Eran rojos.
Terminaron en campos de concentración nazis por ser rojos.
Sus hijas e hijos también son rojas y rojos.
Por lo anterior, los demócrata-cristianos del PNV nunca consideraron que se les debiera un homenaje en la CAV.
De hecho, a través de Gogora, la CAV considera a quienes bombardearon Gernika, víctimas de la violencia vasca, por aquello del "café para todos".
De pronto, por algún motivo, han decidido homenajear a los rojos que terminaron en los campos de exterminio nazis. Durante años han homenajeado a otras víctimas de los nazis, ahora, por fin, homenajean a las víctimas vascas de los nazis. Claro, lo hacen a su manera, con su lenguaje edulcorado, vaya, que eso de reconocer por reconocer y de homenajear por homenajear es de populistas, no de demócratas.
Aquí lo que nos informa Naiz:
Lakua homenajea a las víctimas vascas de los campos nazis en el 80 aniversario de la liberación
El Gobierno de Lakua ha recordado a las víctimas de la deportación a campos del nazismo, con motivo del 80 aniversario de la liberación. 253 personas naturales o vecinas de Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa fueron deportadas a campos de concentración nazis entre 1940 y 1945, muriendo 113 de ellas.El Gobierno de Lakua ha rendido homenaje este sábado a los vascos deportados a los campos de concentración nazis con motivo del 80 aniversario de la liberación de Mauthausen que se conmemora el 5 de mayo, en el que ha sido el primer reconocimiento institucional a estas víctimas.
El lehendakari Imanol Pradales ha presidido este acto en honor a las víctimas vascas deportadas y a sus familias. El lehendakari ha destacado el paso significativo que ha dado el Gobierno de Lakua desde el punto de vista de la memoria y la reparación. «Por primera vez en Euskadi hacemos un reconocimiento conjunto a las personas deportadas a campos de concentración nazis», ha subrayado.
Durante su intervención, el lehendakari ha destacado responsabilidad histórica de cada generación: «La nuestra es proteger y consolidar aquello por lo que pelearon quienes hoy homenajeamos: la paz, la libertad, la democracia y los derechos humanos». Además, Pradales ha remarcado la importancia de no banalizar los populismos, los extremismos ni los fanatismos que cuestionan la democracia. «Tenemos que poner pie en pared ante los discursos que reviven los autoritarismos de siempre: inventando uno o varios enemigos para sembrar el odio y dividir a la sociedad, explotando el miedo en su propio beneficio, evocando la grandeza perdida y el retorno a un pasado idílico y presentando líderes carismáticos con soluciones rápidas y sencillas para todo», ha destacado.
En el contexto del 80 aniversario de la liberación de los campos de concentración del nazismo, el Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos−Gogora ha organizado este acto en recuerdo de las víctimas de la deportación. Un gesto institucional demandado por las familias de estas víctimas y el movimiento asociativo que trabaja en la recuperación de la memoria de este hecho que afectó a 253 personas en Araba, Bizkaia, Gipuzkoa y Nafarroa, entre 1940 y 1945. Todos sus nombres, se han podido ver en un vídeo emitido al final del acto a modo de homenaje y recuerdo.
En el público, en torno a 125 familiares de víctimas de la deportación, miembros de asociaciones, entidades memorialistas, y fundaciones que trabajan en este ámbito.
El testimonio de las víctimas
El acto ha comenzado con la proyección de una pieza audiovisual en el que se han expuesto las principales claves para entender la deportación, su dimensión, y también el contexto que propició que este hecho se silenciara y no sea especialmente conocido en la sociedad vasca, tal y como lo es en el resto de Europa, por ejemplo.
La participación en el acto de dos familiares de deportados, hija e hijo, ha contribuido a conocer, partiendo de dos casos individuales, a las situaciones a las que han tenido que hacer frente las familias de deportados. Maitena Salinas, presentadora del acto, ha acompañado a Eugenio Azurza y a su hija Asun Azurza, y a Lola Madariaga a contar su vivencia personal.
Eugenio Azurza Gabilondo es hijo de José María Azurza Osategi, natural de Donostia, afiliado a la UGT, muerto en Mauthausen el 28 de octubre de 1941. Eugenio ha crecido sin conocer demasiados datos sobre su padre. La documentación histórica recuperada posteriormente revela que su padre luchó durante la Guerra de 1936 en Euskal Herria y, aunque se desconoce en qué circunstancias llegó, se hallaba en Catalunya al final de esta. Así, en febrero de 1939, una vez cruzada la frontera estatal, en un éxodo masivo, fue encerrado en el campo de concentración que se abrió en la playa de Argelers de la Marenda, junto con otras 80.000 personas. A principios de abril fue trasladado al campo vasco de Gurs y, como a otros muchos, las autoridades francesas le llevaron a trabajar, primero en la zona de las Landas, y después en las líneas de defensa contra el nazismo.
No se conocen las circunstancias de su detención y su deportación, pero sí que, tras pasar por algunos campos, termina muriendo en Mauthausen el 28 de octubre de 1941, tan sólo seis meses después de llegar a ese campo. El caso de Eugenio Azurza Gabilondo refleja el periplo, el itinerario, que siguieron muchos deportados que, previamente, habían luchado en la Guerra de 1936.
Lola Madariaga Vivanco es hija de un deportado superviviente, Pedro Madariaga Recalde, natural de Portugalete. Tras la sublevación se integra en la Marina Auxiliar de Guerra del Gobierno Vasco y al final de la guerra en Euskal Herria huye al Estado francés, y consigue trabajo como marino. Con el estallido de la II Guerra Mundial, en uno de sus viajes es detenido por los nazis y trasladado a un primer campo de concentración en Austria.
Pedro Madariaga fue trasladado de un campo a otro: Mauthausen, Bremen, Dachau… Finalmente, fue liberado de este último campo el 29 de abril de 1945. Como no podía volver a Hego Euskal Herria, en plena dictadura franquista, donde el régimen ejercía una fuerte represión, pudo llegar a Inglaterra y allí volvió a trabajar en una naviera. Eso le permitió volver a pisar Euskal Herria, como segundo oficial de un barco mercante siendo súbdito inglés, y pudo visitar de forma regular a la familia, a salvo de la represión franquista, gracias al pasaporte británico.
Cifras de la deportación vasca
La investigación de referencia hasta la fecha para abordar la deportación vasca en el periodo 1940-1945 es la realizada por los historiadores Etxahun Galparsoro y Josu Chueca y publicada por Gogora en 2020.
La cifra deportados vascos alcanza el número de los 253. De ellos, 113 murieron, 125 se salvaron y desconocemos lo que les pudo suceder a los otros 15. Esto es, hubo casi tantos muertos (47 %) como supervivientes (53 %). Además, resulta muy llamativa la cifra de muertos del campo Mauthausen, donde exterminaron a dos terceras partes (65 %) de todos los vascos que murieron en la deportación.
De todas formas, estas son cifras que no nos pueden llevar a engaño: en el rastro documental de los supervivientes se constata claramente que muchos de ellos murieron en las semanas y meses posteriores a su liberación. Incluso hubo quien falleció años después, pero a consecuencia de las secuelas que arrastraba.
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