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viernes, 3 de agosto de 2018

Cronopiando | Altsasukoak Aske

Por medio de su Cronopiando nuestro amigo Koldo Campos nos hace una serie de amables recordatorios con respecto al Caso Altsasu:

Altsasukoak aske

Koldo Campos Sagaseta

Cuando septiembre traiga la fiesta al pueblo, los jóvenes de Altsasu llevarán dos años preventivamente presos por riesgo de fuga de quienes se entregaron, según dicta sentencia una magistrada civil, esposa de otro coronel civil, y a querella horneada y conducida por la benemérita civil.

Llegará la navidad y, con ella, el Olentzero, las cenas de familia... y los jóvenes de Altsasu llevarán dos años y tres meses preventivamente presos por constituirse en violenta turba y linchar un tobillo. La camisa del tobillo resultó ilesa. No así la camiseta de Adur Ramírez, identificada como roja siendo negra, en una causa verde que debió verse en el Juzgado de Iruña y que fue requisada por la Audiencia Nacional.

Entrará la primavera y en el frontón Burunda, Joseba Ezkurdia hará el primer saque... y los jóvenes de Altsasu llevarán dos años y siete meses preventivamente presos porque el segundo informe de la Guardia Civil contradijo su primer informe y lo que pudo ser odio, en manos de la Audiencia se transformó en terrorismo para, en otra honorable pirueta del tribunal, cerrar la farsa como atentado contra la autoridad. Cientos de casos semejantes en el Estado y solo en el de Altsasu se condena con cárcel el código postal. Se les acusa de vascos

Se abrirán las aulas de nuevo a la juventud que estudia, y los jóvenes de Altsasu llevarán tres años preventivamente presos porque en el mercado de la venganza y en el negocio de la provocación las condenas se cotizan al alza.

A estas alturas del esperpento da igual quién empezó la reyerta de madrugada a las puertas de un bar en un pueblo en fiestas o cuál fuera el motivo. Lo que indigna, dos años más tarde, es que las víctimas estén en la cárcel, que la justicia hieda y que el Estado lo celebre.

Las multitudes que expresaran su indignación por la libertad de una manada de violadores gritaban: “Esta justicia es una mierda”. Los jueces y el Estado también.






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