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domingo, 2 de marzo de 2025

El Rock en Euskal Herria

Desde la sección 7K Naiz traemos a ustedes este reportaje acerca de un libro que nos cuenta detalles acerca del desarrollo de la música en Euskal Herria, específicamente, del rock.

Desarrollo que se ocurrió en el contexto convulso de la lucha por la autodeterminación del pueblo vasco y que, lejos de ser auténticamente radical - con sus honrosas excepciones -, funcionó como agente de desmovilización de la juventud vasca, facilitando a Madrid la sucia estrategia consistente en volcar una gran cantidad de drogas en la Zona Especial Norte, sustituyendo la auténtica rebeldía por una supuesta rebeldía que en realidad significaba esclavitud y sometimiento.

Pero no adelantemos conclusiones, adelante con la lectura:


La biblia del Rock Radical Vasco

Javier «Jerry» Corral es el autor de «Fiesta y rebeldía. Historia oral del Rock Radical Vasco» (Liburuak, 2024), un extenso estudio sobre uno de los movimientos sociales y musicales más importantes de la historia reciente de Euskal Herria.

Sergio Iglesias

Junto a coetáneos como Pablo Cabeza, Roge Blasco o Pedro Elías Igartua, Javier “Jerry” Corral forma parte de ese grupo de referentes absolutos para los y las periodistas que, con admiración y emoción, intentamos seguir la estela que dejaron estos auténticos pioneros. “Influencers” de verdad, de los que con sus crónicas, reseñas o críticas, influían en toda una generación que, tras cuarenta años de dictadura, y con una democracia aún en pañales, y más que incierta, tenía ganas de reventar con todo y crear sus pequeños nuevos mundos, sus revoluciones… siempre enfrentados a todo tipo de autoridad y levantando la voz contra una sociedad tremendamente caótica, marcada por la desindustrialización y una crisis económica galopante. Ante este panorama, la juventud buscaba sus vías de escape en cualquier estímulo, bien fuera en la música o en las drogas que, alegremente, entraban -o las dejaban entrar, según quién cuente la película-, y que dejaron miles de jóvenes cadáveres a su paso.

Una generación perdida que, lejos de caer en el olvido, continuamente es reivindicada, e incluso idealizada, desde diferentes medios o colectivos como una de las épocas doradas, al menos en la música de Euskal Herria, donde se desarrolló la conocidísima etiqueta de Rock Radical Vasco. Una denominación que, cuarenta años después, todavía se recuerda con emoción por el poso que dejó en todo un país que, de una u otra forma, se siente identificado con todo aquello que cantaban -mensajes que, por desgracia, en muchos casos mantienen una vigencia absoluta hoy en día- bandas como Kortatu, RIP, Cicatriz, Barricada, La Polla Records, Tijuana In Blue, Hertzainak… Grupos de los que, por suerte, todavía quedan un puñado de supervivientes para contarnos cómo fueron las cosas. Con toda esta gente que lo vivió, con coetáneos que estaban en el lugar y en el tiempo, pero no dentro de la misma escena, con los que los precedieron y con los que los sucedieron es con los que Jerry Corral ha charlado para construir “Fiesta y rebeldía. Historia oral del Rock Radical Vasco”, un extenso relato de más de 800 páginas que, más allá de todo lo que se ha escrito sobre el movimiento, pretende aportar un nuevo enfoque sobre el Rock Radical Vasco, analizando su influencia cultural, pero sobre todo social, desde diferentes puntos de vista, qué supuso y qué queda de todo lo que se hizo en aquellos años tan convulsos.

Más de cinco años de trabajo, 69 entrevistas y 71 personas entrevistadas han sido necesarias para que tengamos entre manos la que ya ha sido bautizada como “la biblia del Rock Radical Vasco”.

Comenzamos pues preguntando al periodista bilbaino sobre el origen de la idea de hacer un nuevo libro sobre el Rock Radical Vasco, y nos aclara que, realmente, no fue una iniciativa propia: «Me lo encargan desde la editorial Liburuak. Al principio, tenía dudas sobre hacerlo o no; pero en ese periodo de duda, ya había empezado a hacer una lista con posibles personas a entrevistar y temas que tratar, y así me di cuenta de que, realmente, sí que existían esas ganas de llevar a cabo el proyecto».

Respecto al enfoque que querían dar al libro, reconoce que la idea es que fuera algo muy ambicioso: «Lo que me proponían era que fuera el libro definitivo sobre el RRV, pero yo siempre he creído que ese término es muy discutible, porque por suerte, todo es revisable y nada queda inamovible en el tiempo». Sin embargo, Corral sí tenía claro que quería hacer algo totalmente diferente a lo que ya se había hecho en torno a la temática del RRV: «No quería hacer un “refrito” de cosas que ya habían salido en otros medios y libros, sino que quería una visión muy amplia, coral y actualizada… una versión contemporánea de todo aquello».

Otra cosa muy curiosa es la actitud mostrada por el autor a lo largo del texto, manteniéndose totalmente al margen y vertiendo muy pocas opiniones en el libro, y dejando que sean los protagonistas de la historia los que hablen. «Eso fue intencionado. Me mantengo como un canal para que la gente exprese sus opiniones, y creo que tenía que ser generoso también en la forma de tratar los temas, de una manera sencilla y fácil de entender. Sí que introduzco los capítulos, y puntualizo alguna cosilla, pero no creo que fuera el sitio para dejar mis opiniones», afirma.

Una historia oral

Ante un reto de tal magnitud, como era afrontar una historia que se ha contado ya tantas veces, el periodista decidió dar la palabra no solo a los que lo vivieron directamente, tal como nos explica él mismo. «La idea era hacer una historia oral, lo interesante era que lo contaran, por un lado, los que lo vivieron desde dentro, pero también los que eran coetáneos, aunque no estaban en ese círculo, porque hacían otro tipo de géneros o estilos musicales… No hay que olvidar que, aunque el RRV fue el movimiento más importante, en aquella época había en Euskal Herria otras escenas… y es que lo contrario habría sido algo muy negativo para la música y para la cultura vasca. Lo interesante es que, en todas partes y en todo momento, haya siempre diferentes realidades».

Una realidad y una escena ante la que Corral se mostraba algo distante en aquella época, al menos en sus gustos personales, aunque su melomanía le permitió entender perfectamente todo lo que pasaba. «A mí me gustaban cosas muy diferentes, pero soy muy melómano y siempre me ha gustado conocer la música que se hace en mi país, de hecho empecé con un programa que se llamaba ‘Dios salve a los maravillosos grupos locales’, que hablaba sobre artistas vascos. Siempre he seguido la escena, y todavía, después de 45 años, lo sigo haciendo. Y, como aficionado a la música, para mí aquello que se llamó RRV era solo una escena más dentro de la música que había en Euskal Herria, no la única… eso sí, indiscutiblemente la más potente en aquel momento».

Por este motivo, Jerry Corral también quería hablar sobre los artistas y bandas que precedieron a quienes protagonizaron el boom del RRV, auténticos pioneros, ya que no hay nada más “radical” y “vasco” que lo que hicieron gente como los y las integrantes de Ez Dok Amairu o bandas como Errobi, activas incluso durante la dictadura, y que con esa actitud sin duda influyeron a todos los que llegaron en los 80. «Quería hacer ver que no era un fenómeno único que nace de la noche a la mañana, sino que, dentro del continuum de la música vasca, hay unos antecedentes y una continuidad de todo aquello. Así que, aparte de entrevistar a gente que lo vivió por coincidencia en el tiempo, me interesaba que hubiera gente como Ruper Ordorika, que es como el puente entre la generación anterior y la del RRV, Anje Dualde de Errobi, Fran Lasuen… quería ver qué opinaban todos ellos sobre el fenómeno, y si lo padecieron o lo disfrutaron». Además, también tenía especial interés por cómo evolucionó aquel movimiento que marcó una época: «El Rock Radical Vasco fue preponderante durante los 80 pero, a partir de los 90, a nivel mundial ya llegan otros sonidos como el indie o el rock alternativo, y se crean escenas como la de Buenavista en Donostia, o el Getxo Sound, con influencias que ya son diferentes, aparte de otras cosas que van surgiendo en los 2000 como Anari o Petti. Son artistas que han mamado el RRV muy de niños, que no lo han vivido, pero lo han visto, porque muchas de las canciones de aquellas bandas se han convertido casi en folklore. Hoy en día, en las fiestas de cualquier pueblo, junto a los éxitos internacionales o las canciones del momento, suenan en las verbenas canciones de Kortatu, Barricada, La Polla Records…».

En ese sentido, el autor de “Fiesta y rebeldía. Historia oral del Rock Radical Vasco” también ha querido conocer la opinión de las bandas actuales y la influencia que en ellos tuvo el RRV. «Me interesaba la opinión de las bandas más jóvenes, y ahí están los miembros de Vulk o de Chill Mafia, que ha podido representar el último gran fenómeno popular y con un espíritu en cierta forma cercano a aquello, aunque con otros sonidos, Tatxers con una clara influencia de Hertzainak o Zarama, o Verde Prato, que desde otro punto de vista también tiene esas influencias y que precisamente, en aquel momento, estaba revisando varios temas de aquellos años». Una conexión que demuestra el valor de la música como conector de las diferentes épocas, tal y como el propio periodista explica de una manera muy gráfica. «Lo que se demuestra es que siempre hay una especie de cordón umbilical que comunica las diferentes épocas y que, de alguna manera, va influenciando a los distintos músicos y escenas que van llegando a medida que va transcurriendo el tiempo».

Una etiqueta polémica

Sobre la etiqueta de “Rock Radical Vasco”, Corral cree que fue «un acierto pleno» y nos cuenta cómo surgió la denominación. «Marino Goñi y José María Blasco ven que en la margen izquierda del río Nervión surgen Eskorbuto, Altos Hornos de Bizkaia o Zarama; en pueblos como Agurain, La Polla Records; en Gasteiz, Cicatriz, Potato o Hertzainak; en Iruñea, Barricada; en Gipuzkoa, bandas como RIP o Kortatu; en Bilbo, MCD… Y se dan cuenta de que surgen muchos grupos y con capacidad de atraer a grandes masas. Piensan que eso debería tener una denominación común en una época en la que, a nivel estatal, estaba “la movida”, y a nivel internacional, el nuevo rock americano con bandas como Dream Syndicate o Green On Red… y ven que lo que estaba saliendo aquí también podía tener una denominación». En este punto, Corral nos descubre una curiosa anécdota personal relacionada con el tema, y que tiene como protagonistas a los mismísimos Eskorbuto. «El primer recuerdo que tengo de que alguien hablara de aquello fue cuando Pedro Elias Igartua y yo entrevistamos a Eskorbuto. Quedamos con ellos en Kabiezes un domingo, y Josu ya nos habló de que lo que ellos hacían era “rock radical”… venían de escuchar a los grandes grupos de los 70 y eran muy seguidores de bandas como The Who, pero querían ir un paso más allá y hacer cosas más extremas. Y es que ese cabreo y esa rabia de Cicatriz, RIP o Eskorbuto era algo visceral y, seguramente, de lo más auténtico que ha habido, incluso en la escena internacional; yo no sé si Marino Goñi también había hablado con Josu antes de sacar la etiqueta, pero lo de poner el apellido de “vasco” al rock radical fue un acierto. Porque ahí ya sí que se englobaba a mucha gente que, en cierta medida, sobre todo a nivel de energía y letras, tienen las mismas connotaciones; de hecho, luego ha habido grupos en Extremadura o Andalucía que decían que hacían Rock Radical Vasco, así que mira cómo trascendió la etiqueta…», afirma.

Una etiqueta de la que la mayoría de los grupos de la época renegaron por el miedo a ser identificados con algo muy concreto. «A los grupos, por supuesto, no les gustó, porque nunca les gusta que los encasillen o que los engloben en algo. Pero sí que había un perfil común, sobre todo en las letras, porque la musa muchas veces era el cabreo, esa rabia… no hay que olvidar que veníamos de donde veníamos: Franco, como quien dice, acababa de morir, y a mucha gente la transición democrática no le convencía, había una crisis económica brutal, había mucha droga…», explica.

En el libro se mencionan dos momentos clave en la creación de la escena del RRV, como son la manifestación contra el polígono de tiro de Las Bardenas pero, sobre todo, el concierto de los Clash en Donostia, que el autor pudo vivir en primera persona, tal y como relata: «En aquella época, Donostia reúne en pocos meses a Iggy Pop, Los Ramones, Eric Burdon, King Crimson… algo impresionante. Pero los Clash, en aquel momento, tienen una repercusión muy importante, no solo musical, ya que muchos grupos vascos se sentían muy identificados con las canciones de los ingleses. Y entre aquellos más de 7.000 asistentes al bolo nos encontramos con todos los músicos o futuros músicos que luego montarían diferentes bandas: allí estaban, por supuesto, los hermanos Muguruza, pero recuerdo que fue el día que me presentaron a Xabier Montoia, que me contó que iba a montar una banda que se iba a llamar Hertzainak». Aquel concierto fue el detonante que impulsó a muchos a montar sus proyectos porque, además, The Clash tuvieron detalles y guiños muy importantes con el público vasco. «Era un grupo muy político. Por mi parte, también recuerdo que Pedro Elías y yo hicimos una entrevista a Joe Strummer en los camerinos, creo que para “Muskaria”. En aquellos años éramos tan pocos los periodistas especializados en música, que nos trataban de maravilla y entrábamos allí “como Pedro por su casa”… También estuvimos con Los Ramones, o con Iggy Pop, que no quiso hacer la entrevista porque decía que tenía mal la voz, pero luego nos encontramos con él por los bares de Donostia un par de horas después (risas). Por cierto, impagable la anécdota que Loles de Vulpess cuenta en el libro, pero no voy a decir más, hay que leerlo (risas)».

Lo más curioso es que, en aquella época, la banda londinense ya venía con “Sandinista” un disco que nada tiene del punk salvaje de sus inicios y que, junto a los Sex Pistols, tanto influyó en las bandas más notables del RRV, pero es que, tal y como recuerda Corral, los grupos más influyentes también tenían un carácter muy abierto en aquella época: «Cuando The Clash vienen a Donostia, el disco que todo el mundo conocía era “London Calling”, que tampoco era punk. Pero es que, si te fijas, eso es algo que pasó con todos los grupos ingleses del punk del 77: Los Clash tienen dos discos punk, Damned hicieron después cosas muy experimentales, Stranglers acaban haciendo baladas, Johnny Rotten o John Lydon monta PIL, que estaba bastante alejado de aquel punk de los inicios de los Pistols… En el libro pongo una cita del propio John Lydon en la que dice que la lección número uno del punk es estar abiertos a otros sonidos, algo que no entendieron quienes lo siguieron. Eso sirve también para el RRV, porque las bandas que llegan después de Eskorbuto, Cicatriz o RIP repiten lo que hicieron todos estos, pero con menos gracia, y con menos energía. Por este motivo, el movimiento fue decreciendo hasta desaparecer».

Evolución del movimiento

Jerry Corral también se muestra muy crítico ante las bandas que alguien englobó en la mal llamada “segunda ola del RRV” y que, según el autor, carecían de la autenticidad de los grandes grupos de la escena. «Eso es la historia de la música y del arte. El que no se equivoca inventando algo nuevo, para mí carece de interés; y es algo que ha pasado en todos los ámbitos. El valor artístico de un grupo que ahora intente hacer música de hace 40 ó 50 años, sin aportar nada nuevo, es nulo, por muy bien que lo hagan. Todas estas bandas del RRV ya tenían un bagaje de todo lo que habían escuchado anteriormente, y eso acaba saliendo, y consiguen transmitirlo de una manera extraordinaria y, sobre todo, creíble».

En ese sentido, nos permitimos nombrar a los hermanos Muguruza como el ejemplo perfecto de cómo evolucionar en lo musical, ante lo que el periodista bilbaino se muestra totalmente de acuerdo. «Absolutamente. Para mí, lo más radical del RRV es cuando los hermanos Muguruza acaban con Kortatu, cuando estaban en lo más alto, para apostar por algo más complejo, acorde con la evolución de sus épocas, demostrando que no tenía ningún sentido seguir haciendo lo mismo. Los géneros, una vez que pasa el tiempo, hay que aplicarlos, no copiarlos».

Hablando de aquellos años 80, era inevitable hablar sobre la droga, y por eso preguntamos al autor si mereció la pena el alto peaje que se pagó con esa cantidad de cadáveres jóvenes que dejaron a su paso estos años tan terribles, algo que lamenta profundamente, intentando explicar cuál fue la clave de aquella catástrofe. «Fue muy triste, y el gran problema es que no había ninguna información. Yo pienso que la gente tenía un concepto equivocado de la droga, porque la veía como algo lúdico, cuando en realidad es una medicina que se toma cuando se está mal. Muchos creyeron que todo aquello iba a potenciar esos estados de felicidad impulsando su faceta creativa, y creo que eso es un error, porque el talento, o lo tienes o no lo tienes. Normalmente quienes hacen uso de las drogas suelen ser gente sometida a una gran presión: artistas que se enfrentan a un público, políticos, ejecutivos… y luego está el factor de la edad. Yo siempre digo que, cuando eres joven, te tomas drogas ilegales por diversión y, cuando te haces mayor, te tomas drogas legales por obligación (risas)».

Cuando le preguntamos su opinión sobre si, como se ha dicho en tantas ocasiones, la entrada de la heroína fue algo provocado por intereses políticos, Corral se muestra tajante pero prudente. «A mí no me gusta opinar sobre ello y, si me preguntas, diría que, aunque no fue algo orquestado, sí que se dejó hacer, porque hay a quien le venía muy bien. Pero como te digo, esa es solo mi opinión, y puedo estar equivocado».

Conectando el RRV con el presente de la música en Euskal Herria, a lo largo del libro se menciona varias veces a Chill Mafia, el colectivo iruindarra que podía representar aquel espíritu en este siglo XXI, lo que aprovechamos para testar la opinión del autor ante los nuevos fenómenos de la música en nuestro país. «Chill Mafia tienen algo similar a Kortatu: una carrera corta pero intensa y con mucho impacto en la música de su generación. La historia siempre se repite, y lo que me parece más decepcionante es que haya gente de nuestra generación que ahora se dedique a criticar las nuevas tendencias musicales, parece que se olvidan de lo importante que es seguir evolucionando».

Sin embargo, Corral destaca cuál ha sido para él el mayor hito de la música en los últimos tiempos: «La gran revolución musical del siglo XXI ha sido la irrupción de artistas femeninas que, en la parte más comercial son las que llenan estadios: Beyoncé, Taylor Swift, Dua Lipa… pero en el underground también hay muchos ejemplos, y en Euskal Herria tenemos a Sara Zozaya, Eneritz Furyak, Izaro, Verde Prato y bandas mixtas donde, muchas veces, son las líderes, como Zea Mays, sin ir más lejos. Esto es algo que choca con el RRV, porque Aurora Beltrán cuenta que, en aquellos años, ver a una mujer con una guitarra era casi algo extravagante… por suerte, los tiempos han cambiado y la sociedad es muy diferente en todos los ámbitos».

Cuando planteamos el dilema de con qué época se quedaría si tuviera que elegir, si con aquella del RRV o con la actual, el periodista muestra sus dudas de manera razonada: «Es que el concepto de rock que tiene mucha gente es muy esquemático, y yo soy más ecléctico. Y pensar que el rock es solamente ritmo, energía y guitarrazos es un error; y eso es lo que ha quedado como un estereotipo, sobre todo para la gente de fuera de la música. No se puede estar haciendo toda la vida lo mismo, tiene que haber de todo, también una cierta deconstrucción para que esto tenga sentido. Y en aquella época, aparte de los grupos punteros, estaban M-AK, luego llegaron Cancer Moon, Los Bichos, dentro del pop Los Santos… lo que pasa es que ahora hay mucho más y, aparte de que, como te decía, hay más mujeres, también hay varias generaciones trabajando a la vez, y hay gente de todas las edades a las que les interesa la música, algo que en aquellos años no sucedía».

Para terminar, le preguntamos si ha descubierto algo que le ha sorprendido en este proceso de creación de “Fiesta y rebeldía” y, aunque como hemos ido contando, lo vivió en primera persona, sí ha habido cosas que le llamaron la atención. «Me ha podido sorprender que, con el paso del tiempo, casi todo el mundo lo ve con mejores ojos que en su momento: en primer lugar, los que estaban en contra de la etiqueta, ahora ven que los benefició, y los que no estaban dentro de aquello, también lo entienden. Todos se han dado cuenta de la trascendencia social que tuvo este movimiento, porque en su momento tenían 22 años y no lo podían ver como lo ven ahora», concluye.




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