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viernes, 20 de septiembre de 2019

Actos de Guerra

Cubainformación nos trae datos acerca de la campaña mediática con la que se está ocultando la más reciente agresión por parte de Washington en contra del pueblo cubano:


José Manzaneda | Coordinador de Cubainformación

No son opiniones. Son datos. El gobierno de EEUU lleva meses amenazando con sanciones a las navieras y ha conseguido el desabastecimiento de combustible en Cuba. Consecuencia: la población cubana está sufriendo restricciones eléctricas y de transporte.

No son análisis. Está escrito. Trump aprobó más restricciones de viaje a la Isla, prohibiendo, por ejemplo, los cruceros. Consecuencia: pequeños restaurantes cubanos han ido a la ruina, y se han reducido los ingresos por turismo, que aportan al presupuesto público de salud, cultura o vivienda.

No son interpretaciones. Es un hecho. La Casa Blanca ha limitado a la mitad las remesas que puede enviar la emigración cubana. Consecuencia: familias enteras están viendo empeorado su nivel de vida.

No son especulaciones. Es la realidad. EEUU amenaza con sanciones y la banca internacional se niega a transferir fondos a la Isla. Proveedores, navieras y seguros suben sus precios y el coste de las importaciones cubanas se dispara. Además, Washington ha conseguido la ruptura de acuerdos médicos internacionales, como el de Brasil, que sirven para financiar el sistema público de salud de Cuba.

Son solo algunas de las líneas de ataque de una guerra despiadada que sufre, de manera directa, el pueblo cubano. Pero ¿qué hace la prensa corporativa, la española por ejemplo? Silencia los datos, oculta los hechos e interpreta y modela la realidad. Como hacen los órganos de propaganda de guerra.

Por eso, el culpable de semejante sadismo contra el pueblo cubano no es Donald Trump, sino el gobierno de Cuba, que emplea a aquel “como cabeza de turco para encubrir” la “ineficacia de sus gestiones”. Lo leemos en el ABC, bajo titulares eufóricos como “Colas interminables para conseguir combustible” o “Penuria en Cuba”. Un diario que, además, ataca a la Unión Europa por su Acuerdo de Diálogo Político y Cooperación firmado con el “régimen represor” de La Habana.

Todo al clásico estilo de la prensa de Miami. Allí, El Nuevo Herald se unía a las celebraciones del asedio anunciando que “El turismo en Cuba registra una fuerte baja y la ocupación hotelera se derrumba”. ¿El culpable de las sanciones al turismo? ¿Donald Trump? No. También el gobierno cubano.

Curiosamente, la prensa española, altavoz habitual de los intereses empresariales, lleva meses pasando de puntillas por los daños que la Ley Helms-Burton, cuya aplicación total fue aprobada recientemente, causa a compañías españolas con inversiones en Cuba. Toda la carga ideológica y la agresividad hacia el gobierno cubano en otras noticias, se convierte en “periodismo de neutralidad” al informar sobre la citada Ley de EEUU, un ejemplo difícilmente superable de prepotencia mafiosa.

Igual que el ABC, el diario “El Mundo” justificaba también la asfixia a la Isla, en un editorial titulado “Cuba: la miseria que no cesa”. Lejos de criticar el intento evidente de matar por hambre a un pueblo, su director Francisco Rosell vertía todo su odio contra el gobierno cubano, al que asignaba calificativos como “dictadura comunista”, “satrapía caribeña” o “tiranía parasitaria” con “ideología criminal”.

Ideología criminal es la que representa este diario, cuya dirección debe ser tratada, exactamente, como lo que es: como un actor de guerra contra el pueblo cubano –y venezolano- desde suelo español. Con todas sus consecuencias.

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