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martes, 7 de abril de 2020

Gure Ikurriña

Estamos en vísperas del Amerri Eguna y ese día miles de ikurriñas engalanaran balcones de Euskal Herria. No habrá celebraciones como es costumbre dada la contingencia del SARS CoV-2, pero eso no desmeritará la efeméride.

Y bueno, ya que estamos hablando de la ikurriña, aquí este texto relacionado, mismo que ha sido publicado por Noticias de Gipuzkoa:


Su fondo rojo simboliza al Pueblo Vasco, su aspa verde a la Independencia y su cruz blanca, la concepción cristiana de la vida

Marian Moreno Royo | Responsable del Museo del Nacionalismo Vasco de Sabino Arana Fundazioa

Fue un 19 de enero de 1977, víspera de la tamborrada donostiarra, cuando fue legalizada la ikurriña, restituyendo así nuestro derecho a exhibir libremente el símbolo que representa a todos los vascos. Sin embargo, su historia comienza mucho antes, cuando los hermanos Sabino y Luis de Arana idearon dos diseños: uno para ser colgado de un mástil y otro para utilizarlo como colgadura.

En un principio, la ikurriña fue únicamente la bandera de Bizkaia, ya que Sabino de Arana se inspiró en el emblema y escudo de este territorio, pero para comienzos del siglo XX fue perdiendo ya su connotación territorial vizcaína y acabó considerándose como la bandera de todos los vascos, siendo su interpretación popular la que hoy todavía conocemos: su fondo rojo simboliza al Pueblo Vasco, su aspa verde a la Independencia y su cruz blanca, la concepción cristiana de la vida.

Su primera aparición pública se produjo con motivo de la inauguración de la sede del Euskeldun Batzokija el 14 de julio de 1894, siendo izada por el socio de más edad, Ciriaco de Iturri, antiguo oficial del ejército carlista de la 6ª compañía del batallón de Arratia. En el siguiente batzoki fundado en la localidad de Busturia se izaría otra ikurriña, regalada por Luis de Arana.

A partir de este momento comienza a aparecer en distintos eventos. Así, en 1895 se iza por primera vez la ikurriña en un buque, en la popa del balandro Aketxe de Bermeo. En agosto de 1908, la ikurriña colocada en el batzoki de Begoña, recibió el saludo militar ignorante y despistado de Alfonso XIII cuando visitaba la localidad. En 1916 traspasó nuestras fronteras, apareciendo en Lausanne, en unos encuentros internacionales, llevada de la mano de Luis de Elizalde, que acudió en representación de Euzkadi .

En septiembre de 1923, al instaurarse la dictadura de Primo de Rivera, se prohibió cualquier bandera distinta a la rojigualda. Pese a ello, un año después de su prohibición los mendigoizales del Lenago Il lograron colocarla en el Pico del Fraile, en Orduña. En 1932 fue exhibida en el balcón de la Diputación de Gipuzkoa, durante el acto de la firma del Estatuto de Cataluña. Habrá que esperar hasta el 21 de octubre de 1936 para que el Gobierno de Euzkadi, a propuesta del consejero de Industria, el socialista Santiago Aznar, declare oficialmente a la ikurriña como la bandera vasca, ondeando en la sede del gobierno en el hotel Carlton de Bilbao hasta el 19 de junio de 1937.

El homenaje del general De Gaulle

El homenaje del general De Gaulle La única modificación que se da en todo este tiempo es la medida de las cruces, que aumentan su anchura para que sea distinguida en los buques durante la guerra. En esta época la ikurriña siempre estuvo presente en los frentes y en las cumbres de los montes donde se combatió. En Francia se utilizó oficialmente como bandera del batallón vasco que luchó contra los alemanes en Burdeos, e incluso el general De Gaulle le rindió honores militares. Muchos de nuestro gudaris la llevaron no sólo en las banderas de sus batallones sino en insignias, pañuelos, hebillas de cinturones... Un número considerable de ellas, gracias al esfuerzo y valor de sus familias, las conservamos hoy en el Museo del Nacionalismo Vasco en Artea.

Durante los años siguientes, y a pesar de su prohibición, la ikurriña siguió ondeando en lugares tan insospechados como las torres de la catedral de Burgos o durante el derby celebrado en el campo de fútbol de Anoeta en 1976, cuando al inicio del partido de fútbol entre la Real Sociedad y el Athletic Club de Bilbao, los capitanes de ambos equipos salieron al campo portando una ikurriña ante 25.000 espectadores. Tras el final de la dictadura franquista, se puso en marcha el proceso autonómico en Euskadi.

En enero de 1977 se legalizaba la ikurriña, produciéndose una eclosión de entusiasmo y de alegría en todo el pueblo vasco, consiguiendo que nuestra bandera volviera a aparecer en todos nuestros ayuntamientos, montes, celebraciones... En 1979, el Boletín Oficial del Estado publica cómo la ikurriña pasa a ser la bandera oficial del País Vasco, adoptada por el Estatuto en su artículo quinto.

Una exposición y un libro

El 14 de julio de 1994 se conmemoró el primer centenario de la ikurriña. Con este motivo, Sabino Arana Fundazioa procedió a la realización de una exposición itinerante titulada: Ikurriña. 1894-1994. Cien años en la vida de Euskadi y a la publicación de un libro con el mismo nombre, que sirvió de broche a este homenaje a nuestra bandera.

Mediante esta muestra conseguimos recuperar material cuya existencia era ignorada por muchos de nosotros, recuperando la historia de nuestros mayores, la que no está en los libros, la que nos trasmitieron nuestros aitites y amamas. Cada uno de los objetos y banderas que se expusieron tenía una historia propia de sacrificio, lucha y entrega, mostrando el valor intrínseco que para nuestros mayores ha tenido siempre la ikurriña. Ahora que celebramos el 33 aniversario de su legalización, hay que volver a resaltar el significado que ha tenido y tiene siempre en nuestro pueblo la ikurriña.

En el Museo del Nacionalismo Vasco de Sabino Arana Fundazioa conservamos más de un centenar de banderas, pañuelos o insignias cuyo motivo central es la ikurriña, todas ellas recibidas mediante donaciones (y que pueden ser visitadas en nuestras instalaciones en Artea), así como un amplio archivo fotográfico donde se conservan momentos históricos importantes en la vida de nuestra bandera. Podemos destacar la ikurriña de papel que les entregaban a los niños que iban al exilio para despedirse de sus familias, recuperada de la tienda Perro Txiko en Bilbao; o el banderín conservado por Jesús Luisa Esnaola, responsable de la Ertzaintza en 1936; la ikurriña del batallón Intxarkundia, a la que le falta el cuadrante inferior izquierdo ya que fue conservada como botín de guerra en la sede de los carlistas de Tolosa, hasta que en 1967 un grupo de jóvenes logró recuperarla; la ikurriña de Amoroto, que se conservó gracias a la labor de Santi Zabala (g.b.), ocultada en un falso tabique dentro de una caja de madera y que durante muchos años se utilizó como insignia de Amoroto en todos los Alderdi Eguna; la ikurriña del batzoki de Galdames, escondida en una trinchera y en la cueva de La Comandante, recogida por Alejandra Yarto Galdames, quien la escondió en el interior de un edredón, y conservada posteriormente por su familia durante décadas; la ikurriña de la compañía Beti Aurrera del batallón Saseta, conservada durante más de cincuenta años en el Chateau de Arcangues, entregada por un gudari anónimo y que durante más de 56 años ondeó en el salón principal de la mansión: ni siquiera durante los cuatro años de ocupación alemana la enseña abandonó el mástil que estaba situado en un lugar preferente de aquella estancia; la ikurriña oficial que tenía el consejero Santiago Aznar en su despacho oficial de Caracas; las de emakume de Areatza, Ea, Santurtzi o Burtzeña, esta última oculta durante la dictadura de Primo de Rivera, que volvió a ondear durante la República, posteriormente fue escondida y, tras la legalización, devuelta en un arca a su batzoki, después de haber sido izada en la localidad costera de Ea; la ikurriña de EAB de Lezama de 1932, entregada durante la guerra por la presidenta de EAB de dicho municipio y enviada a Iparralde a la sede del Gobierno de Euzkadi: cuando los alemanes entraron en Francia, Ramón de la Sota, padre, la envió a un convento francés donde estuvo custodiada por una monja de Azpeitia, y posteriormente Ander Barrutia la recuperó y la devolvió a las emakumes que la habían entregado; la del batallón Abellaneda Muñatones, conservada durante décadas por el comandante de dicho batallón, Martín Hurtado de Saratxo; la ikurriña del batallón Irrintzi, que fue encontrada en el monte Gorbea en 1937 por un miembro de la familia Agirre de Vitoria, quien la conservó hasta 1977, entregándola posteriormente a su comandante, Gabino Artolozaga; la que llevaba nuestro lehendakari Agirre en su coche oficial, conservada por su familia; la de Eusko Etxea de Santiago de Chile, escondida dentro de un colchón; la del batzoki de Antzuola; la que ondeó en Ilo-ilo en 1909; la que enarboló el barco Goizeko Izarra en su viaje desde Bilbao a Pauillac en 1937, llevando a bordo mujeres, ancianos y niños hacia el exilio... Y así un largo etcétera.

Tenemos que dar las gracias a todas las personas que han conseguido conservarlas y que nos permiten hoy contemplarlas. Sin su esfuerzo y tenacidad hoy sería imposible conocer su historia y poderlas exhibir, tanto en nuestra exposición permanente como en las muestras itinerantes que realizamos. Es por ello que desde Sabino Arana Fundazioa hemos prestado un importante cuidado a nuestra colección textil compuesta de banderas, banderines, pañuelos..., ya que por los distintos hechos vividos y a veces su complicada pero meritoria custodia y conservación, su deterioro a veces es muy notable. Por ello, el museo lleva dos años desarrollando una labor de conservación preventiva, debido a que los materiales con los que están confeccionadas estas ikurriñas son especialmente sensibles, así como su tamaño, que muchas veces dificulta no sólo su manipulación, sino también su almacenaje. Por ello estamos llevando a cabo labores de limpieza mediante aspirado, lavado o limpieza en seco, alisado mediante vapor frío y pesos, así como de colocación en soportes apropiados y especiales para su mejor conservación. Todo esto lleva como tarea final la catalogación, análisis y digitalización de dicho material, que invitamos a todos a visitar y contemplar.

El material que conserva Sabino Arana Fundazioa en sus instalaciones de Artea es resultado de donaciones provenientes de nuestros mayores que sirven para que las actuales y futuras generaciones vascas podamos conocer nuestra historia. A través de testimonios y restos de nuestro pasado como son estas viejas ikurriñas, supervivientes de mil peripecias y desgracias, batallas y persecuciones, tienen el corazón de quienes las dibujaron y cosieron, las izaron y ondearon, defendieron y escondieron. Llevan el alma de los vascos que fueron, somos y seremos.







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