Ahora que ha quedado al descubierto que muchas de las condenas en contra de independentistas vascos se lograron mediante autoinculpaciones derivadas de la práctica sistemática de la tortura, además de la política de excepción aplicada en contra de ellos como la incomunicación, la dispersión y el aislamiento, casos como el de Juankar Alberdi se pueden analizar con una nueva luz.
Aquí lo que ha publicado Naiz con respecto a su aniversario luctuoso:
«Era evitable», el mensaje de Egiari Zor en el aniversario de la muerte de Alberdi en Herrera
Urnieta ha recordado este domingo a Juankar Alberdi en el 37 aniversario de su muerte en Herrera. Egiari Zor ha incidido en que «era evitable» y fue consecuencia de «un castigo arbitrario e injustificado por razones políticas». Y ha instado a no excluir a nadie en los reconocimientos oficiales.Juankar Alberdi Martirena ‘Krakas’ falleció hace ahora 37 años en la cárcel de Herrera de la Mancha. Un acto en Urnieta lo ha recordado a mediodía de este domingo, dentro de la dinámica de Egiari Zor en favor de la verdad sobre estos casos de violencia estatal, y que traslada además una idea en el caso de las víctimas de la política penitenciaria de excepción: «Era evitable».
Así lo ha subrayado Pilar Garaialde, representante de la Fundación Egiari Zor, poniendo por delante datos que hablan por sí solos: en las últimas cuatro décadas, «en el periodo presuntamente democrático, 36 presos políticos vascos y 16 familiares de estos han perdido la vida en diferentes situaciones, debido a las medidas de excepción que se han aplicado sistemáticamente. Además, otras dos personas se suicidaron para evitar su ingreso en prisión. Estas muertes pudieron haberse evitado. Si los derechos humanos hubieran prevalecido por encima de la venganza, el castigo añadido, la seguridad o cualquier otra consideración, la realidad hubiera sido bien distinta».
El caso concreto de Alberdi está muy ligado a una prisión de triste recuerdo: Herrera de la Mancha. Allí murieron cuatro presos vascos. Este preso falleció apenas cuatro meses después de otro, Mikel Lopetegi, y dos años más tarde de Joseba Asensio. Es decir, tres fallecidos en apenas 24 meses. A ‘Krakas’ no se le había diagnosticado ninguna enfermedad, pero con apenas 30 años le sobrevino un edema pulmonar fatal. Los peritos del Instituto Nacional de Toxicología afirmaron que la asfixia consiguiente resultó determinante y que no se pudo hacer nada por su vida.
«Estas muertes tienen algo en común –han remarcado Garaialde en Urnieta–: en todas ellas la aplicación de medidas políticas excepcionales como modus operandi ha sido decisiva. Negar la debida atención sanitaria, aplicar de forma arbitraria los protocolos contra las enfermedades incurables, las duras condiciones de vida dentro de la cárcel, el aislamiento prolongado, la clasificación sistemática en primer grado o inclusión en fichero FIES, la intervención permanente de las comunicaciones, el alejamiento, la dispersión...», ha enumerado. Y todo ello aplicado «mientras no se produjese una renuncia de sus aspiraciones políticas» por parte de personas presas como Juankar Alberdi.
Hora de reconocer
El acto ha hecho hincapié en que «los estados deberán reconocer que, en el marco del conflicto, en base a unos objetivos políticos, asumieron que algunas personas presas y sus familiares podían morir».
En este contexto Pilar Garaialde se ha dirigido además a las instituciones vascas para reclamar que las leyes de reconocimiento de víctimas de violencia política «deben adaptarse necesariamente a parámetros internacionales en materia de derechos humanos, de forma que no se excluya a ninguna víctima».
«Escuchamos numerosas referencias al valor superior de los derechos humanos y la dignidad humana, pero se dejan fuera de todos los censos y estadísticas las consecuencias humanas de la política penitenciaria de excepción –ha denunciado–. La memoria de lo ocurrido no puede acotarse a unos intereses que tienen más que ver con visiones particulares y partidistas. Todas las víctimas mortales y supervivientes, todos los sufrimientos generados por la violencia que hemos sufrido, deben ser reconocidos y reparados oficialmente, y todas esas violaciones, también la de Juankar Alberdi, deben tener su lugar en las políticas de memoria».
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