencia de la que sería Irlanda del Sur y los que no reconocieron la continuidad del norte de la isla en poder de Londres. Más recientemente, las fugas de miembros del IRA fueron numerosas: en 1972, nueve presos republicanos huyeron de un barco-prisión y un año después, tres internos del IRA escaparon en helicóptero de la prisión de Mountjoy. En 1974, 19 militantes lo hicieron de Portalouse y un año más tarde, otros nueve mientras estaban siendo juzgados en Newry. En 1981, ocho militantes de la prisión de Crumlin Road y en 1983, 38 presos republicanos huyeron de la cárcel de Long Kesh (Maze) en la más numerosa en la historia reciente de Gran Bretaña. Cuatro de los fugados de Meze fueron detenidos posteriormente en EEUU y Londres solicitó su extradición. El Acuerdo de Viernes Santo, en 1998, evitó la deportación de tres de ellos.

En Alemania, Andreas Baader logró escapar de prisión antes de alumbrar la Rote Armee Fraktion (RAF). En julio de 1976, cuatro militantes escaparon de la prisión de mujeres de Berlín, tres de ellas del Movimiento 2 de Junio y la cuarta de la RAF, a través de la ventana de la biblioteca. Gabriele Rollnik e Inge Viett serían detenidas dos años después en Bulgaria y extraditadas a Alemania Occidental. Monika Berberich fue detenida poco después de su fuga y salió de prisión en 1988, tras haber realizado nueve huelgas de hambre.

Assata Shakur, miembro del Black Liberation Army y de los Black Panthers, huyó de la prisión de Hunderton (New Jersey) y se refugió en Cuba desde 1984. En 2005, el FBI la incluyó entre las diez terroristas más buscadas y ofreció una recompensa por su captura. Desde La Habana escribió su autobiografía, con introducción de Angela Davis. De Velore Fort en India, escaparon en 1995, 43 reclusos tamiles de Sri Lanka. La fuga de cinco militantes palestinos de Gilboa (Palestina ocupada), en septiembre de 2021, fue una más entre las 30 sucedidas anteriormente, unas exitosas otras fracasadas. La primera tuvo lugar en 1958, con la huida de 77 palestinos del presidido de Shatta. En la Sudáfrica, la película sostenida en hechos reales que relata la fuga de tres presos políticos del penal de Pretoria en 1979, resume los intentos que protagonizaron otros internos durante el apartheid.

Entre los tupamaros uruguayos, la fuga del penal de Punta Arenas en 1971 dejó en libertad a 111 presos políticos, entre ellos el reciente fallecido Pepe Mujika. El FLN había intentado, un año, antes, a través del secuestro de Daniel Anthony Mitrione -un agente de la CIA destacado en Montevideo e instructor de torturadores-, su canje por 150 prisioneros. El Gobierno no accedió a las pretensiones uruguayas y Mitrione fue ejecutado. En una acción similar, en 1978, el Frente Sandinista asaltó el Palacio Nacional en Managua, exigiendo, entre otros objetivos, la liberación de 50 presos, entre ellos Tomás Borge. Tras dos días de negociación, el presidente Somoza accedió a la petición y los reclusos viajaron a Cuba. Tupac Amaru, en Perú, imitó la acción en 1996 y tomó con rehenes la embajada de Japón, solicitando la liberación de 465 de sus presos. El Gobierno peruano, tras cuatro meses de asedio, asaltó la embajada y mató a todos los guerrilleros.
En marzo de 1982, Sendero Luminoso atacó la cárcel de Ayacucho (Perú) liberando a 254 presos, de los que 70 eran miembros de la organización liderada por Abimael Guzmán. En 1990, 47 militantes del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) de Perú, entre ellos su dirigente Víctor Polay, se fugaron del presidio de Canto Grande tras cavar un túnel de 250 metros de largo y ocho de profundidad. De la prisión de máxima seguridad de Santiago (Chile) el Frente Patriótico Manuel Rodríguez, con la ayuda de dos voluntarias del IRA, liberó en 1996 a cuatro de sus militantes condenados a cadena perpetua. La llamaron Operación Vuelo de Justicia -se produjo a través de un helicóptero- y de los cuatro fugados, únicamente Mauricio Hernández fue detenido en Brasil y extraditado a Chile. Frances Mary Shannon, la irlandesa de apoyo, fue detenida el pasado año en Croacia, pero quedó en libertad al llegar fuera de plazo la petición de extradición. En Venezuela se había escapado un grupo de guerrilleros de la Isla del Burro, en 1963, vestidos de mujer y con acreditaciones falsas.

En mayo de 1975, 26 presas políticas, acusadas de actividades guerrilleras, se fugaron de la prisión del Buen Pastor en Argentina. Un camión con un cable de acero arrancó las verjas de la prisión, abriendo un camino por donde escaparon las reclusas. De las fugadas, seis fueron desaparecidas por la dictadura militar que se estableció un año más tarde. De la cárcel de Guadalajara en México, huyeron seis militantes de la Liga Comunista, tras recibir ayuda de un comando exterior, en 1976. En marzo de 1991, un comando del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional atacó el Centro Penal de Mariona y logró la libertad de 135 internos. En 1956, del presidio del Boniato (Cuba) se fugó un grupo de presos que sería el motor del foco guerrillero en Sierra Maestra. Raúl Castro participaría en otra acción para liberar a Frank País, uno de los dirigentes revolucionarios que fallecería poco después, a manos de la Policía del dictador Batista.

 

 

 

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Desarme Kurdo e Izquierda Abertzale

En una alocución reciente el catalán Gabriel Rufián le ha pedido a los del PP y a los de Vox que se abstengan de lanzar ataques en contra del PSOE, específicamente en contra de Francisco López.

Todo bien en lo que respecta a exigirle cosas a la extrema derecha española, lanzada a desestabilizar el gobierno de Pedro Sánchez recurriendo para ello a los eternos casos de corrupción, mismos que han caracterizado a los partidos estatales españoles. Vaya, que para corrupción la de su antecesor ideológico y sus allegados. Sí, nos referimos a Francisco Franco por si alguien tiene alguna duda.

Pero se nos hace necesario recordar a Rufián que quien realmente se arremangó las mangas y negocio... fue el pueblo vasco.

Sí, ese pueblo vasco que también ha tenido que cargar ataúdes. Y en más de una ocasión, ha cargado ataúdes teniendo que resistir las cargas policiales de las instituciones represivas del estado español, sin importar las siglas que ocupaban La Moncloa en cada dado momento.

Y que si en algún momento Francisco López logró sentarse en la poltrona de Lakua fue porque antes su partido y sus socios del PP habían impedido la participación de decenas de partidos y listas electorales de la izquierda. 

¿O ya ha olvidado Rufián la infame Ley de Partidos Políticos?

Y si Eguiguren se sentó a dialogar, fue porque del otro lado de la mesa le esperaba con la mano abierta y el corazón dispuesto la izquierda abertzale, con sus miles de torturados y sus cientos de presos políticos.

Así que a él, a Gabriel Rufián, le dedicamos esta publicación en Naiz, una que deja bien claro la disposición de EH Bildu a acompañar procesos de paz, de reconciliación, de desarme y de memoria.

Adelante con la lectura:


EH Bildu viaja al Kurdistán Sur para «acompañar al pueblo kurdo» en el desarme del PKK

Igor Zulaika, responsable de Política y Relaciones Internacionales y parlamentario de EH Bildu en Gasteiz, acue al Kurdistán Sur para mostrar el apoyo de la formación soberanista vasca a la ceremonia de desarme que el PKK realizará en la provincia de Suleimaniya este viernes.

En las próximas horas está prevista la celebración de una ceremonia de desarme del PKK en la provincia de Suleimaniya, en el Kurdistán Sur. Este acto se enmarca en el cumplimiento del anuncio de disolución y desarme hecho público el pasado 12 de mayo por parte del movimiento de liberación kurdo. En representación de la izquierda soberanista vasca, Igor Zulaika, parlamentario de EH Bildu, acudirá a la ceremonia que el propio Abdullah Öcalan subraya como histórica.

El pasado mayo, el secretario de Relaciones Políticas de EH Bildu, Gorka Elejabarrieta, ya aplaudió y dio la bienvenida a dicho anuncio de disolución y desarme, asegurando que supone una «contribución decisiva para construir un escenario de paz justa y duradera». Elejabarrieta, también senador, valoró además «los esfuerzos realizados por los diferentes actores para avanzar en la resolución del conflicto».

En este sentido, reiteró que EH Bildu «ha apoyado y seguirá apoyando la lucha del Kurdistán por su libertad».

Un ejemplo de ello es la presencia de Zulaika en la ceremonia. A través de este gesto, EH Bildu quiere mostrar de manera «directa» su «cercanía y apoyo al ‘Manifiesto por una sociedad democrática’ hecho público por Öcalan, así como reivindicar una vez más su libertad y el derecho del pueblo kurdo a construir su propio futuro por la vía de la paz, el diálogo y la negociación».

Abierto, transparente y «rápido», anticipa Öcalan

Otras formaciones como el partido progresista turco DEM, defensor de la minoría kurda, anuncian también su presencia en el evento. Ayşegül Doğan, portavoz del DEM, asegura que esa primera entrega supone un «momento y acontecimiento histórico que dará forma al segundo siglo de la historia de Turquía (moderna)».

Öcalan ha anticipado que el desarme se llevará a cabo de forma abierta, transparente y «rápida», con un mecanismo de verificación que por el momento no se precisa.

Desde DEM se insta a que este proceso «no se haga en términos de vencedores ni vencidos, ni como liquidación o concesión», sino como «un punto de inflexión histórica no solo para la cuestión kurda sino para la lucha y la solidaridad internacional».

El PKK comenzó su lucha armada contra el Estado turco en 1984, con el objetivo de intentar lograr la independencia del Kurdistán o al menos más derechos políticos y culturales para esta minoría. Se estima que unas 45.000 personas han muerto a consecuencia de este conflicto armado.




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lunes, 7 de julio de 2025

Cuatro Décadas de la Fuga

En las páginas de El Plural se ha publicado información acerca de la emblemática fuga de Pikabea y Sarrionandia hace cuatro décadas de la prisión de Martutene, fuga y contexto del cual ha hablado ampliamente el entonces director de ese centro penitenciario, Juan Carlos Mesas.

Lean ustedes:


Se cumplen 40 años de la fuga de prisión de los protagonistas de Sarri Sarri

Cuando una huida de prisión se transformó en himno de rebeldía y en símbolo de la memoria popular 

Amanda Ramos

Todos recordamos, aunque solo sea por el eco de la canción, aquel 7 de julio de 1985. Fue el día en que dos presos políticos, Joseba Sarrionandia y Iñaki Pikabea, lograron burlar a las autoridades y escapar de la cárcel de Martutene, en San Sebastián, de una manera tan ingeniosa como cinematográfica. Se ocultaron dentro de dos grandes altavoces tras un concierto organizado en el recinto penitenciario y, mientras las notas del último acorde aún flotaban en el aire, salieron de la prisión sin que nadie lo advirtiera. Fue el principio de una leyenda que hoy, cuatro décadas después, sigue viva en la memoria colectiva.

La fuga que encendió la chispa

La historia de aquella fuga traspasó las fronteras de lo anecdótico para convertirse en símbolo. No se trataba solo de un audaz plan de huida, sino de un acto que, en un contexto de represión y conflicto, muchos interpretaron como desafío al sistema. La imagen de los dos presos ocultos en altavoces cruzando el umbral de la prisión sin disparar un tiro ni alzar la voz se convirtió en metáfora de resistencia silenciosa. La astucia, la imaginación y la valentía se impusieron a los barrotes y a los muros.

Aquella misma hazaña inspiró, solo unas semanas después, a la banda más icónica del rock radical vasco: Kortatu. Nació entonces Sarri Sarri, un tema que convirtió la fuga en un relato cantado, con ritmo de ska vibrante y espíritu de celebración clandestina. Las notas rápidas, los vientos festivos y el estribillo pegadizo hicieron de la canción un himno que sonaba en fiestas, en manifestaciones y en las noches largas de las txosnas. Muchos la cantaban sin conocer el origen real de su historia; otros, con la convicción de que la música también podía ser trinchera.

Cuarenta años después: el eco de un grito

Hoy, cuatro décadas más tarde, aquella fuga sigue despertando pasiones y divisiones. Para algunos, fue un acto de libertad y de ingenio frente a la opresión. Para otros, un capítulo doloroso ligado al conflicto que durante tantos años ensangrentó Euskadi. Lo cierto es que el paso del tiempo no ha borrado el impacto de aquel 7 de julio: al contrario, lo ha alimentado.

Las canciones tienen ese poder misterioso de sobrevivir a los contextos. Sarri Sarri se canta hoy en romerías y fiestas sin que muchos de los jóvenes que la bailan sepan que nació de un episodio real. Pero basta rascar un poco la superficie para encontrar la carga simbólica: la huida de los dos hombres ocultos en altavoces, el ingenio frente a la fuerza, la memoria de una época en la que la música y la política se cruzaban constantemente en las calles, en los escenarios y en las prisiones.

El peso del mito

Joseba Sarrionandia, el poeta, el fugitivo convertido en escritor de culto, vivió durante años en el exilio, construyendo una obra literaria que exploraba los exilios interiores y exteriores, las ausencias, los silencios. Iñaki Pikabea, su compañero de fuga, regresó al escenario público años después, cerrando así un círculo que había empezado entre cables, bafles y la música de un concierto que hizo posible lo imposible.

La propia canción, nacida de ese episodio, trasciende su origen y se convierte en patrimonio cultural de varias generaciones. Su ritmo invita al baile, pero en el fondo es una crónica de época. Una melodía que, entre trompetas y guitarras, recuerda que hubo un día en que la libertad pasó por el ojo de una aguja y consiguió burlar a todo un sistema.

La cárcel de Martutene, escenario de aquella fuga, es hoy un lugar que encierra muchas memorias. A lo largo de los años, la historia de Sarri Sarri ha vuelto a resonar en sus muros porque toda memoria colectiva que surge de un conflicto se construye entre el homenaje y la crítica, entre el recuerdo y el reproche.

Cuarenta años después, Sarri Sarri sigue sonando, no solo como una canción, sino como una ventana a un tiempo en que la música, las ideas y las acciones caminaban de la mano. Un tiempo en que el ska podía ser también arma cargada de futuro, y un estribillo repetido en fiestas podía recordar, para quien quisiera escucharlo, que hubo un día en que la libertad se escondió en un altavoz y escapó bailando.

 

 

 

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Entrevista a Juan Carlos Mesas

En su recuento de los sanfermines de 1985, Pello Guerra nos hace mención de la fuga de los presos políticos vascos Iñaki Pikabea y Joseba Sarrionandia justo el día del txupinazo.

Pues bien, para tener una idea más completa del estado de las cosas en esa época, desde Naiz traemos a ustedes esta entrevista a quien era director de eso centro penitenciario en esa fecha tan presente en el identitario cultural vasco.

Adelante con la lectura:


«La idea fundamental es que los presos pasen por la prisión, pero que la prisión no pase por ellos y, sobre todo, que no salgan peor que cuando entraron»

Juan Carlos Mesas | Director de la prisión de Martutene el 7 de julio de 1985 | La fuga de Martutene ha solido ser relatada desde el punto de vista de quienes obraron aquel hecho histórico, pero la realidad es que aquel suceso puede tener, y tiene, una visión poliédrica. Cruzar al otro lado puede ser un ejercicio tan complicado como necesario y, Juan Carlos Mesas, director de la prisión el 7 de julio de 1985, ofrece a 7K su perspectiva de los hechos ocurridos ese día. Cuatro décadas más tarde, regresamos a Martutene.

Ariane Kamio

¿Cuántas veces se agita una bola de nieve? Exceptuando la primera vez, diríamos que casi ninguna. Pueden permanecer durante años olvidadas en una estantería, tantos como cuarenta. Para quienes no vivimos con consciencia los años 80, la épica de una fuga como la de Martutene alcanza unas latitudes aún mayores en el imaginario, y se fosiliza como un rastro imborrable para las personas que sí la palparon. Es, sin duda, un hecho que quedó sellado en la memoria colectiva de la sociedad vasca.

Intentar realizar un trabajo periodístico cuarenta años después de que hubieran sucedido los hechos es una tarea tan placentera como complicada, pues ofrece la posibilidad de ejercer de ratón de biblioteca y hurgar en los archivos, pero también eleva el muro traicionero de la memoria, y es que resulta muy difícil recordar hechos concretos. Entonces, ¿por qué no encontrar a alguien que cuente lo sucedido desde otra perspectiva?

La de Juan Carlos Mesas es una visión necesaria para contemplar aquellos convulsos años desde un punto de vista diferente (y sorprendente), y realizar un acercamiento personal a esos acontecimientos. Y decimos sorprendente porque el relato del que fuera director de la prisión el 7 de julio de 1985 podría realizarse sobre un manto de rencor. Pero, nada más lejos de la realidad, Mesas se expresa sobre la no venganza, la reinserción y la labor social dentro de las prisiones. Esta es una historia sobre las que pocas veces florecen oportunidades de acercarse y conocer. Una ocasión para agitar de nuevo la bola de nieve y ofrecer otra mirada.

Nos gustaría que nos hablara de su paso por Martutene y de los proyectos que tenía allí. 

Yo llegué allí el 31 de mayo de 1983 como director, pero había estado antes como jefe de servicio desde el 79 al 82. Ya había estado tres años anteriormente, conocía la casa y conocía el ambiente. Es una prisión de preventivos, en principio, y seguirá siéndolo, creo, y Nanclares era la de cumplimiento. Nada más llegar, tuvimos ya una buena entrada: inundaciones en el País Vasco.

Sí, esas fueron sonadas. 

Tuve que ir en barca al cuartel de Loiola para coger pan, al menos para que los “clientes” estuvieran bien atendidos porque, si no, se podía montar un motín.

El río transcurre junto a la prisión. 

El caserío que estaba justo al lado estaba todo inundado, también la prisión. Y nada, tuvimos que salir en barca a por la comida. Recuerdo que, cuando se quejaba, digamos, el “cliente autóctono”, se quejaba de la comida. En esto tengo que decir que la única comunidad religiosa que se mantiene en una prisión es en la de San Sebastián, que son las hermanas de la comunidad de Santa Ana. Una de ellas estaba en el departamento de mujeres, que hacía prácticamente la labor de funcionaria, pero estaba ella sola -eso era en los primeros años, pero luego ya cuando llegué de director ya había funcionarias-. Pero, vamos, a una hermana la teníamos en el departamento de mujeres, había otras dos hermanas -Balbina y de la otra no recuerdo su nombre- que se encargaban de la cocina, y luego estaba “La Maña”, que se encargaba de la enfermería y... ¡esa sí que tenía coraje! (se ríe). Si tenía que coser alguna herida, lo hacía a pelo: “¿Cómo que anestesia? ¡Venga, hombre! ¿No eres tan hombre para cortarte? ¡Pues ahora aguantas!”, decía. Luego estaba ya la madre superiora arriba, en el pabellón que tenían asignado las hermanas, y otra hermana más, lega, la cocinera.

Imagínate cómo era la comida, hecha por las monjas y con la filosofía de la cocina vasca. Lo aprovechaban todo y, si había pescado, que no les gustaba mucho (a los reclusos), por la noche solía haber unas croquetas deliciosas de pescado. Esto viene a colación de que muchos se quejaban de la comida que servíamos. Cada mañana se repartía una barra entera de pan para la comida...

¿Para cada preso? 

Sí, sí, para cada uno. Y estos igual dejaban hasta la carne, que era de buena calidad, que no eran tropiezos, y yo veía a los muchachos de África cómo abrían el pan entero y, con todo lo que les sobraba a los compañeros de al lado, se hacían unos bocadillos tremendos. ¡Cómo se lo comían esos muchachos! ¡Qué alegría tenían en esos ojos! Y esa era la situación que teníamos.

El funcionario de prisiones va con su voz, es lo único que tiene, y su autoridad, que se supone que van a respetarla. Pero en los momentos en los que ellos (los presos) van a por todo, de respeto nada. Solía haber muchas peleas entre chavales muy jóvenes, con la sangre muy caliente, y cada dos por tres teníamos un percance, alguna historia: cortes, intento de sublevación... En la cárcel, además de la hermana que ejercía de enfermera, teníamos un médico y un practicante. El practicante... me acordaré del nombre... era de Hernani. Si le llamabas por la noche, venía en pijama.

Otro de los mecanismos que utilizaban los reclusos era simular una lesión o una enfermedad para salir al hospital (en los hospitales tampoco había las medidas de seguridad y control que hay ahora), así la visita familiar se autorizaba y la familia le acercaba un poco el “producto”. Tampoco había mecanismos de control, ni rayos X, ni una brigada canina...

Había menos medios. 

Efectivamente. No había prácticamente ninguno. Había tres mandos en prisión: director, subdirector y administrador, había tres jefes de servicio y luego ya estaban los funcionarios del grupo de ayudantes. Por la situación crítica que se vivía en el exterior, los funcionarios pedían el traslado cada seis meses y se les otorgaba, con lo cual, el día de autos la plantilla era absolutamente bisoña. No llegaba a la semana desde que entraron dentro. Venían generalmente de la escuela, por lo que no sabían lo que era una prisión desde dentro. Esa fue una de las circunstancias que ocurrieron aquel día. Y otra fue que tuve que hacer un cambio de jefe de servicios y eso trastocó un poco la dinámica que tenía yo. Tuve que cambiar al jefe del centro, al jefe de la planta alta, que era donde estaba el salón de actos y donde tuvo lugar la actuación (de Imanol Larzabal)... Hubo una serie de circunstancias que propiciaron lo que después ocurrió.

La pregunta que se ha hecho mucha gente es cuántos había. Pues el día de autos yo ahora mismo no lo sé. El otro día quise recordarlo pero creo que entre el 5, 10 o 15 por ciento de la población eran chicos de ETA. ¿Y por qué estaban allí? Yo no preguntaba nunca a mi director general, ni mucho menos. A Martutene llegaban generalmente por razones humanitarias. Recuerdo a uno de Hernani que vino porque su padre estaba prácticamente moribundo y le dimos comunicación con el padre, incluso le tramitamos el traslado a través de la Guardia Civil a Hernani para que pudiera visitarlo. Había gente de Hernani que quería saludarle y también se autorizaba...

Todos eran trasladados por razones familiares, ¿no es así? 

Así es. Una vez la causa por la que habían llegado a Martutene se cumplía, pedíamos otra vez el traslado al centro que correspondiera. En el caso tanto de Joseba (Sarrionandia) como de (Iñaki) Pikabea, sus causas del traslado aún no se habían cumplido y fue otra de las circunstancias que se unió a todo el cúmulo de aquello.

Según se lee en los archivos de los diarios de aquel año, Sarrionandia fue trasladado por motivos de salud de la que entonces era su pareja, y Pikabea, por su padre. 

Eso es. Pikabea me parece que era de Rentería. Sí, que luego su hermano, tras la fuga, me dijo que lo sentía mucho, pero que era su hermano. Pues bueno, yo también lo siento, pero me parece que me van a dar boleto (dice con ironía).

Y, ya te digo, con esa bisoñez, y con todo esto, ocurrió lo que ocurrió. Nosotros habíamos fomentado lo que era la apertura de la prisión a la sociedad, que seguía formando parte de la misma. Organizábamos conciertos... Me acuerdo de una anécdota de la que todavía se reirá alguno: en el patio de menores soltamos una vaquilla, claro que a mí me soltaron el 7 de julio otro tipo de vaquillas (vuelve a reincidir con ironía), y luego había que meterla en el camión... Había actuaciones musicales... Ese día me acuerdo que uno de los que estaba de intermediario le llamaban “El pulpo”, pero era un exdelincuente...

...En aquella época se tomaba cerveza con alcohol dentro de las prisiones, y en la época anterior a la nuestra se tomaba la pinta de vino. Luego esto lo mezclaban con alguna que otra pastilla que el médico recetaba por razones médicas, y teníamos la tarde torera a veces. Y lo del médico era la visita del médico: venía a las 11 y se iba a las 12. El practicante se llamaba Primitivo.

¿El de Hernani? 

Sí, Primitivo, que, curiosamente, paradojas de la vida, era el suegro del director de “Egin”.

¿De cuál de ellos? 

Sí, de ese que ha estado en Burgos cumpliendo hasta hace poco (se refiere a Jabier Salutregi). Coincidí con él durante mi última etapa en Burgos. Me acuerdo que Primitivo nos invitó a tres o cuatro compañeros a su txoko y estuvimos comiendo con él y su familia. Paradojas de la vida.

Aquel 7 de julio había, además, bastante trajín en la prisión porque, aparte del concierto de Imanol, también estaban emitiendo un programa de radio en directo. 

Efectivamente, “Discos dedicados”. Fueron Emilio Laguna y Máximo Valverde. Eso se hizo en el comedor, hacia las 13:00, una vez terminado el concierto. Lo que pasa es que tuve también otra circunstancia, y es que el subdirector de régimen que tenía yo en prisión aprobó el (examen) de cuerpo técnico y tuvo que ser trasladado y ese era un poco....

¿El que más controlaba? 

Eso es. Yo me dedicaba un poco más al exterior y el controlaba un poco más el interior. Esa es otra de las circunstancias que afectó a todo lo que ocurrió.

La gente me preguntaba: “¿Por qué no has hecho un recuento después de la actuación?”. Y dije, “porque teníamos los ‘Discos dedicados’”, y tampoco piensas que vaya a ocurrir algo así. Quizá algunos de estos de la prensa, de los todólogos, los tertulianos, dirían que fue por el “buenismo”, y no era “buenismo”, la cuestión era cumplir con la ley y hacer las cosas conforme al reglamento.

El 7 de julio vino el inspector inmediatamente. El director general de entonces, Juan José Martínez Zato, estaba en un congreso en Viena. El inspector general se llamaba Ángel Lara Ronda, era un psicólogo de Burgos. Tampoco había el organigrama que existe ahora en la institución penitenciaria.

¿Era más simple? 

Sí, había un director general, un inspector general y los subinspectores. Pues el inspector vino, hizo el informe, pero el día 7 no me cesan, el 8 tampoco, el 9 tampoco, el 10 tampoco... Me cesan el 11 de julio. Bien. Para los vis a vis, la comunicación íntima, adecuamos dos cuartitos, porque aquella prisión obsoleta de los años 50 la tienes que adaptar a un reglamento penitenciario absolutamente progresista. Entonces, el vis a vis era de una a tres horas. Había muchas solicitudes y solo dos cuartitos, por lo que interpreté que se podrían dar para cada preso al mes tres vis a vis de una hora, para que todos pudieran acceder y que no solo una persona ocupase las tres horas. Además, el vis a vis tenía que ser por la tarde en un horario acotado. Luego también se ampliaron a las relaciones familiares, que podían ser de seis horas, y con ello quiero decir que nos adelantamos un poco a lo que luego fue la reforma del reglamento. Entonces yo tenía un cuadernillo donde anotaba quiénes iban comunicando, así evitaba que se saltara el orden. Yo tenía ese librillo en mi despacho de dirección y un funcionario, como diría El Quijote, de cuyo nombre no quiero acordarme, cuando yo estaba fuera con el inspector, entró acompañado por una psicóloga que era representante de UGT -¡qué paradoja!-, y estos dos, y otros que se unieron a la causa, dijeron que yo era un “filoetarra” tras abrir el cajón y coger ese cuaderno. Dijeron que les estaba dando comunicaciones a los etarras, que estaba favoreciéndolos... cuando en realidad era para toda la población interna.

Era un régimen general. 

Eso es, era para los Sodupes, los Erasun, los Do Campo, era Asensio, era el Noya... Todos tenían su comunicación... Pero bueno, eso es lo que hay. Al final me llamaron de la institución general y me preguntaron si era cierto que existían esas comunicaciones con esa frecuencia. Podría haberlo negado por agarrarme al sillón, como hace todo el mundo, pero dije que sí, que era cierto. Y así, el día 11 por la tarde se me comunicó la decisión. Y ahí se me vino el mundo abajo. Pero hay que superarlo, hay que ser como Alcaraz, ¡hasta el quinto set! De todas formas, tras finalizar el expediente, ningún funcionario fue sancionado.

Y el 3 de enero del 86 me incorporé a Basauri como jurista -entonces era obligatorio tener la licenciatura de Derecho y los estudios de Criminología-. Cuando fui a tomar posesión del cargo, me acuerdo pasando por los Altos Hornos de aquella época, iba con la radio puesta y escucho “Sarri, Sarri, Sarri...”, y digo, “joder, ¿de qué me suena esto a mí? ¿Esto qué es?”. Pero bueno. Y eso ha sido todo.

¿Considera que su labor como director de prisión era más humanista que vigilante? 

Es lo que dicen la ley y el reglamento. El 25/2 lo dice bien claro: la reinserción y la resocialización del interno. Hay varios lemas en prisión y yo heredé uno que era “al caco, cazo y tortazo”. Eso había que eliminarlo por razones claras; no puede haber tratos inhumanos y degradantes. Y luego había otro que decía que “el delito queda en la puerta, y entra el hombre”, y nosotros tenemos que tratar con el hombre, no con el delito. Muchas veces se revictimiza otra vez al delincuente diciendo, “¡coño, es que has cometido este delito!”. Vale, ya está, cometido: le han juzgado, le han condenado y ahora tenemos que hacer nuestra labor, que no es más que tratar que no vuelva a cometer este delito e intentar integrarle en la sociedad de la mejor manera posible. No puedes estar todo el rato intimidando a los presos, tienes que empatizar. Lo fundamental es conocer al interno, saber cuáles son sus carencias, sus necesidades y, en la medida de lo posible, humanamente, tratar de favorecer en lo que sea posible.

Y luego hay que tener en cuenta que nosotros antes, sobre todo en la etapa del 79 al 82, estábamos 24 horas dentro de la prisión, entonces, tenías que estar con ellos mañana, tarde y noche. Es una convivencia muy fuerte. Se trata de conocerles, orientarles y, en la medida de lo posible, que no vuelvan por esos sitios, que no son muy agradables.

De todas formas, usted sí que aplicaba la ley de una forma más progresista. Organizaba partidos de fútbol, acercaba la cultura a los presos... 

En la medida que era posible, sí, y eso entraba, efectivamente, dentro de ese aperturismo. Si ellos forman parte de una sociedad, tienen derecho a que todo lo que ocurra en la sociedad pueda ser trasladado al interior.

En el 83 estuve en menores, y ahí estuvo Leño, el cantante este... el famoso Rosendo (Mercado). Ahí se lo pasaron de miedo. Había un salón de actos enorme, era Carabanchel, era distinto. Pero el espíritu es un poco, no digo lo mejor, pero que (la estancia) sea lo menos mala posible. No estamos para torturar, no estamos para castigar más. El castigo ya lo tienen con estar privados de libertad, que es lo más maravilloso que hay en esta vida. El que quisiera, podía apreciar esa política penitenciaria.

Otro dicho de la época anterior era, “ojo de buey, diente de lobo y, si te preguntan, hazte el bobo”. Esa también fue otra de las circunstancias que ocurrió en el día de autos, porque luego un compañero bisoño me comunicó a posteriori que no oía nada de los bafles. Y le dije a ver por qué no dijo nada al jefe de servicios. Pero bueno, lo pasado pasado está y ahí se quedó el tema.

¿La falta de experiencia de los funcionarios fue clave en su opinión? 

Sí, claro. Cuando un funcionario ve que eso no suena y tiene experiencia, diría, “¿esto qué pinta aquí? y, además, ¡con el tamaño que tiene! ¡Qué coño hace esto aquí si no suena!”. Como te he dicho, cuando estuve en Carabanchel, aprendí lo que no estaba escrito.

En España, digamos que existe una diagonal formada por las cuatro prisiones más importantes de la época franquista, El Dueso, Burgos, Ocaña y el antiguo Puerto de Santa María, de primer grado. Yo vengo de una época en la que todo era disciplina y una especie de “bukelismo” e intenté abrir un poco y cumplir lo que dicen la ley y el reglamento. Un poco siguiendo el espíritu que nos insufló Carlos García Valdés, el autor de la Ley General Penitenciaria. Es el derecho penal mínimo, no podemos seguir siendo una sociedad punitivista que castigue todo.

Creo que hoy en día, y te lo digo de memoria, la población reclusa en España es de 50.000 personas y, si te fijas en primeros, segundos y terceros grados, la mayoría está en segundo grado, que es el grado ordinario; el tercer grado está aumentando muchísimo y luego en primer grado están los borrocas, que están todo el día con la movida, pero quedan muy pocos. ¿Eso qué quiere decir? Pues que el clima social en las prisiones españolas es más o menos el idóneo para poder trabajar y que solo quedan cuatro resistentes o recalcitrantes. Y, dentro de los que están en primer grado, no sé si quedará alguno de la banda, porque por la razón de tipo de delito y el comportamiento que tengan en el centro penitenciario, la situación cambia. Pero, vamos, un compañero me dijo el otro día que prácticamente todos están ya en el País Vasco.

Sí, se acabó con la dispersión. 

Eso es.

¿Ha tenido noticias durante estos años de las personas que se fugaron? 

He seguido algo a través de la prensa, aparte de que un amigo mío me manda cada 7 de julio la canción “Sarri, Sarri” por Whatsapp (se ríe)...

¿Tiene un amigo que le envía todos los años la canción? 

Sí, cada 7 de julio. Bueno, sabes cómo me llamaban a mí al final, ¿no?

Pues no, no tengo ni idea. 

Me llamaban “El bafles”. Pasé por tres fases. Con mi primer jefe de servicios me llamaban “El legal”. Luego, cuando estuve en menores, me llamaban “El charlas”, porque pasaba por todas las celdas para que no se sublevaran; prefería dar charlas antes de que hicieran algo peor. Y luego ya, cuando estuve en San Sebastián, “El bafles”. Luego en Burgos, en mi última etapa, hacía muchas salidas programadas, y me llamaban “Don Mesas, el de los paseos”.

Las últimas semanas hemos tenido la ocasión de hablar con algunas personas que estuvieron recluidas en Martutene bajo su dirección, y todos coinciden en que el ambiente que se vivía en el centro era bastante tranquilo. 

Claro, porque ellos venían de un “bukelismo”. Algunos me decían que tenían más libertad en Martutene que de dónde venían en la calle. Pero la labor no fue solo mía, sino de toda la plantilla. Sí que hubo alguno que me puso palos en las ruedas, además uno en los que más confiaba, y luego lo de aquella psicóloga, que a través de UGT me pusieron como un “filoetarra”. Si le contara todos los comandos que pillaron con información mía, con mi domicilio y toda la historia... Pero bueno, yo tenía las cosas muy claras y tenía también la voluntad de integrarme. Es verdad que podía haber sido un objetivo fácil. En San Sebastián mataron a Ramón Domínguez Murillo, luego a (Francisco Javier) Gómez Elosegi, cayó también Máximo (Casado), que estaba en Nanclares y vivía en Vitoria, también integrado... Yo hacía una vida normal, iba a los txokos, a mi Parte Vieja maravillosa... Lo que nos hemos llevado mi mujer y yo es que nos hemos comido y nos hemos bebido todo San Sebastián: desde la Cofradía de Pescadores de Hondarribia, pasando por Oyarzun y un montón de sitios más.

Cualquiera en su situación contaría aquellos hechos con bastante más rencor. 

No... Hay que tomar las cosas como vienen. Yo tenía la ilusión de abrir más si cabe el centro penitenciario, aunque era una prisión de preventivos, pero podíamos dejar cumplir allí a la gente de jardineros, de ordenanza de exterior... porque en frente también estaba la de menores, donde había puestos de trabajo. Acogían a menores directamente bajo el tercer grado. Muchas veces decíamos que en Martutene estaba el triángulo de las Bermudas, donde se perdían muchas vidas humanas: teníamos los menores, nosotros en el centro y en el otro lado estaba el cementerio o una especie de sanatorio (Psiquiátrico Provincial de Gipuzkoa, en Zorroaga).

Y lo que ocurrió ese día es algo que me ha tocado. Luego he intentado disfrutar lo máximo de mi trabajo. Me ha satisfecho mucho que la gente vea que la vida merece vivirla sin tener que delinquir. Y me acuerdo de Lole y Manuel, que eran dos andaluces cantantes, y una vez le preguntaron a Manuel si había trabajado mucho. Respondió: “¡Qué va! Yo no he trabajado nunca, yo he hecho lo que me gusta, la guitarra”. Pues yo pienso algo parecido, he hecho algo que me ha gustado, que era la función penitenciaria entendida como mecanismo de integración, si es posible, claro. Porque yo no quiero que lleguemos a ser como la sociedad americana, con ese espíritu de venganza. Y no digo que los reclusos sean hermanitas de la caridad, que no lo son, pero si las leyes están así...

¿Hay que aplicarlas? 

Claro, es fundamental. Si no, vamos hacia un deterioro. El otro día me enviaron un vídeo maravilloso donde levantan un monumento en recuerdo al genocidio de Gaza y nuestros futuros nietos nos preguntan, ¿y qué hiciste tú? Ahora mismo, la derecha civilizada, si es que la hay en este país, está creando un monstruo. Pero bueno, me estoy desviando...

Para nada, es muy interesante lo que cuenta. 

Lo que quiero decir es que la cárcel es un medio en el que la idea fundamental es que ellos pasen por la prisión, pero que la prisión no pase por ellos y, sobre todo, que no salgan peor que cuando entraron; el delito queda fuera y entra el hombre, que es con el que tenemos que trabajar y, en la medida de las oportunidades que tengamos, a través de la psicología, educadores, asistentes sociales... que el preso tenga una vía de salida para su vida y que tenga un cauce. Y no sé si hay alguna pregunta más...

No quiero robarle más tiempo. 

Ahí tenemos a Mandela, que es ejemplo de muchos políticos, y también puso alguna que otra bomba.

Sí, también luchó contra el apartheid. 

Hay que estudiar la otredad.

Muchas gracias por atendernos. Cuídese. 

Eso haré. Me espera una corvina al horno.

 

 

 

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