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lunes, 31 de marzo de 2025

El Objetivo

Desde Naiz traemos a ustedes este texto en el que los parlamentarios de la izquierda abertzale presentes en aquella primera legislatura de la CAV en 1980 ponen en contexto ese hito con la actualidad:

«Gaur ere Euskal Herria helburu»

Tras la aprobación del estatuto de autonomía, el Parlamento Vasco celebró su primera sesión en la Casa de Juntas de Gernika el 31 de marzo de 1980. Transcurridos 45 años de aquella fecha, los electos de Herri Batasuna en aquella primera legislatura repasan el proceso de institucionalización que separó a la CAV y Nafarroa, valoran positivamente la confluencia de las diferentes corrientes abertzales en EH Bildu y apuestan por dar un «nuevo salto político».

Itziar Aizpurua, Iñaki Pikabea, Miguel Castells, Iñaki Ruiz de Pinedo, Jose Ramon Etxebarria, Xabier Onaindia, Xabier Elorriaga, Jose Luis Sampedro e Iñaki Esnaola

La primera legislatura del Parlamento de Gasteiz iniciaba hace 45 años un proceso de institucionalización de tres territorios de Hego Euskal Herria, profundizando la división del sujeto político nacional en una transición condicionada por la metamorfosis franquista. Si inicialmente la Asamblea de Parlamentarios de los cuatro herrialdes albergaba la posibilidad de un estatuto para los cuatro herrialdes, las presiones del navarrismo-requeté sobre el partido travestido del franquismo –UCD– y las prisas del PNV por el aterrizaje institucional nos llevaron a una fragmentación que sigue lastrando el proyecto nacional.

Esa segmentación nacional fue desarrollada en un estatuto que tampoco reconocía nuestra identidad nacional ni una relación de bilateralidad real entre la CAPV y el Estado español, con un nivel competencial insuficiente y condicionado por la acción política del Gobierno central y, asimismo, sin asumir el derecho de autodeterminación. En este sentido, nosotros y nosotras representábamos a un sector de la sociedad que entendía que aquel proceso de institucionalización y el instrumento político que lo sustentaba –estatuto de autonomía–, no asentaba bases sólidas para el desarrollo de un proyecto nacional.

Fuimos, en ese sentido, parlamentarios que mantuvimos una distancia y práctica diferenciada con una opción estatutaria que, ahora, tras 45 años, sigue incumplida y ha sido estructuralmente erosionada por la acción del legislativo español y la intervención recentralizadora del Tribunal Constitucional. El autogolpe de 1981, con la Loapa como uno de los resultados tangibles, marcó la reformulación de la literalidad inicial del estatuto, dando paso a una progresiva devaluación e invasión de las competencias por parte del Estado, teóricamente exclusivas de la CAPV. Es decir, a Gipuzkoa, Araba y Bizkaia se le vendió un producto que ha sido posteriormente incumplido y unilateralmente deteriorado.

En ese marco estructural, el movimiento abertzale ha tenido trayectorias diferentes. Unos, gestionando ese marco autonómico, y, otros sectores, combinando una acción política y resistencia a la asimilación con la demanda de un tránsito del autonomismo agotado a un marco de reconocimiento y soberanía que permita, también, abordar la vertebración del sujeto nacional vasco. Ha habido momentos de convergencia para ese tránsito –Lizarra/Garazi, Loiola y Bases y Principios– pero el movimiento abertzale no ha sido capaz de sumar institucional y socialmente en una estrategia nacional eficaz. Eso sí, aquí cabe remarcar que los firmantes consideramos muy importante que trayectorias y sensibilidades diferentes estemos implementando una izquierda independentista, EH Bildu, como instrumento de avance y cambio en la estrategia nacional.

En este sentido, a nuestro entender, volvemos a estar en un momento importante. Hemos perdido mucho tiempo y este país necesita, en un escenario de enormes incertidumbres, retos y desafíos, del impulso en todas sus dimensiones del proyecto nacional. Esta encrucijada nos obliga y demanda, en los tres ámbitos administrativos en los que se encuentra divido el país, cristalizar la actual correlación de fuerzas con los Estados español y francés en un salto político-jurídico que, desde el reconocimiento nacional, consolide una relación de bilateralidad y nos sitúe en nuevas cotas de soberanía/autogobierno efectivo, refuerce los vínculos intraterritoriales ahondando en el proyecto nacional y sitúe el derecho a decidir como puerta abierta para el respeto a la voluntad democrática de la sociedad vasca.

Necesitamos, pues, ese nuevo salto político en todos los territorios vascos, cada uno con su ritmo específico en la estrategia independentista. Eso sí, el mismo tiene que complementarse con un impulso comunitario que refuerce el proyecto nacional en todos los ámbitos (euskara, cultura, deporte, socioeconomía...) y nos permita seguir avanzando en la correlación de fuerzas institucional y social con el horizonte estratégico de una Euskal Herria independiente, socialista, feminista y euskaldun. Somos de la opinión de que, sin ese impulso social, los retos y anhelos colectivos quedarán neutralizados por las olas globales y la inercia negacionista de los gobiernos español y francés.

Por todo ello, pensamos que en este acto del 45 aniversario del Parlamento de Gasteiz no estamos para conmemoraciones vacías o meros reconocimientos a nuestras personas. Nosotros éramos y somos abertzales comprometidos con el proyecto nacional, con Euskal Herria y sus derechos nacionales, y apelamos a reforzar el compromiso de la ciudadanía del país en su defensa y desarrollo.

 

 

 

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