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martes, 10 de agosto de 2021

Los Osasunistas Cayuela

Cuando un pueblo está en resistencia en contra del colonialismo primero y del fascismo después, no es extraño que dicho deseo de libertad impregne cada ámbito del quehacer social. Ese es el caso de Euskal Herria y el deporte colectivo más popular del mundo, el fútbol.

Del Osasuna y su particular via crucis ya hemos compartido información antes, pero desde Naiz traemos esto que suponemos les será interesante, tomando en cuenta que también aborda el tema de la diáspora vasca que migró a Chile, como todos aquellos que abordaron el SS Winnipeg.

Lean:


De Chile a Iruñea para rescatar la memoria de los Cayuela, republicanos y osasunistas

Ibai Azparren

Este lunes han visitado el Ayuntamiento de Iruñea, el Palacio de Nafarroa y el Parlamento familiares de Enrique Cayuela, militante de Izquierda Republicana exiliado en Chile y hermano de Santiago y Natalio, fusilados en Cadreita en el 36. Este último fue presidente de Osasuna durante nueve años.

Al terminar los sanfermines de 1936, se dio luz verde en una Nafarroa sin frente a un golpe militar que desembocaría en la eliminación física de más de 3.000 habitantes por sus ideas políticas. Entre ellos, cuatro personas estrechamente vinculadas a Osasuna: Ramón Bengaray, Fortunato Aguirre, Eladio Zilbeti y Natalio Cayuela.

A Natalio Cayuela, que presidió el club durante casi nueve años llevándolo de Tercera División a Primera, lo fusilaron en Valcaldera, Cadreita, un 23 de agosto. A finales de los 50, las autoridades franquistas sacaron sus restos de allí junto al de otras 51 personas, y los llevaron al Valle de los Caídos.

Hasta su ejecución, Cayuela desarrolló su carrera como secretario de Sala de la Audiencia Territorial de Iruñea, labor que compaginó con la presidencia de Acción Republicana en Nafarroa y también la de Cruz Roja en Iruñea, entre otras.

El presidente en dos ocasiones de Osasuna no participó en las primeras reuniones del Cafe Kutz, donde se fraguó la fundación del equipo rojillo. En aquellas asambleas del mítico bar de la Plaza del Castillo sí se encontraba el abertzale Eladio Zilbeti Azparren, que hoy cuenta con una calle en Iruñea, pero el caso de Cayuela se rescató públicamente en el sentido homenaje a los represaliados del equipo rojillo que tuvo lugar en mayo.

Han tenido que transcurrir más 80 años para revelar la historia de Natalio, y la ley del silencio y el miedo ha enterrado en el olvido también la de sus hermanos. A sus 25 años, Santiago también sería fusilado en Valcaldera, mientras que Enrique se escondió en un lugar público de Iruñea a lo largo seis meses con el catedrático Díaz-Delgado, para posteriormente exiliarse en Chile.

Este lunes, acompañados por el escritor Mikel Huarte, familiares de los Cayuela han visitado el Ayuntamiento de Iruñea, el Palacio de Nafarroa y el Parlamento. Sin la presencia de los medios de comunicación, han acudido también el escondite de Enrique, un lugar que, según ha explicado Huarte, mantienen en secreto y que revelarán en ‘Y el tiempo se detuvo. Natalio Cayuela, Osasuna y Justicia’. El libro verá la luz en setiembre y vendrá firmado por Eduardo Martínez Lacabe y, como coautor y promotor de la iniciativa, también estará la firma del propio Huarte.

No obstante, el autor de ‘Rojos. Fútbol, política y represión en Osasuna’ ha explicado a NAIZ que Juana Izquierdo, suegra de Enrique Cayuela, relata en este fragmento a su nieto (Pepe Cayuela) la historia del represaliado escondido: «Pasaron tres meses y afortunadamente tú y tus hermanas erais tan pequeños que tu madre y yo os engañábamos y os decíamos que papá estaba de viaje. ¡Hablar era tan peligroso! Por fin, una noche, llamaron a la puerta y era un contrabandista al que tu padre había defendido y le dijo a tu madre que sabía que Enrique estaba allí y él podía pasarlo a Francia. Los sacó de madrugada, a Enrique primero, al catedrático después; los dos en la maleta del coche y luego andando por la montaña. Estaban tan débiles por la falta de ejercicio que tuvo que cargarlos y cuando los dejó al otro lado parecían dos sacos de patatas. ¡Y qué alegría cuando vino a contarnos que estaban bien y a salvo!»

Un homenaje «sanador»

Marissa Weinstein Cayuela, nieta de Enrique Cayuela, que fue también secretario del Ayuntamiento de Iruñea en 1936, nunca hasta este lunes había conocido el lugar donde se ocultó su abuelo. En declaraciones NAIZ, ha revelado que se siente «conmovida» e «ilusionada» por «estar aquí después de tantos años».

«Nuestros tíos eran como un emblema por haber sido fusilados y también porque su situción se parecía a la situación chilena, donde hubo detenidos y desaparecidos, que pensábamos que era una situación propia de mi país», ha remarcado.

«Mi abuela nos contaba cómo fue su vida acá, y si uno lo mira ahora estuvo muy poquitos años. Ella era de Irun y se casaron acá en el 31 y ya el 36 tuvieron que salir. Ella nos contaba mucho de esos tiempos del escondite, de lo que ella sufrió, era el miedo de lo que podía pasar, la angustia, y también la soledad», ha añadido.

A su juicio, el homenaje de este lunes ha sido «muy sanador» para una familia que «nunca se hundió». «No nos dieron un relato de víctimas, siguieron siendo gente muy comprometida y nos transmitieron que valía la pena comprometerse y que había que seguir comprometiéndose en los cambios sociales».

El bisnieto de Enrique Cayuela, Esteban, ha recordado ese «relato», «esa memoria oral» que se ha ido transmitiendo en su familia. «Hemos escuchado muchos mitos sobre Enrique, los lugares que transitaba en Pamplona, de su hermano, de cómo se quebró. Muchos silencios también. Eso se guardó mucho, para nosotros siempre estuvo ahí, y de cierta manera también es un poco paria porque no podíamos venir acá de forma así tan oficial, con las puertas abiertas».

Así, ha explicado que su abuela «nunca quiso volver» porque «era muy fuerte el rechazo de una sociedad que nos expulsó». Por tanto, la visita de hoy es, a su juicio, un «primer paso de reconocimiento» y para «reparar la herida».

Pese a que su bisabuelo fue el hermano de uno de los presidentes más importantes de Osasuna, cuenta que fue su bisabuela la que le transmitió la pasión por el fútbol: «Ella era del Real Union de Irun y cuando se fue a Chile se hizo hincha del Colo-Colo por los colores, había esa simpatía, iba a la galería mas popular».

 

 

 

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