Aquel que paseara por Euskal Herria en las décadas recientes podría notar con facilidad como el pueblo vasco se expresa a través de pancartas. Las hay austeras y las hay artísticas, las hay en euskera y las hay en castellano. Y luego hay las hipócritas, por lo general colgando de los ayuntamientos controlados por los representantes del bipartidismo borbónico franquista o de los defensores del negocio vascongado. Estas últimas siempre se sentían falsas, vacías, tanto de forma como de fondo.
Este texto es en respuesta a la fanfarria que se ha hecho durante las últimas horas con respecto a la chulescamente ceremonial remoción de una de ellas:
Violencia de Estado
Agustin Gorbea | Militante de LAB
Lo que voy a exponer es muy básico, pero siento la necesidad de expresarlo. Muchas personas en este pueblo hemos conocido, desde que tenemos uso de razón, la violencia. Sin duda, hemos conocido la violencia mucho antes de la aparición de ETA. El Estado español ha ejercido la violencia como forma de dominación al menos desde 1512, cuando las hordas españolas a sable y fuego arrebataron el reinado de Nafarroa. El llamado alzamiento nacional franquista fue otra experiencia de violencia de estado, con varios miles de muertos, muchos en las cunetas y otras y otros en los campos de concentración; otros en bombardeados indiscriminados contra la población civil, Gernika, Durango... ; otros y otras con el tiro en la nuca, etc. Yo estoy convencido de que es su forma de hacer, que no lo pueden hacer de otra forma, que lo llevan en los genes.
Estas es posible que hayan sido las experiencias más violentas, pero no las únicas. El Estado español se ha significado por la necesidad de ejercer la violencia para imponer la dominación tanto social, como nacional en este pueblo.
Los trabajadores de la cuenca minera vizcaina lo experimentaron a primeros del pasado siglo, y el 3 de marzo, en Gasteiz, es otro referente de ejercicio de violencia estatal contra la movilización social.
Pero volviendo a la dominación nacional, el franquismo fue una etapa destacada en la necesidad del ejercicio de la represión o violencia estatal. El ejercicio de la tortura y la cárcel como fórmulas de amedrentar a toda aquella persona que pusiera en cuestión los principios del «movimiento nacional franquista», y la integridad del estado, fueron sus máximas.
En el periodo llamado democrático hemos asistido desde el comienzo a la imposición de la división territorial de Hego Euskal Herria; Nafarroa por un lado, y las llamadas por el franquismo, provincias Vascongadas, por otro. Hemos asistido a «luchas de linchamiento contra la disidencia política, linchamiento armado consentido e impulsado por el gobierno de turno». Hemos asistido al mantenimiento de la tortura, al castigo añadido a los familiares del colectivo de presos y presas políticas vascas. Hemos asistido a la ilegalización de formaciones políticas, al cierre de medios de comunicación, al encarcelamiento de jóvenes y personas no tan jóvenes que han participado en los movimientos sociales o políticos de este pueblo. Hasta se han atrevido a encarcelar a quienes han sido promotores del final de la actividad armada de ETA.
A todos ellos un fuerte abrazo y una promesa de no descanso hasta que estéis en casa.
Todo ello lo han llevado adelante con la excusa de la actividad armada de ETA.
Esa excusa se les ha acabado, pero hay que resaltar que la han utilizado fraudulentamente, es decir, como si ella hubiera sido la única expresión violenta en este pueblo.
Como militante de la izquierda abertzale he participado en el proceso que ha posibilitado la situación actual, pero he sentido la necesidad de escribir este artículo cuando he visto las imágenes de la retirada de la pancarta de la Diputación de Bizkaia donde, según la información recibida, llevaba 14 años expuesta la pancarta decía «Bakea behar dugu».
En este momento lo que yo creo necesario para que nadie tergiverse la realidad histórica, es que en todos los ayuntamientos y diputaciones de Euskal Herria, o al menos, en los que tengamos posibilidad de hacerlo, coloquemos una pancarta oficial en la que ponga «Egiazko bakea behar dugu»; «Euskal Herriak errespetua eta konponbidea behar du»; «Inolako Biolentziarik Ez». Yo entiendo que, en estos momentos, estos son los objetivos de la sociedad vasca.
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