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jueves, 1 de septiembre de 2022

Violencia Sexual a Menores

Desde las paginas de El Diario Vasco traemos a ustedes este reportaje acerca de una de las grandes lacras de nuestra sociedad, el abuso sexual infantil.

La información se centra en los menores de edad que sufren esta situación al interior del seno familiar, pero recordemos que en Euskal Herria se está lidiando con el fenómeno en el que están involucrando integrantes del clero.

Adelante con la lectura:


Uno de cada cinco menores vascos ha sufrido violencia sexual

La mayoría de los abusos se producen en el entorno familiar

Aiende S. Jiménez

Entre 2.000 y 4.000 menores vascos han sufrido algún tipo de violencia sexual a lo largo de su vida. Esto supone uno de cada cinco jóvenes de menos de 18 años, según datos del departamento de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales del Gobierno Vasco. Y la mayoría de esas agresiones tienen lugar en el entorno familiar más cercano. «El principal problema para investigar este tipo de delitos es que se quedan dentro de la familia», asegura Mercedes Bautista, fiscal de Menores de Gipuzkoa y directora del curso 'La cara oculta de la violencia sexual' que se ofrece estos días en el marco de los Cursos de Verano de la UPV.

Durante su intervención la fiscal ha analizado la violencia intrafamiliar que padecen los menores de edad, «que existía en el pasado y existe en la realidad pero de la que apenas existen datos estadísticos».

Bautista ha explicado que la violencia sexual en la familia se sustenta en cuatro pilares. El primero el agresor, que tiene «un plan perfectamente elaborado para satisfacer su desviado deseo sexual con las víctimas menores de edad». El segundo son las víctimas, cuyo denominador común según la experiencia de la fiscal es que «son niños necesitados de cariño, huérfanos o sin una figura paternal, con una madre desprotegida», circunstancias que son «aprovechadas por el depredador sexual».

El tercer pilar son las personas cercanas a la víctima, «que principalmente suele ser la madre», la cual en muchas ocasiones «no sabe responder a estas situaciones, no se cree a su hijo o incluso le culpa y defiende al agresor, lo que supone una doble victimización del menor». Y en cuarto y último lugar se sitúa la sociedad, que a juicio de Bautista «ha avanzado en esta materia, como muestran ejemplos como la reciente sentencia al fotógrafo Kote Cabezudo o el caso que se está investigando en Hondarribia», de abusos a menores por parte de un monitor de surf.

La titular de la Fiscalía de menores de Gipuzkoa ha analizado también los delitos sexuales a menores en base a estudios realizados por Save the Children o la Fundación Anar. Así, del análisis de 400 sentencias sobre este tipo de delitos se extrae que entre el 10 y el 20% de la población española ha sufrido abusos sexuales en la infancia, y la edad media de inicio de los mismos es de 11 años. Ocho de cada 10 víctimas son niñas. En cuanto al agresor, el 23% de las ocasiones son los padres de los menores, en el 20% otro familiar, en el 18% la pareja de la madre y en un 12% el abuelo. Lo que demuestra que la mayoría de los delitos sexuales que sufren los menores se producen en el seno familiar.
Silencio

Uno de los principales obstáculos para visibilizar, denunciar y abordar estos delitos es que las víctimas suelen callarlos, y en caso de contarlo se oculta dentro de las familias. La mitad de los menores abusados guardan silencio, la mayoría por miedo y vergüenza. De hecho, el 90% de los casos no se denuncian hasta que los menores llegan a la mayoría de edad. «Muchos ni siquiera perciben los abusos, no tienen conocimiento sexuales para entenderlo», explica Mercedes Bautista. Y un tercio de las víctimas encubren al agresor. Respecto al consentimiento, Bautista recuerda que en casos de abusos a menores de 18 años en el ámbito intrafamiliar ese término «no sirve de nada» ya que «siempre es delito».

La fiscal de Menores de Gipuzkoa explica además que existen algunas señales de alarma que se pueden apreciar en los niños para poder detectar estos delitos, como son «los cambios de ánimo, síntomas psicosomáticos o conocimientos o comportamientos sexuales no adecuados a su edad», y recuerda la importancia de comunicar cualquier evidencia o sospecha de abuso a menores a la Fiscalía y los servicios sociales. «La mayoría de las veces los casos se descubren en el colegio y en el pediatra. Es muy importante que no se interrogue al menor, que no se le contamine para que su declaración se produzca en un entorno que favorezca que sea lo más clara y potente posible», ya que recuerda que en materia judicial lo más importante es «proteger a la víctima, pero también obtener una sentencia condenatoria». 




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