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viernes, 28 de octubre de 2011

Defendiendo la Verdad




La memoria, la congruencia, la valentía para ejercer el derecho a hablar en un estado que sofoca la libre expresión, todo esto y más en este texto publicado en Kaos en la Red con respecto al olvido selectivo y los discursos triunfalistas de la última semana:
 
¿Reconciliación sin convivencia?

La reconciliación que algunos pretenden imponer como pase de página sobre vulneraciones de derechos sufridos por las distintas partes, pasa sin duda por la convivencia de varios relatos de lo sucedido.

Txarli Gonzalez Llorente eta Marisol Elustondo | Ezker Abertzale Historikoa

A fin de cuentas cuando Pagazaurtundua o Joseba Arregi dicen que tiene que existir un solo relato sobre lo ocurrido en Euskal Herria (el suyo), sobre el conflicto político que ellos tan descaradamente niegan, no hacen sino poner en evidencia su impotencia para convencer a la sociedad vasca de su propio relato. Peor aún, para convencer siquiera a la parte de la sociedad con sentimientos españolistas con una visión sesgada de la realidad, de la verosimilitud de su relato. Es por ello que sólo entienden como viable la imposición “manu militari” y judicial de sus teorías de buenos y malos absolutos, a una sociedad lo suficientemente crítica y madura para reconocer la realidad que ha tenido y tiene delante de sus narices: la existencia de un conflicto político que viniendo de mucho más atrás, alcanza cotas de genocidio durante el levantamiento militar, fascista y monárquico del 36 (con cifras similares a las de Bosnia en muchas localidades de Euskal Herria) y los posteriores años del franquismo. Y también su deriva a una situación de terrorismo de Estado continuado que se perpetuó con mayor o menor intensidad tras la reforma franquista,al no haberse depurado el Estado y que dejan, encima de la mesa, según las listas todavía abiertas de la asociación Euskal Memoria, la cifra de unos 450 muertos y desaparecidos en los últimos 50 años, además de decenas de miles de torturados,detenidos y encarcelados bajo legislaciones de excepción, heridos por fuerzas policiales y parapoliciales… Cifras suficientemente significativas como para hablar de terrorismo de Estado y no de de “excesos aislados de las fuerzas de seguridad”.

Y frente a ello la existencia de una lucha armada que también hagenerado múltiples “VICTIMAS DE VIOLACIONES DE DERECHOS HUMANOS Y OTROS SUFRIMIENTOS INJUSTOS PRODUCIDOS EN UN CONTEXTO DE VIOLENCIA DE MOTIVACIÓN POLÍTICA,” por usar la misma terminología que usa el gobierno de Patxi López, con la bendición del PP, en su informe para la constitución de la ponencia parlamentaria para denominar a unas acciones que no son otra cosa que terrorismo de Estado. No deja de ser curioso que los mismos que se desgañitan negando la naturaleza política del conflicto se apresuren a proteger las tropelías de los funcionarios del Estado español a sus órdenes bajo el manto de “La motivación política” para asesinos y torturadores mientras que a la otra parte la definen como terroristas sin motivación política alguna. Volvemos a los “caballeros mutilados” ex combatientes del bando franquista con asiento reservado en el tranvía y los “putos rojos cojos”.

Porque la pregunta que algunos gurús del relato único se deberían de hacerse no es sobre las razones por las que “los de Bildu” no acuden a los homenajes a las víctimas de ETA, sino por qué no acuden a los mismos, una importante parte de la sociedad que, supuestamente y en función del relato correcto de la realidad, es inexistente.

Las patéticas cifras de asistentes a las últimas manifestaciones del buque insignia de la ideología del “relato único”, “Gesto por la Paz”, son el claro exponente del fracaso del intento de socialización de las teorías maniqueas de algunos, por más que toda la batería mediática de la que disponen, incluyendo unos medios públicos parciales y manipuladores hasta la náusea, se desgañiten haciéndoles la campaña aleccionadora. Miniseries televisivas cutres incluidas.

La cuestión que deberían de contestar es, por qué algunas víctimas de este conflicto, tienen el apoyo institucional, judicial, policial y mediático en el conjunto del Estado, y en Euskal Herria carecen del apoyo social; a la inversa de lo que sucede con otras víctimas que son ninguneadas, vejadas y apaleadas desde el poder, pero concitan el apoyo de miles de personas en actos de homenaje, ante los que no se les ocurre nada más original que la prohibición, la represión y la amenaza de cárcel, victimizando aún más a algunas de las víctimas y creando otras nuevas.

Algunos pretenden, con la FAES a la cabeza, dar a las asociaciones de víctimas de ETA el mismo papel que cumplieron las asociaciones de excombatientes franquistas en los años de la reforma política. Presionar para condicionar cualquier avance democrático que solucione de una vez este largo conflicto político y permita, en los próximos años, una mínima convivencia social entre las múltiples víctimas del conflicto y los sectores sociopolíticos, para así abrir las puertas a una reconciliación verdadera entre aquellas personas que libremente quieran dar ese paso que, en cualquier caso, es personal e intransferible.

Las víctimas del terrorismo de Estado tienen derecho, al igual que las del genocidio franquista, a la Verdad, la Justicia efectiva y la Reparación correspondiente, incluidas las garantías de no repetición. Algo que casi la totalidad de los colectivos a los que ETA y otros grupos armados han causado algún tipo de daños, ya han recibido. Mientras esto no se dé y se mantengan víctimas de primera y de segunda, no ya la reconciliación sino la convivencia normalizada será imposible.

La convivencia entre las diferentes sensibilidades nacionales y sociales del país, sólo podrá darse en un contexto de respeto a todos los proyectos políticos y la garantía de que cualquiera de ellos, incluida la independencia y el socialismo, se pueda concretar sin amenazas al uso de la violencia y la coacción por parte de nadie.

Algo que se puede resumir en aceptar lo que decida la mayoría respetando siempre y escrupulosamente los derechos de la minoría.

La tan manida reconciliación, que algunos pretenden imponer como un mero pase de página sobre las vulneraciones de derechos sufridos por una parte y la sacralización de las vulneraciones de derechos sufridos por la otra, pasa sin duda por la convivencia de varios relatos de lo sucedido, por que si no son capaces de convivir los diferentes relatos, las diferentes sensibilidades, los diferentes homenajes, no lo podrán hacer las personas. Pretender hablar de reconciliación cuando un relato es directamente delito y el otro se quiere imponer a marcha martillo con la misma filosofía que ya sufrimos en las escuelas vascas con la “Formación del Espíritu Nacional” a los hijos y nietas de las víctimas ninguneadas del otro lado, no puede traer sino el germen de futuros conflictos.

Euskal Herria, 27 de octubre de 2011



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