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domingo, 22 de septiembre de 2019

El Frontón Como Identidad

Desde Noticias de Navarra traemos a ustedes este interesante reportaje acerca de la importancia del frontón como elemento arquitectónico de identidad vasca:


Iñaki Uriarte

En las habituales Journées du Patrimoine, desde hace bastantes años en todo Francia y obviamente también en Iparralde, este año la alcaldía de Lahuntze/ Lahonce ha aceptado una propuesta realizada hace tiempo. Proyectar en su frontón al atarceder un vídeo constituido por una recopilación de numerosas imágenes de postales antiguas de frontones de los herrialdes del otro lado de la muga de una amplía colección propia. La visión se simultaneará con la intervención de txalaparta y voz a cargo de acreditados intérpretes. Parecía oportuno considerar, una vez más, el frontón como un importantísimo legado donde su presencia es una característica en numerosos pueblos de Ipar Euskal Herria. Su inconfundible silueta disputa con la torre de la iglesia la hegemonía del horizonte en los núcleos rurales y urbanos como destacada afirmación de una arquitectura caracterizadora del pueblo.

En la recopilación de frontones históricos de Lapurdi, Beheko Nabarra y Zuberoa surgen tipologías diversas según su emplazamiento y configuración. El frontón, propiamente la pilota plaza, es un frente ante el espacio de juego vasco de pelota, una pared de piedra, inicialmente de pequeño tamaño, que en ocasiones todavía permanece con su textura original con posteriores ampliaciones y de proporciones próximas al cuadrado, como en Aldude, sin pared izquierda, rematada por una forma ornamental curvilínea y algunos raseados pintados de color rosáceo, sus principales diferencias con Hegoalde.

Es habitual que en los frontis figure su nombre, año de construcción, el escudo esculpido o pintado de la población, placas con frases alusivas al juego, Aldude, Esnazu, o en recuerdo de pelotaris del pueblo en Urruña, Askaine. El más antiguo de los existentes en la actualidad es el de Ziburu, de 1926, en su céntrica plaza y muy referido en la pintura por notables artistas.

El juego vasco de pelota en sus diversas modalidades como actividad lúdica popular, el Jeu de Paume o Place du Rebot, con la pared en un extremo generó un amplio espacio alargado y, consecuentemente, una forma urbana trascendental en la configuración de numerosos pueblos que, afortunadamente, junto con los frentes arquitectónicos de los edificios más representativos como la Herriko Etchea o la Mairie, se mantienen constituyendo su plaza y en ocasiones la única como Armendaritze, Beskonze, Heleta, Iholdi, o Irisarri. Otra tipología espacialmente más reducida la constituye el frontis exento, una pared única adosada a algún edificio, Aldudes, Arbona, Baigorri o anexa a la iglesia y el cementerio Barkoxe, Lukuze.

Antropología

Considerando el juego de pelota como una expresión del modo de ser del pueblo vasco en su aspecto lúdico con muchas modalidades, esta peculiaridad de esparcimiento está muy arraigada en todos los pueblos de Euskal Herria por pequeños que sean, pero se manifiesta en la actualidad, especialmente en Iparralde y también en Nafarroa, donde se encuentran centenares de frontones.

En Ipar Euskal Herria el turismo con estancias prolongadas pero más restringido se estableció con predominio en poblaciones playeras como Hendaia, Donibane Lohizune, Bidarte, Getaria, Angelu, Miarritz, con balneario Kanbo, en villas de excepcional belleza, Ainhoa, Askaine, Sara, o más interiores con rango de capitalidad, Donibane Garazi y Maule, especialmente por la monumentalidad arquitectónica del lugar e importancia. El juego de pelota se convierte en un aliciente como espectáculo para entretenimiento de veraneantes que admirarán la agilidad, destreza, belleza del juego, y considerarán a los pelotaris personajes famosos, destacando alguno con carácter de leyenda como Chiquito de Cambo.

Esta afluencia exigirá mayor espacio y acomodar al elegante público en unas gradas, en ocasiones aprovechando los desniveles del terreno en el centro del pueblo, Sara, Ainhoa, y algunos muy concurridos aunque periféricos incluso con cubrición, Angelu, Miarritz, con lo que el espacio de juego se convierte en un recinto deportivo con sus graderíos y entradas. En estos casos la caracterización del frontón como plaza en su sentido de espacio público abierto no existe y su emplazamiento no es tan céntrico, Donibane Garazi, Urruña, Senpere.

En la gran mayoría de los pueblos la permanencia del frontón como plaza libre o Jeu de Paume es de gran interés urbanístico y social, ya que en su espacio acontecen los aspectos más notables de la vida del lugar. Desde antaño concurren los juegos de las criaturas, celebraciones festivas, kantaldis, procesiones, ferias, agrícolas, brocantes. Askaine, Getaria y Ezpeleta, con su Pottoka Feria de ganado, son los más representativos. Un entorno de cafés, restaurantes y hoteles permite, desde la contemplación del juego y de otras actividades, especialmente desde que los ayuntamientos se concienciaran en la importancia del espacio con la prohibición de aparcamiento.

Afortunadamente hoy en día existe una importante actividad de partidos, especialmente a lo largo del verano, cuando se celebran, además de campeonatos de cesta punta en frontones cubiertos, otros muchos de exhibición con jóvenes pelotaris, Askaine, Bidart, Biriatu, o de iniciación a la pelota en Maule.

Identidad

Como manifiesta en 1969 el filósofo alemán Martin Heidegger (1889-1976) en su obra Die Kunst und der Raum (El Arte y el Espacio), “Las cosas no sólo pertenecen al lugar, son el lugar”.

La presencia del frontón en un espacio público tiene consideraciones que deben ser destacadas. Su sencilla construcción, una arquitectura mínima entendida como escultura que por reiteración adquiere el carácter representativo de una sociedad, tanto en su sentido de creación de un lugar y espacio comunitario y obviamente por la sensibilidad de haberlos mantenido.

El frontón se perpetúa como un paraje que por su singularidad, arquitectura y belleza convierten estos lugares en algo más que un paisaje ambiental tradicional, en una inequívoca y monumental referencia espacial antropológica con su significado identitario como un patrimonio cultural propio de la cultura vasca frente al mundo.






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