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jueves, 22 de agosto de 2013

CCOO: Fracking en Ningún Sitio

El movimiento en contra del proceso de extracción de gas esquisto conocido como fractura hidráulica -fracking en inglés- es muy fuerte en Euskal Herria y además, como nos muestra este texto de Gara, transversal.

Lean:


Alfonso Ríos Velada | Responsable de salud laboral y medio ambiente de CCOO Euskadi

De un tiempo a esta parte, y amparándose en la dependencia energética que padecemos, determinadas instituciones, en su día con el lehendakari Patxi López a la cabeza, parecen empeñadas en hacernos ver las bondades del sistema de extracción de gas no convencional mediante fractura hidráulica (fracking). La técnica consiste en extraer el gas que está en la roca madre, normalmente pizarra de muy baja porosidad y a gran profundidad (entre los 400 y los 5000 metros), mediante la inyección a gran presión de grandes cantidades de agua acompañadas de arena y otros productos químicos necesarios para el proceso, en perforaciones primero verticales para llegar a la roca madre y posteriormente horizontales. La técnica implica también el uso de explosivos para fracturar la roca.

Hay aspectos de esta técnica que cabe resaltar. En primer lugar, que es menos rentable que yacimientos convencionales de gas debido a las grandes inversiones económicas que conlleva. Contemplando el coste medioambiental, podemos afirmar que no es rentable en absoluto. Se exigen infraestructuras y carreteras para el transporte del gas, lo que aumenta la inversión allí donde no existan. Sólo EEUU explota el fracking de forma masiva, y debido a las enormes inversiones necesarias frente al precio final del gas, diversos expertos en la materia se replantean la rentabilidad de la técnica. Un replanteamiento que se está realizando con infinidad de plataformas y pozos ya abiertos y habiendo generado ya un enorme impacto ambiental.

Aparte de esto, el fracking tiene graves consecuencias en el medio ambiente, siendo la más preocupante la contaminación del agua. Los acuíferos subterráneos pueden resultar contaminados por los productos químicos que se añaden al agua a presión y su objetivo es hacer el proceso más eficiente. Entre estos productos se encuentran más de 500 sustancias, la mayoría de ellas con propiedades altamente contaminantes e incluso algunas cancerígenas y mutágenas. El fluido de retorno también puede hacer aflorar a la superficie sustancias muy peligrosas de las propias capas de pizarra, como mercurio o plomo. Las aguas de superficie se pueden ver afectadas por derrames y filtraciones de los fluidos de fractura, tanto durante su transporte como durante su almacenamiento. En este sentido, la Universidad de Manchester afirma en un informe que existe un considerable número de casos en EEUU en los que esto se habría podido producir.

Hay otros efectos no menos importantes, como las excesivas emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente metano y CO2 derivados de la evaporación de los gases disueltos en los fluidos de retorno, de la maquinaria de perforación y del tráfico de camiones. Otros efectos adversos son el excesivo consumo de agua necesario, que puede llegar incluso a perjudicar los suministros locales, la dificultosa gestión de los residuos generados o la posibilidad de aparición de terremotos asociados a la técnica, entre otros.

Todos estos peligros han llevado a varios países a prohibir el fracking, como ha ocurrido en Francia, o al menos a instaurar una moratoria. Mientras tanto, en Euskadi y en otros puntos del Estado se han concedido varios permisos de investigación, cuyos promotores son fundamentalmente compañías extranjeras.

En el décimo Congreso Confederal de CCOO de Euskadi, celebrado este año, aprobamos una resolución en la que, apelando al principio de precaución y viendo la situación y la experiencia en otros países, se pide la prohibición del fracking y se insta a las instituciones vascas a prohibirlo en la medida de sus competencias. Es lo que continuamos exigiendo.

Más que crisis por dependencia energética, lo que padecemos es una crisis del actual modelo energético, y no podemos seguir apostando por los combustibles fósiles. A medio plazo, la mejor vacuna para no necesitar del fracking vendrá a través de la transformación de nuestro modelo energético actual por otro en el que el consumo de energía sea razonable, y esta producida a través de fuentes renovables y respetuosas con el medio ambiente, mientras que el fracking ralentiza la transformación hacia un modelo energético más limpio y menos perjudicial. Por todo ello, es necesaria la movilización de cuantos entendemos que ese nuevo modelo es el más deseable, así como la coordinación de todos los sindicatos, movimientos sociales y agentes que estén dispuestos a ello.






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