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lunes, 9 de junio de 2025

Greta Internacionalista

Hoy Greta Thumberg nos recuerda a Ahed Tamimi, dos jovencitas dispuestas a plantarse con toda la dignidad frente al brutal régimen sionista.

En el momento que escribimos esto, Greta, como en su momento Ahed, se encuentra detenida en suelo palestino ocupado por Israel. 

Su opciones son la prisión o el ser deportada "en caliente". 

Mientras la saga de los tripulantes del velero Madleen continúa, desde la página de Facebook de Spanish Revolution traemos a ustedes este texto que le hace ver a los críticos de Greta cuan equivocados estaban.

Lean ustedes:


¿Y ahora, qué tenéis que decir?

Hay relatos que envejecen mal. El que construyeron contra Greta Thunberg se ha resquebrajado en mil pedazos. Durante años, su figura fue tratada como un producto mediático, un juguete del ecologismo buenista, una adolescente manipulada por adultos que —se decía— la empujaban a hablar de cosas que no entendía. Era más cómodo así. No escuchar el mensaje, sino desactivar a la mensajera.

Cuando Fridays For Future llenaba las plazas, los mismos que hoy predican la “libertad” la llamaban marioneta. Cuando interpelaba a los líderes de Davos por su hipocresía, le explicaban condescendientemente cómo funciona el mundo real. Cuando ponía en el centro la justicia climática, los mercaderes del capitalismo verde la reducían a una niña asustada que hablaba de osos polares.

Pero mira por dónde. Esa niña hoy ha dado un paso que millones de adultos jamás se atreven a dar. Se ha subido a un barco para romper un bloqueo criminal. Ha mirado de frente a un Estado que utiliza el hambre como arma de guerra. Ha denunciado, sin temblar, que no hay transición ecológica posible en un planeta donde se tolera el genocidio.

No se trata de un gesto simbólico. Es un acto de valentía política. Frente a un aparato de propaganda que criminaliza incluso a quienes llevan arroz y medicinas, Greta ha encarnado una lección ética que trasciende su causa inicial. Ha recordado al mundo que defender el planeta no es separar lo social de lo ecológico, sino combatir el colonialismo, la necropolítica y el expolio allí donde se produzcan.

Hoy los mismos que la despreciaban como niña se ven forzados a contemplar una escena que les desarma: Greta frente al ejército israelí, defendiendo vidas humanas, negándose a callar. ¿Qué relato les queda? ¿Decir que ha sido manipulada? ¿Que no entiende el conflicto? Es patético.

El poder no soporta los cuerpos coherentes. Por eso intentaron moldearla. Por eso ahora la temen. Porque Greta ha mostrado que su compromiso no era pose ni marketing, sino convicción profunda. Y que esa convicción hoy la lleva allí donde la mayoría de los "expertos" callan.

No era un producto. No era una niña. Era —y es— una conciencia. Y ahora, con su gesto, ha humillado a todos los que construyen su prosperidad sobre la complicidad.

¿Y ahora qué tenéis que decir?

 

 

 

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